Con la aprobación en el último Consejo de Ministros del año de tres
medidas que poco tienen que ver, hasta ahora, con la trayectoria
política del PP y de su presidente (una subida del 8 por ciento del
salario mínimo interprofesional, la mayor subida en los últimos treinta
años, el incremento de un 0,25 por ciento de las pensiones y la
aprobación de un código de buenas prácticas bancarias ante las cláusulas
suelo de las hipotecas que los bancos tienen que devolver a sus
clientes, según el Tribunal Europeo de Estrasburgo), Mariano Rajoy se ha
presentado ante la prensa en el Palacio de la Moncloa este viernes para
hacer balance del año que termina.
En ese balance no ha querido
olvidarse de los grandes pactos de Estado que deberían apoyar Ciudadanos
y, especialmente, el PSOE , como añoranza de lo que, para él, sería la
Gran Coalición, algo que no fue posible este año.
Un año que, para él, ha sido especialmente angustioso, “lleno de
incertidumbres y sobresaltos”, porque no había forma de desbloquear una
situación política que ha durado más de diez meses y que parecía no
tener salida, y la única posible, pero sin garantías, porque ni los
resultados de unas terceras elecciones lo garantizaban, ni parece que
esa fuese la solución para la población, harta de la situación y que
habían encargado a los responsables políticos precisamente para que
encontrasen la solución, y no para que le volviesen a mandar a los
votantes a buscar esa solución en las urnas .
Este viernes, el presidente del Gobierno, que no ha dejado de
referirse a ese bloqueo político que ha tenido en vilo a Europa, sumida
en una profunda crisis por el Brexit y por el auge de los populismos, ha
subrayado que el país ha vivido “situaciones sin precedentes, como 10
meses de gobierno en funciones o una repetición electoral”. Sin embargo,
cree que en los últimos meses se ha conseguido “corregir la imagen y la
sensación de inestabilidad gracias a los acuerdos alcanzados” para
formar gobierno, pero también para cumplir los compromisos con Europa,
entre ellas la cifra de déficit pactada con el PSOE.
Aparentemente encantado de esa colaboración,hasta el punto de
insinuar que los socialistas aprobarán los Presupuestos Generales del
Estado (algo que viene negando la Gestora socialista) el presidente del
Gobierno, a pesar de las dificultades vividas, ha presentado un panorama
optimista desde el punto de vista político y económico, algo que ha
sido criticado por toda la oposición, incluida la Gestora del PSOE.
Según él, se ha conseguido devolver la confianza, la creación de un
millón y medio de nuevos empleos y volver a la situación de antes de la
crisis.
Por eso, dice que va a intentar que la legislaturas dure cuatro años,
durante los cuales “el Gobierno no escatimará para seguir legando a
acuerdos con las comunidades autónomas, pero la ley y la soberanía
nacional se respeta”. En este sentido, el presidente insiste que está
dispuesto al diálogo. “Pero lo que nunca puede ser el diálogo es un
contrato de adhesión. Cuando se plantea esto, o nada, o sí o sí, es muy
difícil hablar”. “La reforma de la Constitución”, ha insistido, “no va a
resolver el problema de Cataluña y no se arregla con un
referéndum”. “Un referéndum”, ha repetido, “que no se celebrará”.
Quizás lo más importante de su intervención sea ese llamamiento a las
fuerzas políticas, y muy especialmente al primer partido de la
oposición, el PSOE, para que acepte una dinámica de negociación, diálogo
y cesiones mutuas, a fin de alcanzar grandes acuerdos, grandes acuerdos
de Estado. Algo que algunos sectores del PSOE han rechazado insinuando
que Rajoy piensa que ya ha firmado, con socialistas y Ciudadanos, la
“Gran Coalición”, esa Coalición en la que tanto confió desde antes de
convocar las elecciones del 20 de diciembre del año pasado….
(*) Periodista y economista
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