martes, 19 de diciembre de 2017

Cataluña: los disputados y vergonzosos apellidos / Luis Alcaide *

Barcelona, listas elec­to­ra­les: Junts Per Catalunya, 85 ape­llidos ca­ta­la­nes, dos Sánchez y un árabe en el puesto 19 y, sor­presa, en el 77 un Castiñeira i Fernández, ape­llidos ga­llegos y as­tu­rianos her­ma­nados por una i la­tina. En la lista de Ciudadanos hay pocos ca­ta­lanes de primer ape­llido, pero eso sí hay de todo, cas­te­lla­nos, vascos y tam­bién un árabe en el puesto 55. Las listas del PSC tienen mucha más mez­cla, así como las de Los Comunes y algo menos trans­ver­sa­lidad en la de ERC. 

Curiosidades y ejercicio de modestia en las listas de en Comù-Podem y la CUP. En efecto, el último puesto de la candidatura de Barcelona es para Ada Colau Ballano; apellido este último que corresponde a un toponímico con origen en La Ballana, un despoblado dependiente del municipio de Almazán (Soria). Colau es un apellido abundante en la Polinesia francesa.

El otro ejercicio de humildad le corresponde a Anna Gabriel Sabaté. Gabriel viene ni más ni menos que de los asirios y se popularizó en nuestras tierras en el Reino de Aragón, heráldica y escudos de armas. Sabaté tendría como referencia una noble familia que en siglos pasados acompañó a Don Luis de Requesens en los hechos de Flandes. Linajes ilustres.

En resumen: concentración de apellidos catalanes en Convergencia y más españoles de todos los orígenes en Ciudadanos. La mezcla es más abundante en el PSC y en los Comunes y algo menos en ERC. Una última duda sobre el por qué la señora Gabriel Sabaté se ha catalanizado el Anna con dos enes.

Me comentaba un viejo amigo levantino que la conversión de nombres no catalanes a catalanes quizá se remonte a los descartes de la Exposición Universal de 1929. En aquellas fechas llegaron muchos inmigrantes, artesanos de diversas comarcas españolas, murcianos en buen número.

Al terminar la Exposición se quedaron en Cataluña. Unas fechas, aquellas, del calendario que desgraciadamente vendrían a coincidir con la gran depresión de los EEUU y sus secuelas en la propia Cataluña.

Sobraba gente y los auténticos catalanes empezaron a rechazar a aquellos charnegos que competían con sus puestos de trabajo. Pasaron los años. Guerra Civil, posguerra, la SEAT, desarrollismo franquista, transición democrática y restauración de la Generalitat, así como la Olimpiada de 1992 y la integración de España en la UE.

Las diferencias entre más y menos catalanes prácticamente desapareció hasta la Gran Recesión de 2008-2010. Recortes presupuestarios y aumento del paro. Un terreno bien abonado para reavivar el discurso excluyente en tanto que crecía la clientela de funcionarios y políticos amparados por la Generalitat que superaría al número de catalanes emprendedores y contribuyentes al famoso 3%. Los mensajes son contundentes: “España nos roba”; “Los franquistas nos encarcelan”.

Para quienes ya somos viejos en esta España y Cataluña no podemos olvidar el populoso y entusiasta recibimiento con que se acogió al General Franco en su visita a Barcelona. Ahí están las imágenes del No-Do que desafían a las de los desafortunados desalojos del 1 de octubre pasado.

¿Quién ha dicho que no hubo catalanes nacionalistas que colaboraron con el gobierno de Franco?. Es el caso de Manuel Ortínez i Mur. Interesante paradigma. El señor Ortínez mantuvo desde 1955 una estrecha relación con Josep Tarradellas, y llegó a ser secretario personal del President en 1978-1979, también fue un hábil mediador entre Tarradellas y Suárez. Previamente había sido Director General del IEME, años 1965-1971; el poderoso organismo encargado de custodiar y distribuir las divisas en la España de la autarquía.

En una entrevista de La Vanguardia del 7/10/1977, Ortínez explica el significado de la presidencia de Tarradellas: “La derecha catalana, que dispone de una tradición liberal como la de Cambó, apenas existe hoy políticamente. Se trata de recuperar las instituciones de nuestro pueblo en un clima de confianza y comprensión con el gobierno central… Las medidas económicas, por bien intencionadas que estén, serán gramáticamente ineficaces si Tarradellas no pudiese lograr, mediante la creación de un gobierno de unión nacional que vaya desde la UCD de Cataluña (¿Ciudadanos?) hasta el PSUC (PSC), el clima necesario para que el mundo económico catalán se sacuda de encima el actual derrotismo”.

Conocí al señor Ortínez en 1962-1963. Me lo presentó mi director general en el Ministerio de Comercio con estas palabras: “A partir de ahora vas a estar a la orden de este señor (Director del Servicio Comercial de la Industria Textil) para defender los intereses de España y Cataluña frente al Acuerdo sobre Textiles de Algodón (luego Acuerdo Multifibras), que había establecido los EEUU”. La defensa salió bastante bien. Los norteamericanos aceptaron nuestros planteamientos y las empresas textiles catalanas adscritas al SECEA no tuvieron ninguna queja.

El derrotismo del que hablaba el señor Ortínez ha vuelto. Las empresas se van, la seguridad jurídica está en tela de juicio mientras los independentistas-carlistas prevalecen sobre la tradición empresarial-liberal de que lo venía siendo Cataluña.


(*) Economista del Estado


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