Justo al conocerse las penas recaídas
sobre los acusados en el primer juicio de la serie Gürtel, estaba
Cospedal arengando a los delegados de su partido reunidos en congreso.
Debe reconocerse a esta señora un valor, un arrojo, casi se diría un
atrevimiento superior a lo habitual. Daría para una posible imaginaria y
elegante contestación a la famosa línea de Macbeth: "Me atrevo a todo
lo que hace a un hombre; quien se atreva a más, no lo es."
Efectivamente, es una mujer. La poderosa dueña manchega, a quien toca
siempre bregar con las peores fieras adversarias de la tranquilidad y la
prosperidad conservadoras, poner la cara en las circunstancias más
difíciles y acuñar genialidades que dan para una chirigota pública en
diferido.
Desde
luego, el valor es innegable. Hacer un elogio público (aunque sea a un
auditorio entregado) del principio de presunción de inocencia en el
momento en que los delegados veían en Twitter que estaban cayéndoles
trece años a Correa, doce al Bigotes, nueve a una exconsejera de
Camps, denota temple y valor. Según se acumulaban los años de condena a
gentes de su partido, otrora respetados personajes invitados a la boda
escurialense de la hija de Aznar, elevaba la voz la secretaria general
afirmando una y otra vez su fe en la presunción de inocencia. Algún
malage podría insinuar la sabiduría del "dime de qué presumes y te diré
de qué careces". Pero no es necesario. Presunción viene de presumir que
tiene tres significados en castellano. El segundo y el tercero se
refieren a la intención de atribuirse dotes, habilidades, virtudes, que
no se poseen. Seguramente los que aquí correspondan.
La
imagen de un partido de gobierno con unos dirigentes administrando el
Estado y otros cumpliendo condena o a punto de hacerlo por haberlo
administrado en su propio provecho deja atónito a cualquiera. Y más
habrá en el próximo futuro, cuando se juzguen las otras partes de la
Gürtel, o la Púnica o la caja B del partido, causa reabierta por
decisión judicial, en la que quizá haya de comparecer el presidente
Rajoy debido a los sobresueldos. El mismo al que Cospedal peloteaba ayer
atribuyéndole el solo mérito de haber llevado al PP al triunfo contra
todo pronóstico y al gobierno después gracias a la abstención del PSOE,
partido penetrado del sentido de la responsabilidad dinástica.
Por cierto, es curioso eso de llamar Bigotes al Bigotes. Tengo curiosidad por saber si, al informar sobre la Gürtel madrileña, los medios también llamarán Albondiguilla al Albondiguilla.
El
Congreso se clausura, sin duda con un peán de victoria, el domingo. El
lunes siguiente comparece a declarar como acusada la exministra Ana
Mato, la que no veía el Jaguar estacionado en el garaje de su
casa, que debe de ser como los campos elíseos, ni sabía cómo se pagaban
los viajes de la familia entera. En todo caso, no hay problema, va
moralmente sostenida por la presunción de inocencia.
Subo una breve entrevista que me hizo ayer Enrique Delgado para el ABC con
fotografías de Isabel Permuy. Está en el apartado de "Madrid" del
periódico, que es donde ahora trabaja Delgado. Estaba interesado en mi
opinión sobre la oferta que, al parecer, hiciera Iglesias a Errejón de
que se postulara como candidato a la alcaldía de la capital, sucediendo
así a Carmena.
Parece
evidente que la propuesta trataba de apartar al segundo a la vía muerta
de la alcaldía de la capital. Más o menos lo que hizo el PSOE en su día
con Tierno Galván, también personaje molesto para los intereses
creados, como Errejón. De ese modo, además, Iglesias conseguía dos
objetivos en uno: deshacerse de Errejón y de Carmena al mismo tiempo. Y
no sé cuál le parecería más apetecible. Porque si Errejón es molesto
para el pintoresco carisma de Iglesias, la independencia y libertad de
juicio de Carmena no le permiten capitalizar en su interés el gobierno
municipal de Madrid.
También
hablamos de lo que pueda suceder en Vistalegre II. Hoy he visto muchas
noticias y comentarios al respecto en las redes. Dice Delgado, con
ingenio, que, como buen politólogo, no arriesgo un vaticinio. En
realidad, no merece la pena. Podemos está fracturado; pero no en dos
bloques sino, cuando menos, en cuatro: Iglesias y sus neobolcheviques,
Errejón y sus institucionistas, Urbán y los "anticapis" y la matrioshka de IU, con el PCE dentro de ella.
No pudieron ni pueden ni podrán.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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