Fin de trayecto. La carrera política de
Pedro Antonio Sánchez ha concluido. En realidad, mirada por el
retrovisor, la carrera era una huida hacia adelante, hasta que el
corredor se ha visto arrojado fuera del circuito. Es, sin duda, un
acontecimiento dramático para el PP murciano, que se había entregado
plenamente a un líder que traía la renovación generacional y política
interna que podría garantizar la supervivencia electoral del partido.
Pero la operación ha resultado fallida.
Cuando PAS se lanzó hace dos años a la
conquista de la presidencia de la Comunidad contaba con que el caso
Auditorio constituiría un tropiezo grave en algún momento de la
legislatura, pero confiaba en poder esquivarlo tal vez precisamente por
su elevada posición, que disuaría de que se apretaran demasiado las
tuercas. Ha ocurrido lo contrario. La investigación judicial sobre un
presidente en ejercicio ha permitido que las circunstancias del caso
adquirieran mayor visibilidad y resultara imposible relativizarlas.
Por
si fuera poco, otro caso, Púnica, se cruzó en el camino de PAS cuando
éste ya ejercía en las alturas, un ´accidente´ imprevisto por él que,
sin embargo, añadió mayor presión y permitió que se le imputara un
presunto delito, cohecho, cuya ausencia del caso Auditorio servía para
matizar la importancia de las acusaciones.
Dos frentes imposibles
de dominar, a los que hay que añadir una pieza separada del Auditorio,
que se tramita en un juzgado de Lorca y que podría añadir una nueva
mecha a la situación y más pronto que tarde. Abandonar la resistencia a
una discreta retirada del primer plano de la vida política, de lo que la
renuncia a la presidencia del Gobierno fue el primer escalón, se hace
ya inevitable para aminorar los riesgos.
Con la suerte para el PP de que
esta acumulación de causas judiciales sobre su líder se está
produciendo en el ecuador de la legislatura, y no en la antesala
electoral. Van a ser dos juicios consecutivos, con sus correspondientes
sesiones abiertas, y tal vez un tercero. Esto apenas acaba de empezar.
Los argumentos de la defensa, que son básicamente los que se espolvorean
en las declaraciones públicas de los portavoces, resultan cada vez más
endebles y como dirigidos a ingenuos.
Ya se ve que las instrucciones
judiciales no se han sometido a argumentarios simples.
Mientras
tanto, la letra de las normas internas del PP, de los pactos de éste con
otros partidos y las expresiones de voluntad de algunos portavoces para
luchar contra la corrupción van quedando como letanías incoherentes,
murmullos sin sentido.
Una carrera madurada, diseñada en el
tiempo, con posibilidades de haber sido brillante en su contexto, ha
quedado interrumpida. Mejor que en el PP lo vean así cuanto antes.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/07/08/final-escapada/843726.html
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