El presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha dado por cerrado el
actual curso político y ha hecho su particular balance de lo que ha sido
ese curso, refiriéndose a la Economía, a la política exterior y a los
principales acontecimientos de una legislatura que empezó en julio del
año pasado. Ese balance, como era de esperar, ha sido de un tono tan
“galáctico” y tan optimista, especialmente en el aspecto económico, que
ha superado todo lo previsible, aunque a su favor hay que decir que ese
mismo optimismo es el que durante meses vienen reflejando todos los
expertos, Institutos y medios internacionales.
Para el presidente del Gobierno lo más importante hoy día es que
España se encuentra en el cuarto año de una recuperación notable. El PIB
registra un crecimiento del tres por ciento (0,9 en el último
trimestre, un récord) muy superior a la media de la zona euro. Gracias a
las reformas, la economía ha mejorado, la prima de riesgo está por
debajo de los 100 puntos, la confianza de los agentes sociales está en
máximo, crece el consumo y la inversión, el sector industrial muestra
dinamismo, la construcción se está recuperando, los servicios mejoran y
el turismo creciendo. “Estamos muy cerca de alcanzar los 19 millones de
personas ocupadas y el objetivo de los 20 millones de puestos de trabajo
se puede conseguir antes de 2020”. Según Rajoy “el país ha recuperado
el nivel de riqueza que teníamos antes de la crisis y eso se está
traduciendo en una importante reducción de empleo, una reducción al
ritmo de casi 4.000 empleos al día.”
Todas las precisiones que ha dado de forma exhaustiva sobre los
buenos datos económicos, se han convertido en vaguedades cuando,
inevitablemente y sobre todo a la vista de su comparecencia el miércoles
como testigo en el “caso Gurtel”, se le ha preguntado sobre la
corrupción. Tan vago, tan vago, que se ha resistido a pronunciar la
palabra maldita de corrupción, y se ha referido a ella cuando le han
preguntado como “ese tema al que usted se refiere”. En ese sentido, en
ese tema dice estar dispuesto a todo tipo de explicaciones en el
Parlamento, algo que han pedido PSOE y Podemos, pero que no parece que
se pueda producir en estos momentos, sino mucho mas tarde y
probablemente en la Comisión que se está reuniendo sobre la financiación
ilegal del Partido Popular.
Aunque se ha dado por cerrado el curso político la realidad es que
esta abierto en canal, especialmente por la grave situación en la que se
encuentra Cataluña y el empeño de los independentistas de llevar a cabo
el referéndum del 1 de octubre, aunque lo declare ilegal el Tribunal
Constitucional. Este viernes el Consejo de Ministros ha recurrido ante
el Constitucional la decisión de cambiar el reglamento del Parlamento
catalán para una reforma exprés que permitirá aprobar la Ley de
Referéndum y las de transitoriedad y de desconexión en una sola sesión,
sin admitir ningún tipo de enmiendas. Rajoy se la limitado a asegurar
que, bajo ningún concepto, se celebrara ese referéndum. “Una de mis
obligaciones como presidente del Gobierno es impedir el referéndum del
1-O. No me corresponde a mí el derecho a decidir lo que es España, le
corresponde a los españoles”.
Quizás lo más llamativo sea que la palabra mas repetida ha sido la de
“ansiedad” como mala consejera. Ansiedad entendida como “Estado de
ánimo de inquietud, agitación o zozobra”. Y es verdad que el señor Rajoy
no ha dado la mínima muestra de estar en esa situación, con lo que cabe
deducir que debe referirse a quienes piden su dimisión o insisten en
una nueva moción de censura…
(*) Periodista y economista
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