jueves, 1 de diciembre de 2016

Montoro con los evasores / Melchor Miralles *

Lo tengo escrito. Es el más lamentable ministro de Hacienda que hemos conocido, y han sido unos cuantos. Pero Montoro ha sobrepasado todos los límites, ha utilizado la Hacienda Pública como arma contra discrepantes y críticos, ha hecho uso de información privada para asetear adversarios y, sobre todo, se ha cebado sin misericordia con los que pagan cabalmente sus impuestos sacándoles lo que no debía, masacrándoles con una política fiscal confiscatoria, y jodiendo la vida de muchos con reclamaciones y sanciones que sabe que perderá en los recursos, previo pago claro de la pasta y muchos años después, y aunque para ellos es calderilla que se pulen en tres comidas o un trinque, para los contribuyentes puteados es media vida que se va o los ahorros de años que se esfuman. Y se supone que Montoro obedece a Rajoy en esta locura fiscal indecente y canalla.

Pero esa dureza con los más débiles y con los que no engañan ni evaden se vuelve mansedumbre con los poderosos y los golfos apandadores. La última es que ha expirado el plazo establecido para revisar las declaraciones de los beneficiarios de la insultante amnistía fiscal que se marcaron, y ha pasado el plazo sin que Hacienda, tan diligente en masacrar a quienes pagan sin engaños, haya hecho nada para poder incrementar la ridícula recaudación de esa vergonzosa condonación de responsabilidades fiscales.

Alrededor de 30.000 contribuyentes afloraron o repatriaron 40.000 millones de euros sin que Montoro ni Rajoy consiguieran con esta amnistía intolerable y puede que ilegal, recaudar más que 1.200 millones. Dijeron que iban a recaudar el 7% y no ha llegado al 3%, y eso después de haber modificado las reglas y condiciones iniciales que impusieron a los golferas. Lo que era una amnistía ilegal nos lo vendieron como un proceso de regularización que iba a permitir recaudar una cantidad relevante, y al final se ha quedado en un favor a unos cuantos y en una ayuda insoportable a los evasores. Con un par. 

Y se quedan tan tranquilos, y van de buenos, Rajoy sigue con su cara de yo no fui y Montoro con los colmillos afilados para seguir sacando la sangre a los moribundos mientras los sanos reciben todo tipo de atenciones de Hacienda. Prescriben las tributaciones especiales, Hacienda mira para otro lado, incumple sus obligaciones e incluso el pacto firmado con Ciudadanos con tanta pompa en el Congreso y se la bufa. Y siguen a lo suyo, confiscando.

El Ministerio insiste en que hace una semana envió una cartita a quienes se acogieron a la amnistía (llamemos a las cosas por su nombre), y que con ello consiguen interrumpir la prescripción, pero los que saben consideran que nasti monasti. Pero sepan que a Montoro se la pela, porque los procedimientos para reclamar tardan años en sustanciarse con esta justicia insoportablemente lenta, y tantos años después él quizá esté ya en su despacho particular forrándose a ganar pasta y a asesorar a algunos de los evasores, y si Hacienda pierde a él no le afecta, que cargue con ello el que llegue. Pagamos nosotros.

No es solo el perjuicio económico para las arcas públicas que tiene como consecuencia la inacción de Hacienda con los evasores, es la política fiscal diseñada para abrasar a los contribuyentes que cumplen con economías escasas mientras se mira para otro lado con quienes más tienen y además incumplen sus obligaciones fiscales. Es la inmoralidad y la indecencia de utilizar la Hacienda pública como una herramienta confiscatoria y como arma para masacrar a quienes osan criticar, discrepar o salirse de la fila. Un dislate. Una canallada.


(*) Periodista


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