Miedo da escuchar a Rajoy diciendo que va ‘a impedir’ algo en
Cataluña en defensa de la legalidad, el Estatuto y la Constitución
porque hasta ahora no cumplió nada de lo prometido durante la Consulta
del 9-N y el referéndum del 1-O, porque en ambos casos prometió que su
gobierno lo impediría y no fue así porque ambas votaciones se
celebraron.
Ahora anuncia Rajoy, en una entrevista en el El País ‘que el Gobierno
va a impedir que cualquier declaración de independencia se plasme en
algo’. Pero ¿le parece poco que Puigdemont declare la independencia? Y
qué extraño juego de palabras, en tan dramática situación española, es
ese de que ‘se plasme en algo’. ¿Que es ese ‘algo’ que el Presidente
anuncia que impedirá y como lo va a impedir, ¿acaso como impidió la
jornada del 1-O?
Lo que debía de impedir Rajoy es que Puigdemont declare la
independencia desde la Generalitat aplicando ya el artículo 155 de la
Carta Magna o pidiendo su suspensión inmediata al TC. Pero Rajoy no se
atreve a nada y pospone toda decisión una y otra vez. Y ahora promete no
se sabe el qué -‘algo’- y mucho nos tememos que tampoco lo cumplirá.
Y como siempre las promesas del tancredista Rajoy son ‘a toro pasado’
y están dejando indefenso al Estado y a la intemperie la ciudadanía
española que en las calles ya está, porque la agresión Puigdemont y el
pusilánime Rajoy despertando están de manera temeraria el nacionalismo
español.
Además da la impresión de que estamos pasando de la denuncia del
golpe de Estado y la violación de la Constitución, la legalidad y el
Estatuto catalán a un conformarse en el Gobierno y el PSOE con que
Puigdemont no declare la independencia. Lo que contrasta con el firme
alegato del Rey Felipe VI que subrayó la ‘inaceptable deslealtad de la
Generalitat’ y pidió a Rajoy ‘la restauración del orden constitucional’.
Porque empieza a parecer que Rajoy se conformaría con la no
declaración de la independencia de Cataluña a cambio de frenar la acción
de la Justicia contra los golpistas, para no tener él que acordar
drásticas medidas como las que escritas están en la Constitución para
ser puestas en marcha en caso de ruptura de la unidad de España y la
soberanía nacional: suspensión de la Autonomía catalana, art. 155;
Estados de Excepción o de Sitio, art. 116; e intervención del Ejército,
art. 8.
A las que se añaden otras actuaciones y duras penas que figuran en el
Código Penal por sedición y rebelión, e incluso en el Estatuto catalán,
en cuyo artículo 70 se dice que el Presidente de la Generalitat y sus
consejeros pueden ser detenidos en caso de ‘flagrante delito’, como
sería el caso si Puigdemont proclama la independencia de Cataluña.
Por su parte Pedro Sánchez anuncia -como haciéndonos un favor- que él
defendería la Constitución si hay proclamación de la independencia en
Cataluña. Pero ¿y si eso no ocurre quiere decir que Sánchez, enredado en
la palabra ‘dialogo’ que le impuso Podemos, no defenderá igualmente la
Constitución, la legalidad y el Estatuto que ya han sido violados?
No puede existir un camino intermedio entre el no cumplimiento de la
Ley, la Constitución y el Estatuto y la declaración o no de la
independencia catalana por Puigdemont, porque el Presidente catalán, su
Gobierno, Forcadell y sus aliados en la Mesa del Parlament, el mayor
Trapero y los responsables de la ANC y Omnium, ya están inmersos en los
delitos de desobediencia al TC, de prevaricación, malversación y
sedición. Y sería escandalosa una amnistía encubierta para todos ellos.
Rajoy advierte y amenaza pero no toma decisiones. Y sobre todo
transmite la idea de un bloqueo mental y perplejidad del presidente, o
de negociación inconfesable y bajo cuerda -donde estaría en juego dar
más dinero para Cataluña y la no aplicación de la Justicia a los
golpistas- y a la que solo le quedarían 48 horas antes que Puigdemont
comparezca el martes en el Parlament.
Lo que, en el presenté paréntesis del duelo de Rajoy y Puigdemont,
produce la imagen de un Estado indefenso, por la ausencia manifiesta de
quienes ya deberían estar actuando, con decisiones implacables, para
restaurar el orden constitucional como lo exigió don Felipe VI quien
‘comprometido’ está con la ‘permanencia y unidad’ de España como el
mismo acaba de recordar.
(*) Periodista
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