Decíamos ayer, en un artículo publicado
en las páginas de nuestro diario de las libertades: "La responsabilidad
de adecuar el sector a la normativa comunitaria es de usted, no intente
trasladarla a los empresarios".
Nos referíamos, naturalmente, a don Íñigo Joaquín de la Serna, al ministro de la cosa. No nos hizo ni caso. Es más, de tapadillo, sin que estuvieran presentes los decididores,
se presenta en la sala para, cual rey mago con la alforja llena de
presentes, eso sí, costeados con nuestros dineros, intentar salvar lo
insalvable: la aprobación de su chapucero Real Decreto, justificado por
el éxito del acuerdo.
Pregunto señor ministro: ¿quién le aconseja en esta errada estrategia? ¿Quizá el presidente de Puertos del Estado, Sr. Llorca, ausente, cual ectoplasma, en todo este zafarrancho?
Se lo voy a repetir una vez más, con todo respeto: los empresarios de la estiba no pueden considerarse patronal; son comisionistas del cargador, del que paga por importar o exportar su mercancía a través de los puertos.
Conociendo la forma de negociar de los de La Coordinadora
(así se llama el sindicato de los estibadores), es una insensatez y una
cobardía dejar a los empresarios a los pies de los caballos, solos ante
el peligro.
"A ti qué más te da; si la cuenta de escala sube, tú se la
repercutes a tu cliente, así que si te interesa que el barco zarpe,
atiende nuestras justas peticiones". Este mantra es repetido una y otra
vez en cada acuerdo marco, en cada negociación, bien para aumentar las desorbitadas remuneraciones de los estibadores, bien para ampliar, sin motivo, el censo de los mismos.
Y ahora una de arena. Comprendo, señor ministro, el cabreo
que debe de tener, viendo a la señora Pastor encaramada a su cómodo
sitial institucional, cuando, como usted sabe, y muchos sabemos, nada
quiso hacer por la liberalización de la estiba cuando
era ministra de Fomento, a pesar del dictamen de Bruselas y la sentencia
de Estrasburgo, y teniendo como tenía el PP mayoría absoluta en el
Congreso que hoy lo ha vapuleado.
Otro que tal: el ministro de Justicia, secretario de Estado
de Infraestructuras en aquel entonces. Y no digamos nada del señor
Llorca, que incluso hizo suyo, en nombre del Estado español, un informe
de La Coordinadora que presentó en Bruselas para intentar defender lo indefendible, a pesar de lo cual usted lo sigue manteniendo en el cargo, sin que se sepa la razón de tal proceder.
¿Y ahora qué? Ahora, a negociar a toda prisa.
La liberalización de la estiba es no solamente una imposición de
Bruselas, sino una obligación ineludible si queremos que nuestros
puertos, sobre todo los que justifican su existencia por el trasbordo,
puedan seguir existiendo. Supongo que lo sabe, pero si la estiba no se
liberaliza, y conseguimos así bajar los costes del paso de la mercancía
por el puerto, el de puerto de Algeciras desaparece, el de Málaga
también, y el de Valencia entra en pérdidas, al no poder aguantar la
competencia de otros puertos cercanos que no están sometidos a ese
infumable monopolio.
Usted tiene la razón y la fuerza del poder, pero debe saber
que su jefe, don Mariano, concita tal grado de rechazo que los críticos
por su reprobable actitud estaban deseando darle en todos los morros.
No se desanime. En usted confiamos para que, rodeado por
personas capaces, sensatas y conocedoras de la problemática de la
estiba, sea capaz de poner a cada uno en su sitio; y, lo que es más
importante, sin tener que recurrir a nuestros dineros, que mucho nos cuesta conseguirlos.
Que Dios reparta suerte.
(*) Presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena entre 1996 y 2014.
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