Hará pronto un año, el Partido Alfa se encontró con una
grata sorpresa después de haber logrado la investidura de Mariano Rajoy
en el Monte Calvario. Once meses sin gobierno, lo nunca visto en un
país en el que lo más importante, decía el filósofo Ortega y Gasset, es
saber a qué atenerse. La sorpresa era su valor de cambio en Europa.
Un mes después de la investidura, el domingo 4 de
diciembre, Rajoy se fumó un puro tras conocer la humillante derrota de
Matteo Renzi en el referéndum sobre la reforma constitucional italiana.
Renzi y Rajoy no se soportan. Hay una corriente en la política italiana
obsesionada desde hace años con mantener a raya a España, para que
Italia forme triunvirato con Francia y Alemania en el Directorio
Europeo.
Renzi pertenece a ese club. Otros dos exprimeros ministros,
Romano Prodi y Enrico Letta, defienden lo contrario: alianza italiana
con España para contrapesar a Alemania. En agosto del 2016, Renzi se
permitió el lujo de vetar a Rajoy en una cumbre informal europea en la
isla italiana de Ventotene, alegando que España estaba sin gobierno.
Voy al grano, después de tanto circunloquio. En diciembre
del año pasado, España aportaba estabilidad a la Unión Europea. Una
estabilidad modesta, pero segura, teniendo en cuenta la borrasca
italiana y la grave incertidumbre francesa. Rajoy se sentía satisfecho.
Su mayoría en el Congreso era –y sigue siendo– muy frágil, pero la
calamitosa situación del PSOE jugaba a su favor. Pronto descubrió el
valor de uso del dirigente asturiano Javier Fernández, presidente de la
comisión gestora socialista. Nunca el Partido Popular había tenido un
mejor interlocutor dentro del PSOE.
El cielo estaba bastante despejado
en Madrid. Albert Rivera –personaje al que Rajoy no soporta– no le
crearía grandes problemas, y el Partido Nacionalista Vasco estaba muy
disponible. En cuestión de pocos meses, el registrador de Pontevedra
había pasado del aviso de desahucio a una cierta opulencia. En Bruselas
y Berlín le necesitaban y en España el patio estaba controlado. ¡Qué
rara es la política! Ayer, a punto de ser pasto de los tiburones; hoy,
encima de la ola.
Octubre del 2017. Italia sigue dentro de un espeso banco de
niebla –Renzi quiere volver en primavera–, en París impera Emmanuel
Macron Bonaparte, y Angela Merkel tendrá que tejer una difícil coalición
en Alemania. El valor de cambio de la estabilidad española ya no es el
mismo.
Sirvan estas notas para entender dos cosas de estos
días duros y angustiosos. Los sucesos del domingo en Barcelona suponen
un duro revés para el Estado español en Europa. Muy duro. Pero más allá
de la significativa amonestación verbal de ayer en Bruselas, el
Directorio Europeo no hará nada que rebaje, aún más, el valor de cambio
de Mariano Rajoy en el tablero europeo.
(*) Periodista
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