La magnífica novela “Patria” de Fernando Aramburu nos describe con
claridad meridiana la tibieza y maldad de un párroco de una aldea
vascongada respecto a los que fueron vilmente asesinados por la banda
terrorista ETA. Ciertamente la actitud de la Iglesia en aquella triste
época no fue para nada fiel al credo cristiano que dos mil años atrás
nos dejó Jesucristo. Una Iglesia cruel con las víctimas, de la que los
nefastos y sectarios Obispos Setién y Uriarte fueron paradigma, cuando
se negaron a rezar y a oficiar por los asesinados guardias civiles o
militares.
A mi recuerdo viene ahora aquella actitud cuando veo que en la
encrucijada en la que se encuentra ahora España, como consecuencia de la
perseverante posición secesionista de los políticos corruptos del 3%, y
de otros como la CUP y sus adláteres, que buscan la ruptura de la
legalidad constitucional y en definitiva la secular unidad de España,
aparecen ahora unos obispos catalanes, a los que nadie les ha dado vela
en este entierro, para hacer una proclama seudo separatista reclamando a
no sé quién simplemente algo que es ilegal y que va contra la propia
esencia de España y de la Constitución.
Así, leo que en una nota conjunta de la Conferencia Episcopal de
Tarragona, que congrega a los obispos de las diez diócesis catalanas y
que se ha celebrado al santuario de Nuestra Señora de Loreto de
Tarragona, los obispos han abogado para que “sea estimada y valorada la
singularidad nacional, especialmente la lengua propia y la cultura” de
Cataluña ” y lo expresan porque dicen “sentirse herederos de una larga
tradición de la Iglesia catalana que siempre afirmó la realidad nacional
de Cataluña”. Y ¡cómo no!, reclaman que sean escuchadas las legítimas
aspiraciones del pueblo catalán.
A ver, estos señores obispos parece que no se han enterado que existe
una norma que se llama Constitución, aprobada por todos los españoles,
incluidos los catalanes, que dice en su Artículo 2 que “La Constitución
se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria
común e indivisible de todos los españoles”.
¿Quiénes se han creído que son estos señores para proclamar
implícitamente desde su “púlpito” la necesidad de conculcar la legalidad
vigente en España en aras de una supuesta aspiración de unos catalanes
que no son ni siquiera la mitad del censo de sus feligreses?
Me da igual que desde otras instancias de la propia Iglesia católica
se diga ahora, al igual que sucedía con la Iglesia vasca, que esta no es
la opinión general de la Iglesia sino simplemente la de unos prelados
catalanes. La Iglesia católica es – dicen – universal y consecuentemente
no veo porque debe diferir el criterio de esta según el lugar desde
donde se haga la proclama. Y cierto es que hay “curas de a pie” que
están manifestando su disconformidad con este hecho, pero yo me pregunto
dónde está la Conferencia Episcopal Española. ¿No tienen nada que
decir? y el Papa Francisco, ¿qué opina de que unos subordinados suyos
siembren la discordia entre los feligreses catalanes?
Por lo que a mí respecta lo primero que han conseguido es que de
entrada corrija mi “x” para la aportación a la Iglesia católica y que
ahora quede reflejada para otros asuntos sociales. Sí, ya sé que esa
aportación va encaminada hacia la gran labor social de la Iglesia pero
¡caramba! ya no me fío un pelo de que sirva asimismo también para
inferir en asuntos tan serios como la unidad de España y el respeto a la
legalidad constitucional. Precedentes ya hay como cuando, por ejemplo,
hace años se desvió en el País Vasco dinero de Cáritas para apoyo a la
ETA.
Pienso que estos señores obispos, así como los otros que callan, más
deberían estar preocupados por el relativismo moral de la sociedad
española en general, pero especialmente entre los jóvenes, que ocasiona
el vacío que se observa en casi todas las iglesias en los servicios
dominicales. Basta darse una vuelta por las iglesias del centro de
Madrid y comparar la afluencia de ahora con la que había hace quince
años para corroborar lo que digo y si uno se acerca a las del
extrarradio lo que se ve es una importante presencia de la emigración
procedente de los países hispanoamericanos quienes en definitiva son
sostén de muchas parroquias y bienvenida sea esta aportación.
Es seguro que mi enfado no me va a llevar a buscar mi relación
personal con Dios en ámbitos distintos en los que me educado y crecido;
no, no me haré ni musulmán ni budista pero que mi alejamiento de esta
Iglesia formal va “in crescendo” lo saben hasta los chinos.
A estos obispos como diría un castizo “que les den dos duros”.
A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
(*) General de División de Infantería de Marina ( R ) y vocal del Consejo Directivo de Eurodefense
http://www.republica.com/proa-al-viento/2017/05/22/con-la-iglesia-hemos-topado/
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