Causa estupor y tristeza ver cómo disfrutan aquellos partidos y
medios de comunicación que con su actitud han propiciado el
aberrante 155 de la Constitución, la entrada en prisión de medio Govern
empezando por el vicepresident Oriol Junqueras y el exilio del president
Carles Puigdemont y de cuatro consellers cuya extradición a España se
está decidiendo en estas horas a petición de la Audiencia Nacional.
PP,
PSOE y Ciudadanos han conducido la democracia española a un callejón sin
salida, ante el cada vez más evidente estupor de medios de comunicación
europeos y de políticos alejados de puestos de responsabilidad en sus
respectivos gobiernos estatales.
No pasa un día sin que se alcen voces muy relevantes del ámbito
internacional. Este domingo, por ejemplo, la exvicepresidenta de la
Comisión Europea Viviane Reding se ha mostrado entristecida y ha
lamentado que se utilice la justicia para hacer el trabajo de la
política.
La exministra y candidata a las presidenciales francesas en
2007 Ségolène Royal ha criticado la persecución del Govern y ha
expresado su sorpresa por que haya figuras políticas presas en el
corazón de Europa por haber dirigido una lucha ideológica. Finalmente,
incluso el ministro del Interior de Bélgica ha cuestionado la
imparcialidad de la justicia española y la persecución del Govern. Hay
más ejemplos pero no es necesario seguir.
No tengo dudas de que la causa catalana acabará abriéndose paso en
Europa. Costará mucho en la Europa de los estados, que ha decidido
comportarse como un coto cerrado en que sus socios actúan con una
solidaridad inquebrantable tengan o no razón. El encarcelamiento es muy
duro en el terreno personal pero coloca la defensa de las instituciones
de Catalunya y de sus presos políticos en conexión directa con la
defensa de los derechos humanos. Y frente a los presos políticos sitúa a
los carceleros políticos, una fauna desconocida hasta el momento en la
democracia europea.
Cierto que PP y Ciudadanos sacan pecho y los socialistas miran de
escaparse de este trío cada vez que pueden, mientras el PSC sufre una
nueva sangría de alcaldes y concejales. Pero una corriente creciente de
irritación se está propagando en Catalunya i en toda Europa por su
incomprensible actuación. Aquellos que han pretendido domesticar por la
fuerza a Catalunya tienen hoy un serio problema. El 21-D lo verán más
claro.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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