En política, las casualidades no
existen. Tras el doble resonante éxito de Pedro Sánchez en Xirivella y
Sueca, su taimada rival, Susana Díaz, que quiere ser candidata a la
Secretaría General pero sin decirlo todavía, aprovecha su posición
institucional para obtener ventajas con trampas y juego sucio, en los
que, como buena política profesional que no ha trabajado nunca en la
vida civil, es muy ducha.
Para oscurecer el posible acto de masas que
Sánchez y los suyos pretenden organizar en Sevilla el 16 de diciembre
próximo, el gobierno de Andalucía, presidido por esta oportunista sin
escrúpulos, está organizando otro acto en Jaén el mismo día,
aprovechando que es el 10º aniversario de la aprobación de la Ley de
Dependencia por un gobierno socialista. Podía haberse valido de
cualquier otra circunstancia. El caso es contraprogramar a Sánchez.
En
el acto de Jaén quieren los seguidores de Díaz matar tres pájaros de un
tiro: 1º) montan un acto institucional con uso (y probable abuso) de los
medios públicos para ello; 2º) también es un acto de partido en la
federación jiennense -caninamente fiel a Sánchez- con los medios del
propio partido que fletará autobuses de todas partes mientras que no
dará ni un euro para Sánchez; 3º) será un acto a la mayor gloria del
personaje, presentado como alguien con liderazgo y apoyo entre las bases
y no solo entre sus clientes y paniaguados.
No,
no hay casualidades. El interés de Díaz está claro: terminar la sórdida
faena que empezó con el golpe de mano de 1º vendimiario para postularse
a su vez como la única salvadora de un PSOE que ella misma ha
destruido. No tan clara parece ser la participación de Rodríguez
Zapatero en el acto de Jaén. La excusa oficial es que la dicha ley de
Dependencia se aprobó en su gobierno pero parece más cierto que le mueve
el despecho y la envidia personales. Zapatero está al servicio del
descarado arribismo de la andaluza porque le fastidia que otro -Sánchez-
sea mejor que él en todos los sentidos y trata de destruirlo como
pueda.
Obedece así también los designios del cogollo de ex-mandatarios
del PSOE, los González, Rubalcaba, Leguina, Bono, Corcuera, etc., esto
es, gente convertida en aliada objetiva (y también subjetiva) de la
derecha, auténticos submarinos del PP en el PSOE, pero que no puede
aparecer en público porque se notaría mucho que están todos movidos por
igual odio a Sánchez y la pretensión de este de rescatar un PSOE de
izquierdas.
No.
no hay causalidades. La burócrata andaluza necesita tiempo para mostrar
que también tiene apoyo de las bases antes de anunciar su candidatura a
la SG. Y tiempo es lo que le dan los criados que tiene en la Junta de
golpistas, cuyo presidente ya ha aplazado el próximo Comité Federal,
previsto para diciembre, a mediados de enero, para que su jefa, disponga
de un plazo mayor para seguir practicando el juego sucio institucional
contra su rival, Sánchez que no tiene los recursos de un gobierno
autonómico y a quien el aparato del partido no quiere ayudar en modo
alguno.
Es
un juego sucio, un abuso de poder descarado y detestable, un
desequilibrio tan evidente que será extraño no consiga lo contrario de
lo que se propone, esto es, que la militancia cierre filas más
estrechamente aun con Sánchez.
En
la actual crisis del PSOE emergen los habituales tres bandos en estos
casos: los apoyos y partidarios de Díaz, clientes de sus prácticas de
gobierno, cargos del partido directa o indirectamente dependientes de
ella y paniaguados en general de la estructura del PSOE, también con
intereses personales y materiales que guardar en otros lugares y gentes
del aparato. Todos ellos en nómina de la habitual oligarquía coronada
por las mencionadas viejas glorias, que son quienes mueven los hilos en
las sombars.
Por
otro lado, los seguidores de Sánchez, sin una estructura a la vista,
sin ninguna base de poder, perseguidos por el aparato, unidos por la
indignación al ver que el "NO es NO" de la dignidad del partido se
convertía en su contrario a cambio de un plato de lentejas. Gentes
movidas por la indignación de verse burladas por una oligarquía
partidista que, en el fondo, quiere ponerlo al servicio de la derecha y
hasta ahora va consiguiéndolo. Y gente por tanto que quiere elegir un SG
de izquierdas para dar un golpe de timón antes de que el PSOE se hunda
del todo.
Por
último, el habitual grupo de "equidistantes". Tengo buenos amigos entre
ellos (y entre los seguidores de Sánchez y hasta algún "susanista") y
escucho atento sus razones sensatas, equilibradas, amparadas en la
experiencia, el sentido común y la preocupación por su partido. Pero no
puedo por menos de observar que, si este ánimo podía ser razonable al
comienzo del conflicto, cuando ambas partes estaban más o menos
escindidas pero tenían similar poder, no lo es ahora, cuando una de las
partes -la agresora- tiene medios en abundancia, recursos de todo tipo
y, por supuesto, medios a su exclusivo servicio.
Decir que se es
equidistante entre dos contendientes uno de los cuales tiene todo el
poder, la institución detrás de él y la fuerza de la costumbre y el
otro nada, no es una posición éticamente sostenible. Por supuesto, el
hecho de encontrarte en inferioridad de condiciones en una contendienda
no te convierte en portador de la razón, pero sí en digno de que se te
respete y no se abuse de ti y el hecho de combatir en manifiesta
superioridad de medios materiales tampoco te priva de ella, pero sí te
convierte en cómplice y quién sabe si beneficiario de una injusticia.
Es posible que la aventura de Sánchez falle, que le falten fuerzas o que no disponga de los recursos necesarios para hacer frente a la guerra sucia del aparato institucional, los intereses creados y el sistemático boicoteo a que ya lo están sometiendo. La injusta desigualdad de posibilidades es patente en la orientación de los medios. Casi todos apoyan a Susana Díaz a pesar de ser de la derecha (o quizá por ello) y el resto a Podemos.
Es posible que la aventura de Sánchez falle, que le falten fuerzas o que no disponga de los recursos necesarios para hacer frente a la guerra sucia del aparato institucional, los intereses creados y el sistemático boicoteo a que ya lo están sometiendo. La injusta desigualdad de posibilidades es patente en la orientación de los medios. Casi todos apoyan a Susana Díaz a pesar de ser de la derecha (o quizá por ello) y el resto a Podemos.
Pero todos están unidos en la hostilidad hacia la
candidatura de Sánchez, enfrentada a un escandaloso silencio mediático.
Sin embargo, si el PSOE tiene alguna posibilidad de reconstruirse como
un partido de izquierda hegemónico con vocación de gobierno será
mediante el triunfo de esa candidatura. Cosa que se dará si se confirma
la tendencia iniciada en Xirivella y Sueca, esto es, que cuenta con el
apoyo de las bases.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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