sábado, 24 de junio de 2017

¿Qué parte de la Constitución Española no entiende el NYT? / A.R. Mendizabal *

¿Será po­sible que Donald Trump tenga ra­zón, aunque solo sea por una vez? ¿Será verdad lo que dijo no una sino va­rias veces de que The New York Times es un diario fra­ca­sado? Es más que po­sible que todo sea nada más que la exa­ge­ra­ción de un fre­cuen­te­mente irri­table Trump, que cuando se pone a bom­bar­dear tuits no hay quien lo pare. Muchos otros creen que si algún pe­rió­dico de papel tiene sal­va­ción en el mundo, ése es el NYT. Pero este sá­bado no ha sido su mejor día. 

En la página 9 de su edición nacional, pero colgado horas antes en su portal web, el periódico más famoso publica un editorial titulado ‘El desafío de Cataluña a España’ que ha desatado efervescencia en algunos sectores. Catalanes, por supuesto. El propio presidente Puigdemont ha recurrido también él al tuit para comentar socarronamente: ‘Veo que la ideal del golpe de Estado en forma de referéndum no la acaban de comprar’. Y La Vanguardia considera que el editorial en cuestión es ‘contundente’.

Ni lo uno ni lo otro. El editorial opina, pero no es marchamo de autoridad infalible. De hecho, propone al Gobierno ‘permitir el referéndum’ y a los votantes catalanes ‘rechazar la independencia’. Si no se siguen sus consejos, advierte el NYT, ‘la intransigencia de Madrid sólo hará que se inflamen las frustraciones catalanas’.

El editorial le da hasta en el carnet de identidad al Gobierno Rajoy. Primero, porque ‘su dura actitud’ hacia los dirigentes catalanes ‘probablemente ha aumentado el entusiasmo por una medida con apoyo más que cuestionable’ como la del referéndum’. Segundo, porque los recursos al Constitucional ‘han galvanizado a los separatistas’. Tercero, porque tal como están las cosas y pese a superar Rajoy la moción de censura, las ‘divisiones políticas continúan agitando España’ después de las dos últimas elecciones sin mayorías parlamentarias.

Y en cuarto lugar, porque ‘un Gobierno central más capacitado podría desviar el fervor independentista dándole a la región un mejor tratamiento económico’. Algo que sea el actual, que el NYT lo presenta así: ‘Cataluña contribuye casi un 20% al PIB de España, mientras la región sólo recibe el 9,5% del presupuesto nacional’.

¿O sea, que parece reducirlo todo a la pela? No del todo. Una frase clave: ‘También ayudaría el negociar de buena fe con los líderes catalanes para hallar una solución política en lugar de depender de la restrictiva interpretación de la Constitución que hace el poder judicial para castigar los esfuerzos catalanes para una mayor autonomía’.

Menos mal que cita al ministro Méndez de Vigo cuando dice que el referéndum es ‘ilegal’, pero no explica por qué, más allá de esa calificación frívola de ‘interpretación restrictica de la Constitución por parte del TC. ¿Por qué no cuenta que el artículo 1.2 de la Constitución establece que ‘la soberanía nacional reside en el pueblo español’, es decir todos juntos y no por separado? ¿Cómo es que pasa por alto algo todavía más claro como el artículo 2 que proclama que ‘la Contitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles’?

Ítem más: ¿por qué se emperra en validar el atajo ilegal hacia el referéndum y sin embargo no propone que se sigan los pasos previstos en la propia Constitución para reformar el texto? Y sobre todo, ¿por qué sólo le pide diálogo al Gobierno y no a los dirigentes soberanistas, que en ningún momento han querido seguir la vía legal y desde hace cinco años se han refugiado en el mantra inflexible de referéndum sí o sí?

Y a fin de cuentas, ¿por qué no propone en ningún momento el NYT un referéndum sobre la independencia de California? ¿O la de Texas? ¿O la de otra docena de estados donde hay movimientos secesionistas? En una fecha no tan lejana como 2014, la agencia Reuter realizó una encuesta en EEUU que arrojó estos resultados: casi uno de cada cuatro norteamericanos es partidario de que el estado donde vive se separe, cifra que se eleva al 34% en el suroeste, incluido Texas.

Es recurrente la idea de la secesión en EEUU. Muy minoritaria, claro. Todavía colea generación tras generación el rescoldo de la Guerra de Secesión, sobre todo en el sur, y cuando Obama fue elegido presidente el movimiento experimentó un subidón, aupado por los grupos supremacistas blancos. Cuando Trump ganó pasó lo mismo en California, y se ha recrudecido en varios estados tras abjurar del Pacto Climático.

Es que la Constitución norteamericana precisa cómo se entra, pero no cómo se sale. Algunos consideran que la Guerra Civil dirimió el conflicto, una sentencia del Supremo declaró que EEUU es ‘una unión indestructible’, una ‘unión perpetua’ en la que los estados que la integran tienen una ‘relación indisoluble’. Y en todo caso, la Constitución ya ha tenido 33 enmiendas, 27 de ellas homologadas. El camino de la enmienda para la secesión sería largo y arduo, pero está abierto.

Otros, con algo de picardía y humor, ven cuatro formas de secesión en EEUU. Es ‘una guía en cuatro pasos’ publicada en The Washington Post el año pasado por el columnista Philip Bump. Primer paso: pedirlo educadamente, haciendo uso del ‘derecho de petición’ a la Casa Blanca. Todos los años llegan montones de peticiones, pero en cuanto a la secesión Bump está seguro de que esta vía tiene ‘cero posibilidades’ de éxito.

Segundo paso: una enmienda a la Constitución, como la ya comentada. Posibilidades, pocas: los requisitos exigen mayorías de dos tercios un mínimo de 38 estados. Tercer paso: por la fuerza. Es la opción que se ensayó en la Guerra Civil… De modo que las opciones son también cero.

Cuarto paso y único que podría eventualmente triunfar para la secesión de uno, varios o todos los estados: ‘Esperar el colapso del experimento norteamericano’, con la creciente polarización. Aquí es donde Bump hace una mueca: las opciones de éxito por esta vía son del ‘cien por cien’.


(*) Periodista


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