A ver qué se nos ocurre a la vista de la profecía de La Vanguardia sobre las conclusiones de un órgano, la Ejecutiva del PSOE que aún no se ha reunido. Es lo que se llama estar al día... siguiente.
La reunión quiere fijar una actitud común PSOE-PSC con una oferta
concreta de negociación al bloque independentista, antes del 1/10. Esto
implica que no se pide una renuncia explícita al referéndum. Sin duda,
un paso en relacion al PP.
Porque
el fondo de la decisión del PSOE de formular su propia vía catalana lo
que hay (o debe haber) es un propósito de sustituir al PP en el
gobierno. Mientras el PSOE sea la oposición, sus ofertas de diálogo son a
calendas griegas. O accede al gobierno con el suficiente apoyo
parlamentario o aquellas son inviables. Dependen del acuerdo de una
derecha ya decidida a una política de confrontación de la que espera
buenos réditos electorales. Son ilusorias. Incluso arrancando de una
base de escaso (por no decir nulo) entendimiento como es el rechazo
frontal al referéndum con el consabido latiguillo de la legalidad.
Para
que el PSOE llegue al gobierno sin que haya elecciones anticipadas,
tiene que ganar una moción de censura. Esto solo es posible con los
votos de los independentistas catalanes. El punto central de la
negociación es este. ¿Pueden ceder ambos en algo? ¿En qué y a cambio de
qué? Un hipotético gobierno de izquierda podría gestionar la crisis
pactando un referéndum (como esperan nuestros socios internacionales) y
negociando tiempo y pregunta. Lo importante de una negociación es que
haya propuestas. No necesitan ser perfectas desde el comienzo.
Dos
adversarios de cuidado tiene esta propuesta. Uno viene de las filas del
propio PSOE. No es seguro que la regeneración democrática impuesta por
la rebelión de la militancia se haya transferido a la concepción de
España como nación. Solo mentar el referéndum levanta ronchas en
sectores del partido. Habrá que estar a lo que decida la Ejecutiva de
hoy. Al respecto es bueno recordar que, por compromiso electoral de
Sánchez en primarias, estas cuestiones se someterían a decisión de la
militancia. Háganlo. Atrévanse. Sometan este plan (u otro parecido que
lleve el voto favorable de los indepes) a la decisión de la militancia.
Lo que salga de ahí se someterá a la decisión del electorado.
El
otro adversario es la derecha. La amenaza de una moción de censura
propiciaría una disolución del Parlamento y unas elecciones anticipadas
que coincidirán con el referéndum catalán.
El
fracaso del gobierno es tan patente y los riesgos que entraña la
necesidad de taparlo con algún conflicto de envergadura tan obvios que
no se entiende por qué no se ha presentado ya esa moción de censura.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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