En noviembre
de 2007 se celebraba en Santiago de Chile la cumbre iberoamericana de jefes de Estado. Estaba en el uso de la palabra el presidente de España
señor Zapatero. Chaves, presidente de Venezuela, le interrumpía
constantemente; en su ultima perturbación, refiriéndose al presidente
Aznar, rebuznó: “Una serpiente es más humana que un fascista”.
Zapatero,
hombre de no muchas luces, quedó mudo ante el improperio, y el Rey Juan
Carlos, sentado unos sillones más a babor, disparó al sátrapa de
Chaves: ¿”Por qué no te callas”?. Esa espontánea respuesta dio la
vuelta al mundo, con grandes aplausos para el Borbón, y morisquetas para
el dictador Chaves.
Más que una reconvención, la frase acuña una recomendación.
Nuestra
literatura está llena de recomendaciones dichas por afamados pensadores y
dirigidas a aquellos políticos boquirrotos que nos intentan embaucar
con su fallido verbo.
A veces más vale callar y pasar por tonto que abrir la boca y demostrarlo
Obrar y callar son las dos base de un gobierno verdaderamente fuerte.
Es mejor tener la boca callada y parecer estúpido que abrirla y que se note.
En boca callada no entran moscas
De lo que no puedo hablar tengo la obligación de callarme.
Sabios
consejos, que, a mi parecer, no son ni aceptados, ni aplicados por los
políticos que actualmente nos gobiernan o nos oponen.
Digo todo
lo anterior como exordio para comentar la idea que, recién, expuso en la
Asamblea Regional nuestro presidente el señor López Miras acerca de su
ocurrencia para regenerar el agónico Mar Menor. “Que se deje entrar más
agua del Mediterráneo”.
“Cuando
Tomás Maestre, sobrino, proyectó el gran puerto deportivo de La Manga,
consideró imprescindible, como aliciente para los propietarios de
puestos de atraque, facilitarles la posibilidad de navegar por el Mar
Menor.
En una de las reuniones que propició para conseguir el apoyo de
las cofradías de pescadores y de los Ayuntamientos ribereños, prometió
que si se demostraba que el canal era perjudicial para la pesca y la
salubridad del pequeño mar, de inmediato lo repondría a su forma
original.
El tiempo ha confirmado, inequívocamente, que la entrada
continuada de agua del Mar Mayor a través del canal, ha sido nociva, en
grado sumo, para el Menor. El descenso de la salinidad, la salida de
especies propias de este mar, la entrada de otras especies, como las
medusas, la proliferación de algas que están tapizando los fondos
impidiendo el sustento de los afamados mújoles, debido a lo cual han
desaparecido. Son hechos contrastados que no admiten discusión, y
demuestran el enorme perjuicio que la apertura del canal ha ocasionado
al Mar Menor.
Apuntemos pues hacia otra solución: Que por quien
corresponda se construyan unas compuertas a fondo a las entradas de
ambos mares y que dichas compuertas funcionen como un sistema de
esclusas: Abrir una, paso de todas las embarcaciones, cierre, apertura
de la otra. De esta manera se impediría la entrada de agua del Mayor al
Menor y se detendría el irreversible proceso de mediterranización del
Mar Menor que le está llevando a su desaparición”.
Este párrafo ilustrativo, formó parte de un artículo mío publicado hace más de veinticinco años: “SALVEMOS EL MAR MENOR”.
Presidente
López Miras, con todo respeto le digo que usted de esto de la Mar
entiende muy poco. Sus proclamas de este verano sobre que el Mar Menor
ha recobrado las condiciones que tenía hace diez años fueron, cuando
menos, inoportunas e intempestivas.
Tengo la
impresión que el cargo se le ha subido un “pelín” a la cabeza, y ello, a
mi entender, se debe a que está cayendo en la trampa de escuchar las
continuas alabanzas de los lisonjeros, de los pelotas, de los que, en
privado, dicen que a usted le falta un hervor, pero le bailan el agua
para seguir medrando. Aproveche, con humildad, perspicacia y discreción,
la suerte que le ha caído de poder presidir, sin ser elegido, nuestra
querida Región. Siga utilizando el tirón de los medios para ocupar
portadas, pero limite sus declaraciones a lo más imprescindible.
Escuche, medite y continúe formándose.
A ningún “penene” se le ha dado
la oportunidad que usted ha tenido de llegar a tan alta magistratura.
Nosotros, los resignados murcianos, seguiremos soportando, no nos queda
otro remedio, su falta de experiencia; pero si, olvidando su suerte, y
supervalorando su capacidad, se empeña en pontificar, en darnos
lecciones, en aparecer como el maestro “Ciruela”: “Que no sabía leer y
puso escuela”, le aseguro que, antes de lo que usted piensa, se podría
encontrar con un estridente “A ver si te callas”, que podría ser el
preámbulo para devolver a su excelencia al aulario del que todavía no
debió salir.
Quedo a su disposición.
(*) Ex presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena
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