¡Pues claro que no va a ser nada fácil llevar a la práctica la implementación de las medidas que ha solicitado al Senado el gobierno de Mariano Rajoy en base al artículo 155!
¡Pues claro que no va a ser nada fácil tomar al asalto Catalunya, sus
instituciones, su policía, sus medios de comunicación públicos, las
universidades, los sindicatos, los comerciantes, las patronales
mínimamente díscolas o los funcionarios reticentes!
¡Pues claro que el
PP no quiere que Puigdemont y el Govern tenga la más mínima vía de
salida del castigo al que quieren someterle y del escarmiento que están
decididos a aplicar al independentismo! ¿Quién les había vendido a unos y
a otros lo contrario?
A falta de pocas horas para que el desenlace de la posición del
Govern de la Generalitat sea irreversible, los socialistas españoles, y
sobre todo los catalanes, parecen querer achicar a marchas forzadas agua
de un barco del que ni llevan el control y del que acabarán padeciendo
todas las embestidas por su actitud sumisa al PP.
El Partido Popular ha
hecho del artículo 155 de la Constitución una carta a los Reyes Magos
que tiene mucho más que ver sobre cómo quiere que acabe la
recentralización española que con realizar una operación quirúrgica para
evitar la independencia de Catalunya. De ahí que solo oigamos por parte
de los portavoces del PP y del Gobierno español dos palabras: prisión y
rectificación.
En este contexto y teniendo muy presente la represión institucional
en marcha y también las amenazas personales, se entiende mejor que las
decisiones del amplio grupo de partidos independentistas tengan un
cierto efecto péndulo. También que las decisiones que se adopten no se
acaben de confirmar y detrás de una reunión se convoque otra que reabra
debates que ya parecían cerrados.
Así ha sucedido este miércoles cuando
un acuerdo firme -"pero no irreversible"- alcanzado después de muchas
horas en la noche del martes por la cúpula del Govern y el denominado estado mayor
del procés amenazaba con adentrarse en un oleaje en la noche de este
miércoles. Buscar fórmulas imaginativas a estas alturas no parece fácil,
ni tampoco reunir un amplio consenso.
Sobre todo porque Esquerra, la
ANC y Òmnium, no desean nuevas correcciones de rumbo y apuestan por
llegar donde creen que el mandato del referéndum del 1 de octubre
señaló. Puigdemont preferiría no apearse de su discurso de mano tendida
al diálogo pero el 155 del pasado sábado le ha dejado aparentemente sin
camino para recorrer.
Hay quien asegura que en estas últimas horas las reuniones han sido
bastante más que tensas y con palabras subidas de tono entre las cuatro
paredes del Palau de la Generalitat. En principio, durante la tarde de
este jueves, a partir de las 17 horas se acabará viendo si la corriente
mayoritaria, a favor de proclamar la república, se habrá llevado el gato
al agua.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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