Pero nada de nada. Res de res.
Probablemente os lo impide ese acendrado nacionalismo español que
empieza por negarse a sí mismo. Los nacionalistas españoles con algo de
luces aseguran que no son nacionalistas, faltaría más; que todos los
nacionalismos son iguales; que no hay que poner nuevas fronteras (ellos
están contentos con las suyas, claro); y, si son de izquierdas, dicen
ser internacionalistas cosa que, obviamente, no significa nada.
Es
muy llamativo y parte de la complejidad del problema que la izquierda
muestre esta incapacidad de comprender. Cataluña no es España ni antes
ni después del 1/10 como se demuestra -da vergüenza recordarlo- por el
hecho de que haya que decirlo. Cataluña es tierra conquistada, según dijo Fraga a Verstringe. Está en España, pero no es
España. Cataluña sabe lo que es y lo que quiere ser. España, no; ni lo
que es, ni lo que quiere ser, y la mejor prueba es esta incapacidad para
entender a Cataluña que raya en lo patológico. Ha sido necesario que
las cosas se pudrieran durante años hasta llegar a la confrontación
actual para que los socialistas empiecen a preocuparse y presenten un
plan irrisorio de una comisión constitucional de reconsideración del
lugar de Cataluña a sabiendas de que, con la correlación actual y
previsible de fuerzas, eso es imposible.
Por no hablar de ese
federalismo apolillado en el que no cree nadie; ni ellos. La propuesta
no solo muestra una probable mala fe de tratar de engañar a los
catalanes con un señuelo parlamentario, sino que oculta algo peor: el
intento de ignorar que la rebelión catalana rechaza la legitimidad del
orden constitucional y que, por lo tanto, la propuesta carece de sentido
dentro del sistema actual; que es una repetición del "café para todos"
40 años después.
Otra
cosa sería si, entendiendo que Cataluña no es España, se propusiera una
vía de negociación bilateral entre ambas que incluyera un referéndum de
autodeterminación pactado. Pero, en el caso del PSOE, eso es imposible
porque comparte con la derecha el nacionalismo español que le hace
negarse en redondo al referéndum por una cuestión de acartonados
principios borgoñones con el argumento, típicamente orgánico de todo el
pensamiento reaccionario, de que la parte no puede separarse del todo,
el brazo del cuerpo, la rama del árbol.
Y no es esta la única bobada que
comporte con el PP. También coincide en sus falacias sobre la
legalidad, la Constitución, la estabilidad, la Monarquía y, en gran
medida, la colonización del Estado por la Iglesia, etc, y por supuesto,
el recurso a la represión y la violencia si se considera preciso, con la
única salvedad de que, al tiempo que se reduce a los catalanes por la
fuerza, no se deje de llamarlos al diálogo.
Diálogo
como el que ofrecía Sáenz de Santamaría mientras preparaba la guerra
sucia contra la Generalitat, los procesamientos de Mas, Rigau, Ortega,
Homs etc por medio de sus alguaciles en el Tribunal Constitucional, y
una batería de denuncias y amenazas que, en el momento de escribir estas
líneas, alcanzan ya a los particulares que desobedezcan al Tribunal
Constitucional y eso sin apoyatura jurídica alguna, simplemente por un
capricho de esta señora. Teniendo en cuenta que la Generalitat ya cuenta
con 50.000 voluntarios para el referéndum, calcúlese el hercúleo
esfuerzo represivo que habrá de realizar este gobierno de incompetentes
para todo lo que no sea expoliar el erario.
Eso
es lo que el PSOE directa y abiertamiente y Podemos de forma ambigua,
esquinada e hipócrita están respaldando: la actividad arbitraria de la
administración con el apoyo de unos jueces sumisos y la tiranía como
forma de gobierno frente a un problema que son incapaces de resolver. Y,
de paso, la condonación de la guerra sucia, la organización de policías
políticas, el empleo de la fuerza pública con intenciones
intimidatorias, la compra y manipulación de los medios, las amenazas y
campañas contra la Generalitat.
Y
no solo eso. Quienes no solamente no denuncian las sistemáticas
violaciones de la legalidad y el Estado de derecho, sino que las apoyan,
también están siendo cómplices de la corrrupción generalizada de un
gobierno sostenido por un partido que es una asociación para delinquir.
Y
todo ello porque estos nacionalistas españoles, de derechas, de centro o
de izquierdas son incapaces de entender qué está pasando en Cataluña,
una sociedad dinámica y abierta empeñada en librarse de la rémora de un
Estado que, tras un breve lapso de una democracia mediocre, vuelve por
los fueros de los gobiernos de ladrones, meapilas, franquistas y
corruptos que han destruido el país. Literalmente.
Frente
a ello, el movimiento independentista que mañana, en la Diada, hará una
demostración de fuerza y unidad que conquistará todos los medios del
mundo, sigue adelante de modo pacífico y democrático como una
"revolución de las sonrisas". De las sonrisas y con sentido del humor.
El ridículo episodio vivido ayer por la Guardia Civil registrando una
revista como un episodio del Cu Cut de hace más de cien años en busca de
papeletas de votación, fue apoteósico y aun alcanzó grados superiores
cuando, mientras las gentes regalaban claveles a unos hoscos guardias
civiles, estos confiscaban una caja... vacía y el consejero Turull
avisaba de que no hacían falta papeletas, pues todos las podrán traer
impresas de casa.
No, amigos, no entendéis nada y, después del 1º de octubre, si el sí es mayoritario, tendréis que tragar una república catalana libre, mucho mejor y más próspera que la España que deja atrás.
No, amigos, no entendéis nada y, después del 1º de octubre, si el sí es mayoritario, tendréis que tragar una república catalana libre, mucho mejor y más próspera que la España que deja atrás.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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