Como seguramente sabrán muchos de los lectores, el matrimonio Clinton
cuenta con una fundación dedicada, entre otros cometidos, a ayudar a los
desvalidos de este mundo y, de manera especial, a niños y otros
sectores menesterosos.
A esa tarea de llevar el bien y la
dicha por el mundo, han contribuido durante años de manera
multimillonaria naciones donde los derechos humanos brillan por su
ausencia - Ucrania, Qatar, Arabia Saudí… – y otras que, por el
contrario, destacan por su conducta en esas áreas. Se habría esperado
que la actividad de la Fundación Clinton se eclipsara de haber llegado
Hillary a la Casa Blanca.
A fin de cuentas, no era cuestión de dar la
sensación de que la fundación era solamente un gigantesco foco de
cabildeo y tráfico de influencias, abonadas en la época en que la señora
Clinton era secretaria de estado y, previsiblemente, multiplicadas si
se convertía en presidenta.
Sin embargo, como es sabido aunque pocos lo
anunciamos, las elecciones las ganó Donald Trump y ahora, precisamente
ahora, que no existe conflicto alguno de intereses y que Hillary podría
dedicarse a realizar el bien urbi et orbi los grandes donantes de
la fundación han comenzado a huir en masa.
Si la memoria no me falla,
la primera en marcharse fue Noruega apenas unas horas después de la
derrota electoral de Hillary. Mucho “we are the world, we are the
children”, pero los escandinavos llegaron a la conclusión de que la
fundación no se merecía un euro de sus arcas. A los pocos días, se
sumó Australia que había entregado a la fundación no menos de ochenta y
ocho millones de dólares de dinero público y que ahora había decidido
que ese pasado iba a ser presente y futuro. Luego se han ido sumando
los demás.
Es cierto que, apartada del poder, Hillary no podrá aprobar
la venta de más de ciento sesenta y cinco miles de millones en armas a
una veintena de naciones como Arabia Saudí, Argelia, Kuwait, los Emiratos Árabes, Omán o Qatar. También es verdad que contratos de
reconstrucción, como los firmados después de que Haití fuera arrasada,
no irán a parar a donantes de la Fundación Clinton. Seguramente
incluso que todo lo mencionado fue casual y no intencional. Pero ahora
que Hillary es totalmente independiente, ¿por qué se van los donantes de
la fundación? ¿Por qué dicen: Adiós, niños pobres, adiós?
(*) Periodista y escritor
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