¿Será
posible que Donald Trump tenga razón, aunque solo sea por una vez?
¿Será verdad lo que dijo no una sino varias veces de que The New York
Times es un diario fracasado? Es más que posible que todo sea nada
más que la exageración de un frecuentemente irritable Trump, que
cuando se pone a bombardear tuits no hay quien lo pare. Muchos otros
creen que si algún periódico de papel tiene salvación en el mundo,
ése es el NYT. Pero este sábado no ha sido su mejor día.
En
la página 9 de su edición nacional, pero colgado horas antes en su
portal web, el periódico más famoso publica un editorial titulado ‘El
desafío de Cataluña a España’ que ha desatado efervescencia en algunos
sectores. Catalanes, por supuesto. El propio presidente Puigdemont ha
recurrido también él al tuit para comentar socarronamente: ‘Veo que la
ideal del golpe de Estado en forma de referéndum no la acaban de
comprar’. Y La Vanguardia considera que el editorial en cuestión es
‘contundente’.
Ni lo uno ni lo otro. El editorial opina, pero no es marchamo de
autoridad infalible. De hecho, propone al Gobierno ‘permitir el
referéndum’ y a los votantes catalanes ‘rechazar la independencia’. Si
no se siguen sus consejos, advierte el NYT, ‘la intransigencia de Madrid
sólo hará que se inflamen las frustraciones catalanas’.
El editorial le da hasta en el carnet de identidad al Gobierno Rajoy.
Primero, porque ‘su dura actitud’ hacia los dirigentes catalanes
‘probablemente ha aumentado el entusiasmo por una medida con apoyo más
que cuestionable’ como la del referéndum’. Segundo, porque los recursos
al Constitucional ‘han galvanizado a los separatistas’. Tercero, porque
tal como están las cosas y pese a superar Rajoy la moción de censura,
las ‘divisiones políticas continúan agitando España’ después de las dos
últimas elecciones sin mayorías parlamentarias.
Y en cuarto lugar, porque ‘un Gobierno central más capacitado podría
desviar el fervor independentista dándole a la región un mejor
tratamiento económico’. Algo que sea el actual, que el NYT lo presenta
así: ‘Cataluña contribuye casi un 20% al PIB de España, mientras la
región sólo recibe el 9,5% del presupuesto nacional’.
¿O sea, que parece reducirlo todo a la pela? No del todo. Una frase
clave: ‘También ayudaría el negociar de buena fe con los líderes
catalanes para hallar una solución política en lugar de depender de la
restrictiva interpretación de la Constitución que hace el poder judicial
para castigar los esfuerzos catalanes para una mayor autonomía’.
Menos mal que cita al ministro Méndez de Vigo cuando dice que el
referéndum es ‘ilegal’, pero no explica por qué, más allá de esa
calificación frívola de ‘interpretación restrictica de la Constitución
por parte del TC. ¿Por qué no cuenta que el artículo 1.2 de la
Constitución establece que ‘la soberanía nacional reside en el pueblo
español’, es decir todos juntos y no por separado? ¿Cómo es que pasa por
alto algo todavía más claro como el artículo 2 que proclama que ‘la
Contitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles’?
Ítem más: ¿por qué se emperra en validar el atajo ilegal hacia el
referéndum y sin embargo no propone que se sigan los pasos previstos en
la propia Constitución para reformar el texto? Y sobre todo, ¿por qué
sólo le pide diálogo al Gobierno y no a los dirigentes soberanistas, que
en ningún momento han querido seguir la vía legal y desde hace cinco
años se han refugiado en el mantra inflexible de referéndum sí o sí?
Y a fin de cuentas, ¿por qué no propone en ningún momento el NYT un
referéndum sobre la independencia de California? ¿O la de Texas? ¿O la
de otra docena de estados donde hay movimientos secesionistas? En una
fecha no tan lejana como 2014, la agencia Reuter realizó una encuesta en
EEUU que arrojó estos resultados: casi uno de cada cuatro
norteamericanos es partidario de que el estado donde vive se separe,
cifra que se eleva al 34% en el suroeste, incluido Texas.
Es recurrente la idea de la secesión en EEUU. Muy minoritaria, claro.
Todavía colea generación tras generación el rescoldo de la Guerra de
Secesión, sobre todo en el sur, y cuando Obama fue elegido presidente el
movimiento experimentó un subidón, aupado por los grupos supremacistas
blancos. Cuando Trump ganó pasó lo mismo en California, y se ha
recrudecido en varios estados tras abjurar del Pacto Climático.
Es que la Constitución norteamericana precisa cómo se entra, pero no
cómo se sale. Algunos consideran que la Guerra Civil dirimió el
conflicto, una sentencia del Supremo declaró que EEUU es ‘una unión
indestructible’, una ‘unión perpetua’ en la que los estados que la
integran tienen una ‘relación indisoluble’. Y en todo caso, la
Constitución ya ha tenido 33 enmiendas, 27 de ellas homologadas. El
camino de la enmienda para la secesión sería largo y arduo, pero está
abierto.
Otros, con algo de picardía y humor, ven cuatro formas de secesión en
EEUU. Es ‘una guía en cuatro pasos’ publicada en The Washington Post el
año pasado por el columnista Philip Bump. Primer paso: pedirlo
educadamente, haciendo uso del ‘derecho de petición’ a la Casa Blanca.
Todos los años llegan montones de peticiones, pero en cuanto a la
secesión Bump está seguro de que esta vía tiene ‘cero posibilidades’ de
éxito.
Segundo paso: una enmienda a la Constitución, como la ya comentada.
Posibilidades, pocas: los requisitos exigen mayorías de dos tercios un
mínimo de 38 estados. Tercer paso: por la fuerza. Es la opción que se
ensayó en la Guerra Civil… De modo que las opciones son también cero.
Cuarto paso y único que podría eventualmente triunfar para la
secesión de uno, varios o todos los estados: ‘Esperar el colapso del
experimento norteamericano’, con la creciente polarización. Aquí es
donde Bump hace una mueca: las opciones de éxito por esta vía son del
‘cien por cien’.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario