Veo a Mariano Rajoy en el salón de columnas admirando la calavera de
Yorik y declamando a sus íntimos los versos de ‘La desesperación’ de
Espronceda: ‘Me agrada un cementerio/ de muertos bien relleno/ manando
sangre y cieno/ que impida el respirar…’. Sorayita se revolcaba de gusto
como una oronda pelota sobre la mullida alfombra de la Real Fabrica de
Tapices, mientras en el plasma ubicado junto al arpa en el salón del
ángulo oscuro se proyectaban las dramáticas imágenes de las tortas y el
griterío que inundaba las aceras y la calzada de la calle Ferraz.
Pero ante la escalada de la tensión, Mariano interrumpió sus juegos
florales cuando estaba a punto de declamar aquello de ‘me agradan las
queridas/ sin chales en los pechos/ al aire el muslo bello/ y flojo el
cinturón..’ y con voz de hombre dijo a Moragas: ‘Jorge, llama a Jorge a
Interior para que envíe mas lecheras de la policía a Ferraz porque a
Sánchez lo quiero vivo’.
A casi tiro de piedra de La Moncloa y en la oscuridad del monte de El
Pardo se veía temblar la lucecita encendida del Palacio de La Zarzuela
donde una voz tierna y trémula, como la de la niña que le abrió la
puerta prohibida al Cid, declaró: ‘así comenzó la caída del Palacio de
Invierno en el octubre rojo de Petrogrado’.
En el salón azul borbón se produjo un silencio estremecedor que
rompió el jefe de los servicios secretos con una cínica sonrisa: ‘no es
para tanto Majestad, la sangre no llegará al Manzanares porque lo
tenemos todo bajo control, y cuando el sótano de Ferraz retumbe con
mayor estruendo tomará la palabra la jefa de la conspiración, nuestra
elefanta blanca, que ha llegado con su guardia pretoriana de barones
traidores desde los cuarteles del Sur.
Cierto, la elefanta blanca, Susana Díaz, llegó, pero no solo no se
atrevió a tomar la palabra y el poder sino que para colmo empezó a
balbucear un llamamiento a la concordia y se echó a llorar. En el búnker
del Grupo Prisa, donde el ‘general Gonsales’ había instalado su puente
de mando conspirador en compañía de Fandi, Navalón, Solana, Almunia,
Rubalcaba y Cebrián, los allí presentes se echaron las manos a la cabeza
y Fandi exclamó: ‘¡se ha cagao, la elefanta se ha cagao!’.
Las cosas se estaban poniendo negras para los golpistas por el
derrumbe de la elefanta pero menos mal que llego Luena tan campante con
su urna de cartón bajo brazo para dar el pucherazo y a partir de ahí fue
Sanchez el que se hundió por la burda maniobra. La que provoco
deserciones entre los suyos y su derrota en la votación final del
tormentoso Comité Federal.
En el búnker -construido tiempo atrás por Palomino el cuñado del
general- cundió la preocupación. Solana, el ex secretario general de la
OTAN que había dirigido la guerra de los Balcanes declaró: ‘si la
elefanta no sirve la hemos de remplazar inmediatamente forzando una
maniobra de distracción por el flanco zurdo de la batalla, colocando al
asturiano Fernández en el centro de la gestora y luego ya se verá’. Los
mandos del golpe asintieron y así ocurrió.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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