En aquel viejo spot de Calmante Vitaminado, el padre se sentaba junto
a su hija pequeña, abrazada ésta a una muñeca, e intentaba explicarle
de dónde vienen los niños con la socorrida metáfora de la semillita que
papá siembra en mamá y crece en su seno hasta que se convierte en un
bebé. La sufrida explicación, desarrollada con escasas expectativas de
ser apreciada, concluye con una pregunta: «¿Lo entiendes ahora?». Y la
niña responde: «Yo sí, pero ella —señalando a su muñeca— no». Y ahí era
cuando al padre se le hacía preciso endilgarse el pastillazo.
Tengo
la impresión de que si intento explicar los claves de las primarias
socialistas que se celebran en estos días de septiembre acabaré mareando
al lector, no sólo por mi torpeza sino porque la enredadera tiene
tantas bifurcaciones que acabará siendo preciso aliviar el esfuerzo con
una dosis de Calmante Vitaminado, si es que todavía existe.
Conesa abre el juego. Todo empezó con Diego Conesa, quien se adelantó a proclamarse candidato a la secretaría general desde el minuto cero, con la clara intención de que su voluntad no fuera interceptada por indicaciones o consejas en favor de otros tras ese hecho consumado. El que da primero da dos veces. Lucía el alcalde de Alhama un galón de oro para la circunstancia: había conformado, junto con su colega de Calasparra, José Vélez, el dúo institucional del partido que apoyó contra pronóstico de éxito la candidatura de Pedro Sánchez para la secretaría nacional del PSOE, y con esa legitimidad bajo el brazo se proponía clonar la fuerza de aquel respaldo en la alternativa regional.
Conesa abre el juego. Todo empezó con Diego Conesa, quien se adelantó a proclamarse candidato a la secretaría general desde el minuto cero, con la clara intención de que su voluntad no fuera interceptada por indicaciones o consejas en favor de otros tras ese hecho consumado. El que da primero da dos veces. Lucía el alcalde de Alhama un galón de oro para la circunstancia: había conformado, junto con su colega de Calasparra, José Vélez, el dúo institucional del partido que apoyó contra pronóstico de éxito la candidatura de Pedro Sánchez para la secretaría nacional del PSOE, y con esa legitimidad bajo el brazo se proponía clonar la fuerza de aquel respaldo en la alternativa regional.
Tan
consistente parecía ese gesto que dejó momentáneamente estupefactos a
quienes esperaban batirse sin la irrupción de contendientes inesperados.
El banquillo estaba integrado por María González, Joaquín López y
Roberto García.
González se lanza. A la primera, algunos próximos le desaconsejaron que se presentara, ya que Conesa parecía aspirar a acaparar su espacio, una vez que la diputada, en apariencia, había quedado fuera de juego por su apoyo en las primarias nacionales a Patxi López habiendo sido ella una indiscutible pedrista hasta el punto de figurar como ´ministra en la sombra´ durante el primer reinado de Sánchez. Su circunstancial tropezón tras la caída de éste había permitido a un hasta ahora desconocido (al menos en el ámbito de la política regional), Conesa, colocarse en su lugar con intachable sentido de la oportunidad. Pero González no estaba dispuesta a ceder la suya de manera gratuita, y testó las impresiones de Ferraz, desde donde no fue disuadida.
En una reunión en Madrid celebrada a finales de julio con el secretario de Organización, José Luis Ábalos y otros dirigentes del círculo de máxima confianza de Sánchez, se garantizó a Conesa y a González la plena neutralidad del aparato central en las primarias murcianas, en el supuesto para la dirección central de que ésta se aseguraba el control de la federación murciana fuese quien fuese el ganador. La diputada vio, pues, el camino despejado.
López también va a Ferraz. Pero había otros dos aspirantes. El más sólido, Joaquín López, viceportavoz parlamentario regional, integrado en la hasta ahora mayoría tovarista tras haber competido en su día por el liderazgo con el actual secretario general, Rafael González Tovar. López, sin embargo, venía liderando en la sombra desde hace meses al grupo de ´las alcaldesas´ que se había mostrado crítico con el tovarismo y que llevó su disidencia hasta el punto de apoyar en las primarias nacionales a Susana Díaz. Hubo conversaciones entre María González y Joaquín López para aunar efectivos en una misma candidatura, pero se deshicieron porque todo intento naufragaba en un punto: quién debía ocupar la secretaría general.
López, que no quería renunciar a probarse en solitario, también viajó a Madrid y también fue recibido en Ferraz por los mismos interlocutores que fechas antes habían tenido Conesa y González. De aquel encuentro dedujo que el primero sintonizaba realmente más con la dirección nacional y que el apoyo a Conesa era lo que ésta esperaba de él. No parece que el mensaje se le transmitiera de manera explícita, pero es obvio, como digo, que esa fue su deducción. Lo que para entonces estaba claro, y más tras la aparición de un tercer candidato en el intermedio, es que lanzar una cuarta opción habría sido complicado. López resolvió finalmente apoyar la candidatura de Conesa e intentar poner todos sus efectivos en la bolsa de éste.
Pero el gesto fraccionó definitivamente al grupo de ´las alcaldesas´ que hasta entonces lideraba, en cierta manera, López. Las de Molina de Segura, Esther Clavero, y de Santomera, Inma Sánchez Roca, que hace un año actuaron decididamente contra Pedro Sánchez en la ´rebelión de Ferraz´ y que posteriormente apoyaron a Susana Díaz, apuestan ahora con claridad por el sanchista Diego Conesa, mientras las de Cartagena, Ana Belén Castejón, y de Águilas, Mari Carmen Moreno, también anteriormente susanistas, se mantienen en una cerrada ambigüedad, que algunos próximos estiman calculadamente a favor de María González.
El ´núcleo duro´ de Conesa viene recibiendo con cierto recelo estos apoyos provenientes tanto de circunstanciales aliados del tovarismo como de quienes apoyaron inequívocamente a Susana Díaz. La ´pureza de sangre´ sanchista del alhameño se enturbia un tanto con estos añadidos, según se desprende de algunos comentarios en redes, pero es obvio que ganar unas elecciones significa sumar, de modo que estos nombres son bien recibidos, aunque sin entusiasmo, y menos porque es obvio que los apoyos no resultarán gratis en caso de triunfo.
En este sentido, hay otra aparente paradoja más en el caso de Conesa: está recibiendo los avales de figuras significadas del partido en otras épocas, algunas de ellas extraordinariamente convulsas, conformando un panel equivalente al que reunió Susana Díaz en su mitin inaugural de las primarias, una foto aquella (desde González y Guerra a Bono y Zapatero) que muchos coinciden en asegurar que le atrajo perjuicios frente a los bienes pretendidos.
García da la campanada. Pero si Joaquín López, ´integrado´ en el tovarismo, se opone ahora a María González, esta retirada aparece nominalmente compensada con el insospechado apoyo a ésta del cuarto pretendiente en las quinielas previas a la apertura de las primarias: Roberto García, siempre frente al tovarismo y, a diferencia de López, excluido por él. La apuesta del exalcalde de Beniel por María González es especialmente sorprendente, pues de todos los nombres en liza esta suma hubiera parecido inicialmente la menos probable.
Pero tal vez haya que considerar que el respaldo que hasta ahora tenía García entre dirigentes importantes del partido (Ramón Ortiz, Alfonso Navarro...) ha sido trasladado para la ocasión al tercero en discordia, Francisco Lucas, pedáneo de El Raal, que ha sido impulsado como tercera vía. Es probable que García, desprovisto de algunos de sus apoyos tradicionales, haya decidido dar un rodeo sumándose a la opción de quienes hasta ahora han sido sus adversarios. También es probable que ese gesto no sea bien entendido por otros apoyos suyos, de modo que García puede sumar y restar al mismo tiempo entre sus partidarios tras dar el paso de avalar a María González.
Es curioso que en las reuniones previas para conformar esta tercera opción, el exsecretario general Ramón Ortiz, uno de los puntales circunstanciales de Roberto García, anunciara con gran sorpresa para algunos de sus oyentes que no era ya el tiempo del de Beniel y que lo más práctico sería apoyar a María González. Esto significaba la pérdida de posibilidades para García, pero ¿qué ha ocurrido después?
Pues que ha sido García quien ha seguido el consejo de Ortiz, mientras éste con toda probabilidad apoya a Lucas, que en la práctica es el sustituto de refresco de la opción que representaba el exalcalde benielense. Por cierto que esta cualidad, la de exalcalde (dos mandatos con mayoría absoluta en tiempos de hegemonía municipal del PP) es quizá el mayor aporte de imagen de García a la candidata González, ya que contrarresta de algún modo el lema de ´opción municipalista´ de la candidatura del actual alcalde de Alhama.
Lucas busca la segunda vuelta. ¿Y qué decir del tercer candidato, Francisco Lucas? Sus aspiraciones, en la práctica, consistirían en limitar que quienes aparecen con más posibilidades de ganar, González y Conesa, obtengan el 50% de los votos, de modo que sería precisa una segunda vuelta entre ambos, según las nuevas normas para las primarias, y hacer valer en ella su apoyo a cualquiera de las dos candidaturas. En este sentido, tendrá una posibilidad práctica de integrarse en la gobernación del partido con más seguridad de la que dispuso Patxi López respecto al estatus sanchista, pues a fin de cuentas, el vasco, con un porcentaje reducido, fue aupado a la dirección federal más por gracia que por fuerza.
González se lanza. A la primera, algunos próximos le desaconsejaron que se presentara, ya que Conesa parecía aspirar a acaparar su espacio, una vez que la diputada, en apariencia, había quedado fuera de juego por su apoyo en las primarias nacionales a Patxi López habiendo sido ella una indiscutible pedrista hasta el punto de figurar como ´ministra en la sombra´ durante el primer reinado de Sánchez. Su circunstancial tropezón tras la caída de éste había permitido a un hasta ahora desconocido (al menos en el ámbito de la política regional), Conesa, colocarse en su lugar con intachable sentido de la oportunidad. Pero González no estaba dispuesta a ceder la suya de manera gratuita, y testó las impresiones de Ferraz, desde donde no fue disuadida.
En una reunión en Madrid celebrada a finales de julio con el secretario de Organización, José Luis Ábalos y otros dirigentes del círculo de máxima confianza de Sánchez, se garantizó a Conesa y a González la plena neutralidad del aparato central en las primarias murcianas, en el supuesto para la dirección central de que ésta se aseguraba el control de la federación murciana fuese quien fuese el ganador. La diputada vio, pues, el camino despejado.
López también va a Ferraz. Pero había otros dos aspirantes. El más sólido, Joaquín López, viceportavoz parlamentario regional, integrado en la hasta ahora mayoría tovarista tras haber competido en su día por el liderazgo con el actual secretario general, Rafael González Tovar. López, sin embargo, venía liderando en la sombra desde hace meses al grupo de ´las alcaldesas´ que se había mostrado crítico con el tovarismo y que llevó su disidencia hasta el punto de apoyar en las primarias nacionales a Susana Díaz. Hubo conversaciones entre María González y Joaquín López para aunar efectivos en una misma candidatura, pero se deshicieron porque todo intento naufragaba en un punto: quién debía ocupar la secretaría general.
López, que no quería renunciar a probarse en solitario, también viajó a Madrid y también fue recibido en Ferraz por los mismos interlocutores que fechas antes habían tenido Conesa y González. De aquel encuentro dedujo que el primero sintonizaba realmente más con la dirección nacional y que el apoyo a Conesa era lo que ésta esperaba de él. No parece que el mensaje se le transmitiera de manera explícita, pero es obvio, como digo, que esa fue su deducción. Lo que para entonces estaba claro, y más tras la aparición de un tercer candidato en el intermedio, es que lanzar una cuarta opción habría sido complicado. López resolvió finalmente apoyar la candidatura de Conesa e intentar poner todos sus efectivos en la bolsa de éste.
Pero el gesto fraccionó definitivamente al grupo de ´las alcaldesas´ que hasta entonces lideraba, en cierta manera, López. Las de Molina de Segura, Esther Clavero, y de Santomera, Inma Sánchez Roca, que hace un año actuaron decididamente contra Pedro Sánchez en la ´rebelión de Ferraz´ y que posteriormente apoyaron a Susana Díaz, apuestan ahora con claridad por el sanchista Diego Conesa, mientras las de Cartagena, Ana Belén Castejón, y de Águilas, Mari Carmen Moreno, también anteriormente susanistas, se mantienen en una cerrada ambigüedad, que algunos próximos estiman calculadamente a favor de María González.
El ´núcleo duro´ de Conesa viene recibiendo con cierto recelo estos apoyos provenientes tanto de circunstanciales aliados del tovarismo como de quienes apoyaron inequívocamente a Susana Díaz. La ´pureza de sangre´ sanchista del alhameño se enturbia un tanto con estos añadidos, según se desprende de algunos comentarios en redes, pero es obvio que ganar unas elecciones significa sumar, de modo que estos nombres son bien recibidos, aunque sin entusiasmo, y menos porque es obvio que los apoyos no resultarán gratis en caso de triunfo.
En este sentido, hay otra aparente paradoja más en el caso de Conesa: está recibiendo los avales de figuras significadas del partido en otras épocas, algunas de ellas extraordinariamente convulsas, conformando un panel equivalente al que reunió Susana Díaz en su mitin inaugural de las primarias, una foto aquella (desde González y Guerra a Bono y Zapatero) que muchos coinciden en asegurar que le atrajo perjuicios frente a los bienes pretendidos.
García da la campanada. Pero si Joaquín López, ´integrado´ en el tovarismo, se opone ahora a María González, esta retirada aparece nominalmente compensada con el insospechado apoyo a ésta del cuarto pretendiente en las quinielas previas a la apertura de las primarias: Roberto García, siempre frente al tovarismo y, a diferencia de López, excluido por él. La apuesta del exalcalde de Beniel por María González es especialmente sorprendente, pues de todos los nombres en liza esta suma hubiera parecido inicialmente la menos probable.
Pero tal vez haya que considerar que el respaldo que hasta ahora tenía García entre dirigentes importantes del partido (Ramón Ortiz, Alfonso Navarro...) ha sido trasladado para la ocasión al tercero en discordia, Francisco Lucas, pedáneo de El Raal, que ha sido impulsado como tercera vía. Es probable que García, desprovisto de algunos de sus apoyos tradicionales, haya decidido dar un rodeo sumándose a la opción de quienes hasta ahora han sido sus adversarios. También es probable que ese gesto no sea bien entendido por otros apoyos suyos, de modo que García puede sumar y restar al mismo tiempo entre sus partidarios tras dar el paso de avalar a María González.
Es curioso que en las reuniones previas para conformar esta tercera opción, el exsecretario general Ramón Ortiz, uno de los puntales circunstanciales de Roberto García, anunciara con gran sorpresa para algunos de sus oyentes que no era ya el tiempo del de Beniel y que lo más práctico sería apoyar a María González. Esto significaba la pérdida de posibilidades para García, pero ¿qué ha ocurrido después?
Pues que ha sido García quien ha seguido el consejo de Ortiz, mientras éste con toda probabilidad apoya a Lucas, que en la práctica es el sustituto de refresco de la opción que representaba el exalcalde benielense. Por cierto que esta cualidad, la de exalcalde (dos mandatos con mayoría absoluta en tiempos de hegemonía municipal del PP) es quizá el mayor aporte de imagen de García a la candidata González, ya que contrarresta de algún modo el lema de ´opción municipalista´ de la candidatura del actual alcalde de Alhama.
Lucas busca la segunda vuelta. ¿Y qué decir del tercer candidato, Francisco Lucas? Sus aspiraciones, en la práctica, consistirían en limitar que quienes aparecen con más posibilidades de ganar, González y Conesa, obtengan el 50% de los votos, de modo que sería precisa una segunda vuelta entre ambos, según las nuevas normas para las primarias, y hacer valer en ella su apoyo a cualquiera de las dos candidaturas. En este sentido, tendrá una posibilidad práctica de integrarse en la gobernación del partido con más seguridad de la que dispuso Patxi López respecto al estatus sanchista, pues a fin de cuentas, el vasco, con un porcentaje reducido, fue aupado a la dirección federal más por gracia que por fuerza.
La
irrupción de Lucas, a quien se le concede alguna influencia en ciertas
pedanías de Murcia y en localidades como Cieza, Los Alcázares, y
probablemente en alguna agrupación cartagenera, ha roto levemente el
ambiente de cortesía, al menos hacia el exterior, que se dispensan
Conesa y González, pues arremete contra ésta y contra González Tovar
como responsables de la actual situación del partido. Puede suponerse,
pues, que en caso de segunda vuelta, si queda el tercero, sus apoyos
estarían cantados en favor de Conesa, si bien el fervor sanchista entre
quienes lo han aupado a la candidatura es más bien escaso.
Sin (muchas) diferencias.
El resto del discurso de Lucas lo constituyen eslóganes predecibles. Su apelación al ´relevo generacional´ como idea fuerza contrasta con la realidad de sus apoyos reales, y parece prescindible en un contexto en el que, a pesar de ser el más joven de los candidatos, los otros dos no son precisamente ancianos. Aparte de la tal vez imprudente oportunidad de hacer esa predicación en un partido cuyo grueso de militantes supera los cincuenta años de edad.
Pero si Lucas no presenta un discurso de demasiado alcance, tampoco cabe distinguir grandes diferencias en los de los otros dos candidatos.
Sólo hallamos algunas cuestiones de matiz. En Conesa hay una apelación permanente a la condición de militante: «las bases del cambio» es su lema, con el subrayado de la palabra ´bases´. Es un mensaje ´hacia adentro´, y aparca para una serie de conferencias sectoriales posteriores la redefinición de las políticas del partido para el conjunto de la sociedad. María González parece adelantarse con su lema «el PSOE que la Región necesita», trasladando la impresión de que el problema está ´afuera´, e insiste en que hay que fortalecerse para afrontarlo en la oportunidad que ofrece el momento decadente del PP.
No obstante, los militantes quizá se muestren más propensos a respaldar las distintas opciones por cuestiones de simpatía personal, alineación previa de las ´familias´ del partido o en refugio al rechazo que les puedan provocar a priori unos u otros candidatos. Sobre el papel no se expresan elementos de contraste pronunciados, como ocurría en las primarias nacionales, de modo que todo está entregado al imaginario que cada cual ponga en su candidato favorito.
Hay algo, no obstante, de lo que no cabe duda: si el resultado es ajustado, todo tendrán que hacer piña, pues el PSOE no está para arrinconar a nadie. Y lo saben.
Y ahora, ya sí, venga esa pastilla de Calmante Vitaminado.
Sin (muchas) diferencias.
El resto del discurso de Lucas lo constituyen eslóganes predecibles. Su apelación al ´relevo generacional´ como idea fuerza contrasta con la realidad de sus apoyos reales, y parece prescindible en un contexto en el que, a pesar de ser el más joven de los candidatos, los otros dos no son precisamente ancianos. Aparte de la tal vez imprudente oportunidad de hacer esa predicación en un partido cuyo grueso de militantes supera los cincuenta años de edad.
Pero si Lucas no presenta un discurso de demasiado alcance, tampoco cabe distinguir grandes diferencias en los de los otros dos candidatos.
Sólo hallamos algunas cuestiones de matiz. En Conesa hay una apelación permanente a la condición de militante: «las bases del cambio» es su lema, con el subrayado de la palabra ´bases´. Es un mensaje ´hacia adentro´, y aparca para una serie de conferencias sectoriales posteriores la redefinición de las políticas del partido para el conjunto de la sociedad. María González parece adelantarse con su lema «el PSOE que la Región necesita», trasladando la impresión de que el problema está ´afuera´, e insiste en que hay que fortalecerse para afrontarlo en la oportunidad que ofrece el momento decadente del PP.
No obstante, los militantes quizá se muestren más propensos a respaldar las distintas opciones por cuestiones de simpatía personal, alineación previa de las ´familias´ del partido o en refugio al rechazo que les puedan provocar a priori unos u otros candidatos. Sobre el papel no se expresan elementos de contraste pronunciados, como ocurría en las primarias nacionales, de modo que todo está entregado al imaginario que cada cual ponga en su candidato favorito.
Hay algo, no obstante, de lo que no cabe duda: si el resultado es ajustado, todo tendrán que hacer piña, pues el PSOE no está para arrinconar a nadie. Y lo saben.
Y ahora, ya sí, venga esa pastilla de Calmante Vitaminado.
(*) Columnista
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