Contemplar este jueves el panorama nacional, dentro del bloqueo
existente para la formación de Gobierno, un bloqueo que dura ya 240
días, es para llegar a la conclusión de que se comprende por qué estamos
dónde estamos y por qué la situación actual va a desembocar,
inevitablemente, en unas terceras elecciones generales que, además es
muy posible que no arreglen nada y volvamos, de nuevo, al punto de
partida.
La petición de sendas penas de prisión y de inhabilitación por
parte de la Fiscalía Anticorrupción contra quienes ha sido máximos
dirigentes nacionales del PSOE y de la Junta de Andalucía, José Antonio
Griñán y Manuel Chaves, así como contra cuatro consejeros del Gobierno
andaluz que permitieron el caso de los ERE (Expedientes de Regulación de
Empleo), penas que, en el caso de Griñán se elevan a seis años,
reflejan perfectamente que los abusos, el tráfico de influencias, la
prevaricación y la corrupción, han sido transversales y han afectado a
caí todos partidos políticos.
Al escándalo de hoy, que afecta de lleno al PSOE andaluz, se suma la
situación convulsa que está viviendo el PSOE nacional por los pactos de
gobernabilidad, e igualmente la situación también convulsa del PP, por
el último escándalo: el “caso Barberá”, la exalcaldesa de Valencia
imputada por el Supremo por blanqueo de capitales, que se niega a
abandonar el escaño del Senado, después de haberse dado de baja del PP y
pasar al Grupo Mixto. Y también, el inicio de un nuevo caso, que puede
afectar a Javier Arenas, uno de los hombres de mayor confianza de
Mariano Rajoy, según habría confesado el expresidente Matas a la
Fiscalía, habría intervenido para que la construcción de un hospital en
Mallorca le fuera adjudicado a OHL, a través del extesorero del PP,
Álvaro Lapuerta.
Todos estos episodios que han comenzado a surgir y que forman parte
del “embrollo nacional”, y que se agudizarán en las próximas semanas con
el inicio del caso Gürtel y Bárcenas, van a imposibilitar que pueda
llegarse a un acuerdo para la gobernabilidad del país. En estos
momentos, lo más probable es la celebración de unas nuevas elecciones, y
a eso apuestan por ejemplo dos de los más importantes e influyentes
diarios europeos: el británico Financial Times, el periódico de la City londinense, y el francés Le Monde.
Con ese estilo tan anglosajón, Financial Times hace una
relato de ese largo y caluroso verano que ha llegado a su fin en
España. “La nueva temporada de fútbol ha comenzado, los colegios han
abierto de nuevo sus puertas y los funcionarios están de vuelta en sus
despachos. La vida vuelve a la normalidad; todo como debería ser.
Salvo, por supuesto, en el único lugar que realmente importa ahora: el
fragmentado, dividido, disfuncional y, cada vez más breve Parlamento
español y el punto muerto en el que se encuentra el país desde hace
ocho meses”.
Y, a menos que los líderes de los partidos tengan alguna nueva idea
radical, se disolverá el Parlamento y se despejará el camino para
otras elecciones generales. Serían las terceras en un año, un fracaso
sin precedentes en la democracia española de cuatro décadas de
antigüedad. En Madrid y otros lugares, el tono de los debates
políticos oscila ahora entre la confusión, el aburrimiento, la
preocupación y la angustia real. Se teme que la política española se
“italianice” con cambios frecuentes de Gobierno y poca esperanza de
mayorías estables y coaliciones fuertes. “El país, temen algunos,
está empezando a parecer ingobernable”.
Parecida tesis es la que defiende Le Monde ante lo que llama
“el culebrón español”, si bien justifica la posición de Sánchez. El
“no” de Sánchez, dice, obedece a una triple lógica. La primera, la de
la supervivencia de los socialistas frente a Podemos. En las elecciones
del 26 de junio, el PSOE temía verse superado por el partido
antiausteridad, “Pedro ya no teme las nuevas elecciones” afirma un
cuadro del PSOE, convencido de que puede asestar un golpe definitivo a
Podemos. Manteniendo un discurso que no deja lugar al compromiso,
Sánchez espera recuperar a los simpatizantes que se dejaron seducir por
las arengas de Iglesias.
La segunda es la lógica también de la supervivencia de Sánchez en
el seno del PSOE. Los barones del partido, empezando por su gran rival,
la presidenta de la región andaluza, Susana Díaz, consideran que su
estrategia es demasiado arriesgada, convirtiendo a los socialistas en
los responsables del bloqueo. “Pero ningún barón propondrá la
abstención para permitir que gobierne el PP, eso sería un suicidio”. Y
la lógica, finalmente, de un retorno a un bipartidismo más
“gestionable” donde el PSOE y el PP, saldrían reforzados frente a las
nuevas formaciones.
Incapaces de encontrar un terreno de entendimiento, los cuatro
grandes partidos se han puesto sin embargo de acuerdo sobre la fecha de
las terceras elecciones: el 18 de diciembre. Unas nuevas elecciones
-serían un salto al vacío y, o bien los electores siguen votando a los
partidos tradicionales, o deciden votar lo mismo – España se
encontraría entonces en “una situación excepcional”, todavía más
difícil de gestionar que la de hoy.
(*) Periodista y eonomista
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