Hay un discurso que pretende que el debate socialista radicaba en
habilitar o no un nuevo Gobierno de Rajoy, muy débil, pero Gobierno. Es
decir el bando de la abstención frente al del NO es NO. Pero es tan
probable como improbable, lo que de verdad discuten es el dominio del
partido, lo otro es accidental, instrumental.
La abstención o el rechazo
de Rajoy no puede ser el eje central de la estrategia de un partido
serio; es material táctico, pero no estratégico, tiene que haber otros
elementos de más calado en la estrategia, por ejemplo el modelo de
sociedad, por ejemplo que las explicaciones que el PSOE debe a sus
votantes desde mayo de 2010 sobre las razones del cambio de estrategia
decidido una negra noche por Zapatero, aspecto sobre el que Sánchez ha
pasado de lado, sin mencionar.
Un cambio que pudo ser explicado, al
menos haber aportado elementos de razón y de política. No lo hicieron,
sigue pendiente y lo están pagando.
Ahora en ambos bandos (críticos y sanchistas) hay gente decidida a
negar el voto a Rajoy aunque desde hace unas horas empiezan a intuir el
abismo que les amenaza con la hipótesis de unas elecciones en diciembre
que puede mandar al PSOE a la basura y a buena parte de sus dirigentes
al paro. Con un agravante, lo que el PSOE puede hacer para evitar esas
elecciones es bastante poco, dependen de la magnanimidad de Rajoy.
Hace dos semanas el PSOE estaba en situación de imponer condiciones
al PP, hoy es Rajoy el que dicta esas condiciones que, lógicamente,
pueden pasar por una rendición incondicional, por un apoyo de
legislatura en toda regla, por supuesto que sin tocar poder. De manera
que la posibilidad de unas elecciones en diciembre sigue abierta e
incluso con más probabilidades que la semana pasada. Los socialistas se
han disparado varios tiros en su propio cuerpo, una ráfaga, y la
recuperación requiere mucho tiempo.
Lo que está por ver es la estrategia de Rajoy. De momento parece
impecable, ni asomarse al lugar del crimen, ni una salpicadura, no
hurgar en las heridas del adversario, dejarles venir. Un argumento que
no ha aparecido todavía pero que pronto se pondrá en circulación es que
el actual parlamento ya no representa el mapa político español; los
representantes socialistas representan un grupo que implosionó el sábado
y que hoy carece de identidad, divididos y enfrentados, sin argumentos
ni estrategia. Rajoy puede sostener que el voto de los socialistas es
imprevisible, volátil, que con eso no se sostiene un gobierno serio. Las
expectativas del PP han mejorado sustancialmente y parece razonable que
quiera sacar ventaja, al final se trata solo de esperar un par de meses
ya que los daños de la provisionalidad ya están producidos y sin
remedio.
Otra cuestión es dónde irán los votos que les quedaban a los
socialistas; todos los demás grupos tendrán parte en el festín porque
les caigan votos o por el efecto de una mayor abstención que revaloriza
los votos efectivos. El mapa político cambio hace cuatro años, ha
seguido cambiando desde entonces y volvió a dar otro vuelco el sábado.
Tanta agitación necesita poso, que se disipe el polvo para ver lo que
queda en pie.
(*) Periodista y economista
No hay comentarios:
Publicar un comentario