sábado, 13 de mayo de 2017

López Miras camina sobre las aguas / Ángel Montiel *

El padrecito Stalin solía invitar a la URSS a los intelectuales europeos de izquierdas, valga la redundancia, para que constataran con sus propios ojos las maravillas del paraíso soviético. Con el tiempo, se supo que el paseo de aquellos turistas revolucionarios se producía por pueblecitos de cartón piedra expresamente construidos para la mirada exterior en los que ´vivían´ ciudadanos-actores que interpretaban con extraordinaria profesionalidad ante las visitas el estado de felicidad suprema del hombre sobre la tierra. 

En la Región de Murcia hemos empezado a celebrar el centenario de la Revolución Soviética con la utilización de algunos de sus ardides. Ahí está el paseo en barca, ayer, del nuevo presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, sobre aguas del Mar Menor para constatar con su mirada una tesis establecida antes de iniciar la singladura: que el mar es azul. Él ayer lo vio azul. Y se quedó confortado, pues no hay mejor informe técnico que el de la propia mirada, con independencia de lo que digan en tortuosos análisis llenos de cifras, signos y farragosos párrafos los expertos en calidad ambiental. 

La gozosa experiencia presidencial de ayer remite al método de propaganda stalinista, pero con una variable inquietante: no era a Stalin a quien paseaban por pueblos artificiales para comprobar las bondades de su gestión política, sino que era el propio Stalin el que presentaba aquel falsete a la vista de los demás, con la esperanza de que, de vuelta a París, la intelectualidad europea cantara las excelencias soviéticas.

Este es el aspecto que nos debe preocupar: no es que López Miras pretenda engañarnos sino que alguien pretende engañar a López Miras. Stalin nunca se creyó lo de sus pueblecitos, y nunca dijo algo sobre ellos; pretendió que otros escribieran lo que habían visto, en el inteligente supuesto de que tendría mayor credibilidad. Sin embargo, López Miras ha dado un paso más, y ha comprometido su propia mirada al declarar que ve las aguas del Mar Menor de un azul cristalino. Quien no haya sido asaltado por esa celestial visión será, sin duda, un antisistema o algo peor. 

Si el Mar Menor es azul cuando hace unos meses estaba en verde, ya está todo solucionado. Entonces ¿por qué crear, como ha hecho el nuevo presidente, una dirección general del Mar Menor? Después de transitar sobre las aguas y operar el milagro de la depuración como si se tratara de un Jesucristo que quisiera impresionar a sus apóstoles con sus artes para la milagrería, López Miras debería dar marcha atrás en su intención de dedicar una estructura administrativa a sanear el Mar Menor, pues ya está saneado. ¿O es que le faltan detalles? En principio, le faltan 19 banderas azules, que no es poco.

Tal vez estemos entrando en un fase en que tendremos que aceptar la palabra del presidente como argumento científico y esto antes incluso de que hayamos podido constatar algo más fácilmente demostrable: su credibilidad política. No debiera desperdiciarla con estos numeritos para crédulos.
 


(*) Columnista


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