Por fin se aclara el misterio: Rajoy no habla inglés; lo susurra.
La
jornada de ayer fue de síncope. Y nos esperan cuatro o cinco más y sin
duda peores. La independencia de Cataluña empieza a verse ya en términos
sombríamente contables. La Patria contante y sonante. Los agoreros han
pasado de amenazar a los catalanes con la ruina a preverla para sí
mismos si Cataluña se va.
Ahí, en esos nobles cálculos debe de estar la
raíz de esos increíbles episodios de ciudadanos onubenses, cordobeses,
murcianos, santanderinos, ovetenses, etc., despidiendo las dotaciones de la Guardia Civil camino a Cataluña con los gritos de "¡A por ellos!" y "¡Soy español, oé, oé!".
Son los preparativos del diálogo con los indepes que proponen los dos
partidos dinásticos, PP y PSOE con la impagable ayuda de C's y Podemos,
los primeros por la vía recta, los segundos, por la curva.
La España
fosca viene de militar y también de judicial o, cuando menos, fiscal. La fiscalía ordena a los mossos precintar las mesas antes del 1/10, para contribuir al entendimiento, sin duda.
Y
el extranjero, mirando. La foto del domingo. Cataluña ocupada por las
fuerzas del orden en previsión de los desmanes que puedan producirse por
el hecho de que el Estado haya precintado las urnas para que la
población no pueda votar. Desmanes no son de prever salvo los que
involuntariamente, por supuesto, pueda ocasionar la fuerza pública. Pero
sí habrá muchas otras fotografías, de muchas otras situaciones: los/as
ciudadanos/as yendo a votar en grupos, pacífica y festivamente, los
estudiantes en sus asambleas, las entidades sociales señalando los
puntos de votación, aunque estén precintados. Aparecerán más urnas sin
precintar.
A
todo esto, uno de los factores que más ira enciende en el nacionalismo
español es que el movimiento tiene un carácter alegre, festivo y hasta
jocoso. Sin duda, la procesión va por dentro porque pocos catalanes
dudan de que están viviendo un momento crucial en sus existencias. Pero,
hacia fuera, reina lo lúdico con ribetes de burla. Cuando se pensaba
que lo de Piolín era demasiado hasta para los gobernantes españoles,
hete aquí que los que llegan a Barcelona en avión avistan el otro
costado del barco, el de babor si no me equivoco, en el que también luce
Piolín.
Este
ridículo es el habitual de la marca España en el interior. Como los
aeropuertos sin aviones, para personas. Pero proyectado al exterior
suele sobrepasar todo lo imaginable. Al bochorno de ver cómo se compran
unas declaraciones del Presidente "Trum" por miles de millones de €
invertidos en no sé cuantos aviones que no hacen falta para nada, se
añaden las declaraciones en sí y las del inenarrable co-declarante,
Rajoy.
"Trum" dijo y reiteró que España debía seguir "unida" porque
dividirse sería una tontería. Matizó, sin embargo, que era su opinión
personal. Una semana antes, la portavoz de la Casa Blanca ya había dicho
que la cuestión era un asunto interno español del que ella no sabía
mucho. "Trum" terminó añadiendo de su cosecha que Rajoy le había dicho
(o susurrado) que no habría votación el 1/10 pero él ("Trum") creía que
la gente era de otro parecer.
Habiendo obtenido este universalmente
respetado respaldo del emperador, el jefe de la marca España se encargó
de pulverizarlo acto seguido contestando a una pregunta sobre la DUI que
esta no es competencia suya, sino del Parlamento de Cataluña. Ante esto
carece de importancia que el payo se lanzara muy contento a adoctrinar
sobre Venezuela, teniéndoselas tiesas al señor "Madero". ¿En qué estaría
pensando este majadero si es que piensa en algo?
Los
socialistas se han dado cuenta de repente de la gravedad del problema
que tienen delante. Se han caído literalmente del guindo. Su reacción es
de ira, miedo, odio, según a qué partes del país nos refiramos. En algo
están las distintas "familias" o "sectores" unidos: en no reconocer ni
un adarme de responsabilidad en el hecho de que la situación haya
llegado hasta aquí. Han tenido más de veinte años de gobierno para
encontrar una fórmula satisfactoria para las dos partes, pero han
preferido jugar al regate corto, trampeando en la cuestión territorial y
manteniendo la superchería del "café para todos" en diversas
propuestas.
Ahora se les ha caído el cielo sobre la cabeza, como pasaba a
veces con los valerosos galos y sus más aguerridos paladines salen en
defensa de la Patria, una, grande, libre. Rodríguez Ibarra recomienda una "gran coalición",
un gobierno de unión nacional PP-PSOE como el que proponía hace un par
de años Felipe González quien ha pasado de jarrón chino a gurú. Pues no
veo por qué no incorporar a C's, tan patriótico como los otros dos. Está
tan convencido como Sánchez de que el referéndum no busca echar a Rajoy, sino "romper España" .
No parece pasársele por la cabeza que lo que ha roto España ha sido la
negativa en redondo a encontrar una solución negociada y que,
curiosamente, sigue abierta, por más que en el PSOE ignoren su
existencia.
El fulgor de la España rota los ciega. Y ya puestos a
defender la unidad de la Patria al precio que sea, quizá deban ofrecer a
Podemos la posibilidad de formar parte de ese gobierno de regeneración nacional. La España que vitorea encendidamente Iglesias es la de Sánchez y la de Rajoy.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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