La campaña para hacer tragar al PSOE a
Susana Díaz como secretaria general va a plena máquina. Lo que no quiere
decir que esté cosechando resultados optimos. Ni siquiera aceptables.
Hace unos días, su gabinete de relaciones públicas le organizó un viaje a
Bruselas sin ningún contenido concreto ni asunto específico que tratar.
Simplemente, un paseíto por Europa a cuenta del erario y a hacerse unas
fotos con los políticos y dignatarios más sobresalientes para dar a la
señora Díaz, cuyos viajes por el extranjero y aun España no parecen
haber sido cuantiosos, unos aires cosmopolitas de los que carece en
absoluto. Del aparato de propaganda para ensalzar su figura como
estadista de proyección europea, bien se ve, se encargó la Junta de
Andalucía que subió unos tuits haciéndose lenguas de la importancia
mundial de su jefa.
El viaje carecía de sentido y, de ser algo, tendría
carácter de partido porque la señora Díaz fue a Bruselas a entrevistarse
con los socialistas. En realidad, tampoco el PSOE hubiera podido dar
cuenta de la visita porque la mentada es presidenta de la Junta de
Andalucía y Secretaria General del PSA, pero no del PSOE, aunque actúe
como tal, cual buena usurpadora. La cuenta de twitter que debió informar
del viaje de la Sultana debía haber sido la del PSA. Pero eso le
parecía poco a la interesada.
Es
esta confusión permanente de papeles, son estos sobreentendidos, estos
disimulos y suplantaciones los que están convirtiendo lo que, de hecho,
es la campaña electoral de Díaz a la SG del partido que tiene dividido y
paralizado por sus intereses, en un ejemplo de manipulación y abuso
verdaderamente sórdidos a la par que cómicos. El presidente de la Junta
de golpistas del PSOE, allanado en todo a los deseos de Díaz, ha
aplazado a enero la reunión del Comité Federal prevista para diciembre
con el solo objetivo de dar tiempo a la buena señora a hacer olvidar su
golpe de mano del 1º vendimiario para desalojar a Sánchez con ayuda del
escuadrón pepero del PSOE, González, Rubalcaba, Corcuera, Bono, etc). Y
tiempo también para fabricarse una imagen menos odiosa y estúpida de la
que tiene y se ha ganado a pulso.
Tal
era el objetivo del paseo por Bruselas en donde, según anunciaban
encantados sus servidores, sería recibida por Martin Schulz y hablaría
en algún lugar de particular relumbre. Del hablar nunca más se supo; la
prensa no dice nada y, de haberse producido la charla, habrá sido al
grupo socialista español porque parece que, siguiendo inveterada
costumbre de los políticos españoles, la Sultana no habla más que su
propia lengua.
Y,
del encuentro con Schulz, nada de nada. Lo cual es lógico para
cualquiera que sepa cómo funcionan los asuntos públicos en Europa, en
donde el personal no está para hacerse fotos que luego puedan los
becarios de turno (estilo Sultana) lucir en el patio propio para
apuntalar sus pretensiones de hacerse con un cargo que, a todas luces,
le viene grande.
Así que Schulz no recibió a Diaz en su despacho por
falta de tiempo y, al final accedió a verse con ella en un pasillo para
hacerse una foto y durante tres minutos. Si descontamos el tiempo de la
pose para la foto y el de los traductores, es obvio que los tres minutos
se fueron en saludarse y no del todo: "Buenos días./Guten Tag, wie
geht's Ihnen?/¿Cómo? ¡Ah, si! Andalucía es una región de España..." Fin.
Tres minutos (la Junta afirma que fueron 15) y a la calle. Debe de ser
la foto más cara que haya pagado la Junta de Andalucia. Porque las que
se hicieron los tres politiquillos (Sánchez, Iglesias, Rivera) que
fueron a la base de Torrejón a que Obama les diera una palmada en el
hombro a la puerta del WC, las pagaron los gringos.
En
realidad este viaje era completamente innecesario y solo obedece a la
obsesión de la Sultana por contraprogramar a Sánchez quien, sin ningún
tipo de ayuda de su propio partido, goza de un apoyo entre la militancia
que Díaz no tiene. Al contrario, por donde va tiene la virtud de
encalabrinar a la gente con esa marrullería infame, consistente en
postularse para la SG contando con todos los medios y apoyos del
aparato, pero sin decirlo claramente. Está esperando que la propaganda y
el juego sucio de sus seguidores consigan lo que, por ahora, parece
harto difícil: que la militancia cambie de afición y, en vez de apoyar
al defenestrado, apoye a la defenestradora.
La
tarea es ardua y los propagandistas de la Sultana no paran barras en
los mayores dislates. Uno de estos correveidiles de la jefa, un señor
Jiménez, ha tenido la desvergüenza de pedir a Sánchez que congele su candidatura,
por supuesto mientras él mismo y el resto de los mandados de la junta
golpista publicitan por doquier la candidatura de Díaz y esta, como se
ve, utiliza todos los medios válidos o inválidos para imponerse. Esa
petición es tan miserable e inmoral como la de pedir a un corredor que
se ate los pies antes de comenzar la carrera.
Lo
que faltaba a esta operación de coronar el golpe de mano contra el PSOE
con una candidatura que acabará de hundirlo en la pesadilla de la
España cañí era ver a la jefa de los golpistas haciendo el ridículo en
Bruselas.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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