sábado, 23 de diciembre de 2017

Gana Arrimadas, pierde Rajoy y gobernará Puigdemont / José Oneto *

Ninguna encuesta, ni ningún experto electoral, ni por supuesto, ningún politólogo hubiera pensado que después de todo lo que ha llovido, de todo lo que ha pasado en Cataluña en estos dos últimos años y sobre todo, en estos dos meses y medio, que el principal causante de todo lo que ha pasado, de todo lo que ha llovido, Carles Puigdemont, exiliado en estos momentos en Bruselas, será probablemente, de nuevo, Presidente de la Generalitat, sin ningún programa político concreto y solo con el objetivo de desarrollar esa Declaración de Independencia por la que está imputado por delitos de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos.

Es más, ese Presidente que, con toda probabilidad, será apoyado por la CUP, en tanto defiende la implementación del desarrollo de la República, que se declaró el 27 de Octubre, puede incluso dirigir el Gobierno (ha prometido que será el mismo que tenía antes de la aplicación del artículo 155) desde Bruselas, con un conseller en cap. que tenga plenos poderes para llevar el día a día. Lo otro, su promesa de volver a Cataluña si era reelegido, puede complicar,  aún más, la situación, ya que tendría que ser detenido,  porque existe una orden de detención contra él.

Ha ganado en votos y en escaños Inés Arrimadas, la cara amable de un centro derecha, que probablemente es lo que  hubiera necesitado Cataluña en estos momentos. Pero no ha servido de nada, porque tendrá que ejercer su labor en un Parlamento con mayoría soberanista, que intentará, a pesar de todas las promesas, volver a la unilateralidad y el desarrollo del “Procés”. 

Y eso, con un Gobierno que con el fracaso del Partido Popular que ha sacado los mismos escaños y menos votos que la CUP, supone un fracaso sin paliativos que le pasará factura al Presidente del Gobierno, y a su Vicepresidenta que es la que ha llevado de la mano el dossier catalán. Se ha cumplido los temores  del expresidente del Gobierno José María Aznar, expresados en una entrevista en la Ser: “Si el 22 de Diciembre  estamos como antes de la intervención del artículo 155, estaremos todos peor y sobre todo, los catalanes”. 

Según él, si los independentistas ganan las elecciones el próximo 21 de Diciembre (y no las han ganado porque tiene menos votos, y menos escaños pero repiten mayoría absoluta) “Cataluña quedará sumida en la rebelión y el imperio de la anarquía”. Es de esperar que ese presagio no se cumpla.

A la vista de lo que ha pasado este jueves,  la realidad es que se abre una nueva y complicada etapa política en Cataluña, donde el reto principal, en estos momentos, es la formación de un Gobierno estable, que lleve la normalidad y la tranquilidad política a una Autonomía que ha vivido estos dos últimos años con un Gobierno soberanista, cuyo único objetivo ha sido preparar todos los mecanismos legislativos para una Declaración de Independencia. 

Algo que se produjo el pasado 27 de Octubre y que provocó la intervención del Gobierno central de la Autonomía (aplicación del artículo 155 de la Constitución), la destitución del Presidente y del  Gobierno de la Generalitat  y, también, indirectamente, la división del independentismo. Una división que, en el fondo, ha permitido una nueva mayoría absoluta del independentismo, liderado en esta ocasión, por el partido de Puigdemont, Junts per Catalunya.

De forma inesperada, y a pesar de las encuestas, el presidente destituido Carles Puigdemont que huyó para no hacer frente a sus responsabilidades judiciales de lo que, según la Fiscalía General del Estado, ha sido un caso de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos, mientras el vicepresidente Oriol Junqueras entraba en prisión, sigue en ella y le ha llegado a echar en cara al Fugitivo que al final, él esté encarcelado y el huido en la calle, en Bruselas. 

Allí, en la capital de la UE, ha intentando convencer inútilmente a Europa, que sigue siendo Presidente en el exilio de una República catalana, que no ha sido reconocida por nadie, ni existe la posibilidad de que ese reconocimiento se produzca. Sin embargo a pesar del mensaje inútil, su lista en la que no ha intervenido su partido, el PDeCat, ha sido, sin duda, el gran vencedor, aunque la candidata de Ciudadanos Inés Arrimadas haya ganado en votos, y en escaños.

Esta división del independentismo ha sido, según los expertos electorales, uno de los principales factores (aparte de la enorme participación que ha beneficiado a Ciudadanos pero también al independentismo) de que el sabelianismo, incluyendo a la complicada y antisistema CUP, haya vuelto a colocarse en una mayoría absoluta que supone una ruina para Cataluña. Lo que significa que los resultados indican que no ha influido en nada el efecto devastador que la Declaración Unilateral de Independencia y el Referéndum ilegal del 1 de Octubre ha hecho a la economía catalana, a su turismo, a sus empresas, y a las inversiones extranjeras.

Ahora, el principal desafío para el nuevo Presidente de la Generalitat y el nuevo Gobierno, que debería ser, después de todo lo que ha pasado en estos dos últimos años y, especialmente desde el 1 de Octubre,  reconciliar a todos los catalanes, cerrar heridas que se han producido entre familiares, vecinos y amigos, por una política que ha fomentado el enfrentamiento e, incluso el odio, y no el entendimiento, será todo lo contrario porque Puigdemont no tiene programa. 

Su único programa es implementar la República catalana, según ha venido repitiendo desde el exilio. Es verdad que para esa reconciliación  Cataluña necesita de políticos que sean capaces de conectar con todos los ciudadanos, y que puedan apoyar un  proyecto común, algo que, a estas alturas, y viendo los antecedentes, parece un sueño imposible…

Y además, poner las bases de un acuerdo político para que,  poco a poco, los catalanes se encuentren más cómodos  en un proyecto común nacional, al que una parte importante de la población  ha renunciado. Con Puigdemont eso no solo es posible, sino por el contrario el enfrentamiento continuará en una sociedad profundamente dividida, enfrentada y profundamente cansada.


(*) Periodista y economista


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