ALICANTE.- La apertura de nuevos canales entre el Mar Menor y el
Mediterráneo agravaría la proliferación de fitoplancton en las aguas de
la laguna y disminuiría la salinidad de sus aguas permitiendo la
proliferación de nuevas especies, según explicó la profesora de la
Universidad de Alicante, Francisca Giménez Casalduero.
La experta, miembro de la plataforma Pacto por el Mar Menor,
alertó de que esa propuesta de ampliar o abrir más canales que
comuniquen ambos mares con el objetivo de renovar las aguas de la laguna
salada no serán una solución a su situación de degeneración, sino más
bien al contrario, perjudicarán aún más su ecosistema.
Según advirtió en un comunicado, la renovación del agua del
Mar Menor con ese sistema no sería inmediato, sino que habría zonas "de
remanso que probablemente quedarían sin sustituir durante años".
Además, lejos de reducir los niveles actuales de
fitoplancton, destacó, la renovación y oxigenación de la laguna haría
proliferar aún más esa especie de algas microscópicas, que crecen de
manera exponencial adaptándose a determinadas condiciones de luz,
oxígeno y nutrientes y ese crecimiento no se paraliza mientras haya una
renovación de esos elementos.
Con la entrada de nueva agua a la laguna, se renovarían esos
elementos permitiendo a las microalgas continuar con su proliferación,
explicó la doctora.
Además, Giménez Casalduero recordó que una de las
características del Mar Menor es su alta salinidad, que bajaría al
recibir aportes del Mediterráneo.
Esa salinidad elevada funciona como barrera natural para
impedir la supervivencia de determinadas especies, que podrían
proliferar si la salinidad baja, apareciendo por ejemplo de forma masiva
medusas altamente urticantes como la "pelagia noctiluca" o la "olindia
sp".
"En resumen, la apertura de nuevos canales de comunicación
con el Mediterráneo provocaría una pérdida de identidad, de
biodiversidad, de calidad del estado ecosistémico y un aumento de la
probabilidad de crecimiento masiva de especies dañinas", alertó la
experta.
Asimismo, explicó que la entrada en el Mediterráneo de las
aguas del Mar Menor también tendría efectos negativos, provocando daños
en las praderas de algas posidonias a la vez que "la degradación de los
ecosistemas marinos colindantes está asegurada, así como la pérdida de
calidad ambiental de un área emblemática para el turismo regional".
En su opinión, es necesario afrontar el problema del Mar
Menor "desde la raíz, reconducir las actividades que están generando las
presiones ambientales, potenciando una agricultura sostenible y
llevando a cabo actuaciones de reabsorción de nutrientes desde una
planificación integral en toda la cuenca y gestión de todas las posibles
fuentes de contaminación".
Más tarde, tras el cese de entradas de nutrientes, es en su
opinión cuando se deben plantear "actuaciones dirigidas a restituir los
servicios ecosistémicos desde un enfoque de restauración ecológica,
basada en la comprensión de los procesos ecológicos".
"La solución no puede ser el traslado del problema a los ecosistemas mediterráneos tras destruir los lagunares", concluyó.
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