Hace apenas unos meses, el PP firmó un
pacto con Ciudadanos mediante el que este último partido se comprometía a
abstenerse en la investidura de Fernando López Miras como presidente de
la Comunidad a cambio de que el Grupo del partido del Gobierno se
sumara a la iniciativa de suprimir los aforamientos judiciales de los
diputados autonómicos.
Fue la única y exclusiva condición, y con ella
quedó borrado el pacto anterior para la investidura de Pedro Antonio
Sánchez, que contenía decenas de epígrafes, entre ellos y en primer
lugar el relativo a que el presidente debería dimitir en caso de ser
imputado en presuntos delitos de corrupción, acuerdo que fue incumplido
por el PP, pues Sánchez se resistió a renunciar a su cargo cuando se vio
afectado por dos sucesivas imputaciones, y sólo abandonó cuando fue
empujado a hacerlo por una moción de censura del PSOE que ponía en
peligro la continuidad de los populares en el poder. Aquel fue el primer
incumplimiento de los pactos de gobernabilidad con Ciudadanos, y en
continuidad con ese desprecio a lo firmado, el pasado martes se produjo
el segundo.
Porque, en efecto, el PP, tras la
investidura de López Miras aportó los votos de sus diputados en la
Asamblea para eliminar los aforamientos, pero dado que la norma afecta
al Estatuto de Autonomía, ley orgánica cuya modificación requiere ser
aprobada por el Parlamento nacional, ha sido en el Congreso donde los
populares se han echado atrás sustituyendo el voto a favor que
ofrecieron en Murcia por la abstención. Se trata de otro incumplimiento
de libro, esta vez incluso contra su compromiso, no ya con otro partido,
sino con los ciudadanos de la Región, pues se supone que lo que el PP
vota en la Asamblea ha de defenderlo en cualquier otro foro, y más en
aquel que tiene la potestad de convertir en efectivo lo que se aprueba
en Murcia.
Ante esta retracción del PP, y en el entendimiento de
que no hay dos partidos con el mismo nombre, uno en Madrid y otro en
Murcia, caben dos deducciones: una, los populares murcianos tienen un
sentido instrumental del voto parlamentario que los ciudadanos no deben
interpretar como base de sus compromisos reales, sino como meros gestos
para salvar obligaciones circunstanciales con la oposición para después
obviarlas; dos, el PP murciano no tiene inconveniente en ofrecer a los
vecinos de Murcia, ante los que concurre para obtener su respaldo, la
imagen de que cualquier posición que adopte en la sede parlamentaria
regional está sometida al imperio de la obediencia al aparato político
central, que no admite variables sobre sus propias políticas por mucho
que en Murcia obedezcan al consenso político general visualizado en la
totalidad del arco parlamentario autonómico.
En un periodo en
que despiertan opciones electorales de tinte regionalista, el PP sabrá
lo que se hace cuando exhibe con tanta impudicia la disciplina a los
mandatos de Madrid que tuercen los compromisos ciudadanos firmados por
sus parlamentarios autonómicos. Están alimentando a sus propias
termitas. ¿Qué solidez podemos ajdudicar al voto de un diputado del PP?
La respuesta la tuvimos el pasado martes, cuando su propio portavoz
parlamentario regional, Víctor Martínez, que votó y ordenó votar en
Murcia contra la permanencia de los aforamientos, justificaba la
abstención de su partido en el Congreso en oposición a lo comprometido
en la sede parlamentaria de esta Región. Ya le pueden echar retórica,
pero lo cierto es que han incumplido lo que firmaron con Ciudadanos, lo
que proclamaron públicamente y lo que hicieron efectivo mediante el acto
moral del voto a mano alzada en el foro de la soberanía popular.
Lo
curioso es que Ciudadanos parece darse por contento con el simple hecho
de que su propuesta original se haya debatido en el Congreso, sin
exigir responsabilidades por el timo sufrido de parte del PP. En
próximas fechas veremos que los populares seguirán jugando con los
aforamientos (en el Senado y en el vuelta al Congreso) como moneda de
cambio para obtener nuevos apoyos de Ciudadanos bien sobre los
Presupuestos o bien sobre cualquier otro asunto que se tercie. Van a
vender esa misma borrega varias veces, y Ciudadanos la comprará con su
extraña complacencia habitual.
Pero al PP ¿quién le compraría un coche usado?
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/09/14/creer-pp/859743.htm
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