En mi columna del pasado 12 de enero de 2016, hace ya año y medio, con el título El procès como intento de golpe
afirmé que estábamos en presencia de un intento de “golpe blando o por
secretaría” con el mismo objetivo de un golpe clásico solo que esta vez
no causado por un levantamiento militar, algo obviamente imposible aquí
y ahora. En síntesis, mediante una serie de trucos ilegales e
ilegítimos, se trata de establecer ese “doble poder” estudiado por los
clásicos, sustituir una legalidad por otra y cambiar la
institucionalidad.
Por disparatado que parezca, en este año y medio hemos asistido a ese
proceso que enfrenta ahora sus momentos decisivos. Todo ello ha causado
y va a seguir causando un notable aumento de las tensiones sociales y
políticas, sobre todo en Cataluña. Ese es precisamente uno de los
objetivos y medios buscados por los independentistas. Agudizar las
contradicciones, tema también estudiado por los clásicos.
Una muestra de
esa agudización del conflicto se pudo presenciar en la reciente
manifestación de Barcelona donde una minoría muy activa pretendió
transformar, y lo logró en parte, una concentración condenatoria de ese
brutal atentado en condenatoria de los símbolos e instituciones
españolas. De acuerdo, son una minoría pero la historia muestra el
poder de las minorías frente al abstencionismo o activismo insuficiente
de las mayorías.
Hasta ahora ese intento de golpe ha seguido avanzando aunque el gran
problema es hacia adonde. Según el gobierno de la nación hacia el
fracaso, hacia la nada. Según los “termocéfalos” independentistas hacia
la república independiente de Cataluña (perdón, “Catalunya”) como
miembro de pleno derecho y por derecho propio de la UE, edén de
riqueza, paradigma de libertad y de justicia y libre de corrupción. O
sea, la leche.
La última provocación ha sido la presentación ante el Parlamento
catalán de un “proyecto de ley de transitoriedad jurídica y fundacional
de la república”. Ahí queda eso. Como dirían los hermanos Marx “Y dos
huevos duros”. El gobierno Rajoy volverá a hacer lo mismo que ha hecho
hasta ahora o sea ir al Constitucional que hará lo mismo que ha
hecho hasta ahora: invalidar esa decisión anticonstitucional. Lo saben
los independentistas pero seguirán. Saben que no prevalecerán pero se
trata de causar el mayor daño posible.
Abrochémonos los cinturones, llegan los momentos decisivos en esta
triste historia. No está todo dicho ni mucho menos. Ampliar el respaldo
político y social al gobierno Rajoy en este momento y en este tema a
pesar de su trayectoria es imprescindible. Bienvenido sea el respaldo
del PSOE, esperemos que sincero y leal.
Una reflexión final. En esta apuesta el independentismo fracasará
pero el problema, mucho más agudo que hace un par de años, seguirá ahí
y no podrá ignorarse.
(*) Economista del Estado
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