Cuando el poder se siente inseguro o
quiere mejorar de imagen o necesita justificarse o simplemente
entretenerse, llama a los intelectuales. Desde que Platón pasara dos
temporadas en la corte del tirano Dionisio de Siracusa hasta las otras
dos que Philip Pettit estuvo asesorando a Zapatero sobre los arcanos del
espíritu republicano, pasando por las divertidas relaciones de Destutt
de Tracy con Napoleon o las de André Malraux con De Gaulle ,esta
simbiosis de conveniencia se repite siempre con similares pobrísimos
resultados.
Aunque
no lo parezca, la Junta llamada Gestora es hoy el poder en el PSOE. No
es más que poder porque otra cosa (legitimidad, ingenio, simpatía,
inteligencia, audacia, valor, etc) no tiene. Y, como poder, llama a los
sectores pensantes, los letrados, los antiguos clérigos, para que le
expliquen el presente y le descifren el futuro, como hizo José con el
faraón. Se trata de una vieja afición en el PSOE que, cada cierto
tiempo, convoca a sus intelectuales, de los que tiene amplia provisión
dado que dispone de medios para compensarlos. Lo hizo allá por los años
80/90 con el "Programa 2.000", volvió a hacerlo Zapatero con un "comité
de sabios" para que lo asesorara sobre qué hacer con la RTV. Lo hizo
después Rubalcaba, quien reunió una peña pensante, para redefinir el
PSOE y lo mismo hace la junta golpista. Luego, normalmente, el poder
ignora olímpicamente lo que las cabezas pensantes le recomiendan. Pero
eso es lo de menos. El poder sabe siempre lo que quiere y no hace falta
que venga ningún sabiondo a explicárselo.
Todo
cuanto toca el poder lo instrumentaliza. Quiere ideas, no que sean
verdaderas o justas, sino que lo legitimen y le den provecho. Así que el
problema no es el propio poder que, además, en este caso, tampoco se ha
molestado mucho en buscar. Los cuatro principales responsables de
apacentar a los intelectuales/ideólogos para que fabriquen la doctrina
son, según parece, Eduardo Madina, Rosa Conde, Ramón Jáuregui y Matilde
Fernández. De los cuatro, tres han sido ministros socialistas en épocas
remotas y tienen de intelectuales lo mismo que de misioneros mártires
del Japón, quizá menos. El cuarto, Madina, ni ministro ni intelectual.
Pero, aun así, insisto en que ese no es problema: el ámbito socialista
hierve con las aspiraciones de gentes más jóvenes, deseosas de destacar,
de aplicar sus saberes profesionales a vaticinar un futuro glorioso
para el PSOE bajo el mando esclarecido de los golpistas que hoy detentan
el poder.
No,
no es el problema. El problema es cuál sea la dimensión moral de unos
supuestos pensadores que se prestan a formar un coro de mistificaciones
para ocultar un golpe de mano que ha sustituido la democracia interna y
la legalidad del PSOE por un régimen de arbitrariedad, amenazas e
incompetencia. Todavía más claro: cuál sea la dimensión moral y
especulativa de unos intelectuales que se prestan a legitimar un golpe
que, por el momento y las razones aducidas, en el fondo, era un segundo tamayazo. Lo que sucede es que, en vez de millones, aquí se prometieron sillones.
¿De qué se quejarán estos catalanes? Lo
suyo es el puro victimismo. Todo el día lloriqueando por los rincones
que los oprimen, los explotan, les roban. Y, sin embargo, poco a poco,
van consiguiendo el restablecimiento de sus antiguas y queridas
instituciones. Rajoy, cuya buena voluntad hacía Cataluña es proverbial,
ha decidido restaurar la institución del virreinato, que estuvo vigente
hasta la Guerra de Sucesión, cuando Felipe V arrebató sus leyes y
libertades a los catalanes y, además, su querido virrey, sustituyéndolo
después por un humillante Capitán General. Ahora, la marcha hacia la
plena recuperación de la personalidad catalana ya no la para nadie.
Sáenz
de Santamaría, que piensa pasar más tiempo en el AVE que en su casa,
será la cabeza de puente de la Gran Nación en Cataluña, encargada de
reconstituir esa fraternal unidad que tanta gloria nos ha traído
siempre, como puede ver cualquiera que no tenga negros prejuicios
antiespañoles. Obsérvese: apenas puesto pie en tierra, la ratita
hacendosa se ha entrevistado con la representante de C's, Arrimadas y el
PSC, Iceta, además de yantar con unos empresarios, como gesto
significativo de qué intereses defenderá la señora en el Principado.
Los
eternos resabiados critican que la virreina haya dado audiencia antes a
la oposición que al gobierno. Ganas de malmeter. Si fuera ese su
propósito, habría empezado por entrevistarse con el dirigente de su
partido en Cataluña. Lo más probable es que los dos recibidos, Arrimadas
e Iceta, hayan sido los más madrugadores para ir a rendir pleitesía a
la virreina, representante del poder español.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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