Después del gratísimo espectáculo del
Congreso de los Diputados con el revolcón que sufrió ese zote engreído
del Sobresueldos, los personajes, retornan a sus preparativos y
gestiones para la siguiente confrontación: si habrá o no terceras
elecciones.
Apenas
derrotado en segunda votación, el Sobresueldos nominó para director
ejecutivo del Banco Mundial al ex-ministro Soria, que dimitió
recientemente por haber mentido. Sí, ya sé que si en el gobierno del PP
se dimitiera por mentir, no quedaría un ministro y mucho menos su
presidente, un embustero compulsivo.
La realidad humana es compleja. O
quizá estaban ya preparando el nuevo destino de este típico héroe
antiprometeico de la derecha, pues si Prometeo sufrió martirio por robar
la lumbre a los dioses, este antieolo alcanza la gloria por robársela a
los hombres. El nombramiento, por lo demás, tan impresentable que hasta
los peperos peninsulares protestan, solo es una muestra más del alcance
de la inexistente palabra del Sobresueldos. Promete a Rivera luchar
contra la corrupción y lo primero que hace es inaugurar una línea nueva.
Luego
de esto, desplazado a la China o algo que ni él sabe en qué consiste,
el Sobresueldos ha dejado claro que piensa seguir aferrado al cargo como
una lapa, que le corresponde ser presidente, que volverá a intentarlo,
que el PP ganó las elecciones (lo cual le da derecho a gobernar según él
y su gabinete de prensa, El País), que los demás son un
galimatías, que Sánchez no tiene proyecto, bla, bla, bla. Este hombre
está dispuesto a que España se hunda antes que hacerse discretamente a
un lado y dar paso a otro. Lo suyo es la mentira, el abuso, el chantaje y
el yo, yo, yo.
Y
esto es lo que los partidarios de la abstención del PSOE, desde
González a Iñaki Gabilondo, pasando por Corcuera, Leguina y demás vieja
guardia querían infligir a los españoles con razones deplorables, mezcla
de miedo, conveniencia y desprecio por sus conciudadanos.
Sánchez,
por otro lado, parece haberse puesto en marcha sin perder un minuto. Su
llamamiento a Podemos y C's parte de un hecho incontrovertible: 180
votos NO al Sobresueldos y una hipótesis: si hay terceras elecciones,
tanto Podemos como C's sufrirán una importante merma de apoyo electoral.
Sánchez debe de creer que eso es materia prima suficiente para que
Iglesias y Rivera recapaciten sobre su recíproco veto y se avengan a
algún tipo de alianza que capitalice esos 180 "noes" en un gobierno de
188 o 189.
No
estoy muy seguro de que el socialista conozca bien la idiosincrasia de
estos jóvenes políticos, tan narcisistas como oportunistas, carentes de
palabra y sentido de la lealtad. Está bien que los incite a reaccionar,
limar asperezas y hacer algo constructivo. Pero sin olvidar que, si se
mueven, será por intereses de partido o, incluso, puramente personales.
Se nota en lo mucho que hablan de los generales. Sin olvidar que Podemos
votó "no" al PSOE en la investidura anterior porque quería destruirlo
mediante la apolillada estrategia del sorpasso anguitiano y que
C's ha pretendido afirmar la continuidad del gobierno del PP, el más
corrupto de la historia de la democacia española.
Y
la mejor manera de llevar esta intención a puerto es recordar que las
terceras elecciones son una posibilidad tan digna como otra cualquiera
para desatascar una situación imposible. Para Palinuo, que no tiene la
menor fe en la lealtad de Podemos o C's a un proyecto genuinamente
regenerador, es más que digna: es muy legítima y hasta conveniente.
Quienes dicen que no debe haber terceras elecciones porque darían
mayoría absoluta al PP o repetirían los resultados, olvidan que los
electores hemos absorbido mucha información nueva en los últimos meses,
que unos líderes, como Sánchez, se han crecido; otros, como Iglesias, se
han venido abajo; otros, como Rivera, han resultado tigres de papel; y
otros, como Rajoy, han mostrado su auténtica y repulsiva faz moral.
Corresponde, pues, señalar siempre que, si no se llega a un acuerdo
pronto, flexible y realista con Podemos y C's, las elecciones son un
buen recurso.
Los
dos emergentes deben ser capaces de sentarse juntos. Si Podemos no
traga a Rivera y quiere excluirlo del acuerdo a base de incorporar a los
indepes catalanes -cosa que a Palinuro le parecería de perlas- lo que
tiene que hacer es llegar a un acuerdo con ellos por su cuenta y llamar
luego a las puertas del PSOE. Aquel acuerdo no tiene por qué ser
difícil: las cariñosas (y para Palinuro incomprensibles) palabras de
Rufian para Podemos en el Congreso apuntan en el sentido de que cabría
un entendimiento entre Podemos y los independentistas. Si es así, ¿a qué
esperan? Séllenlo y vayan luego a hablar con el PSOE.
A
su vez, C's también puede mostrar su buena voluntad para constituir un
gobierno que evite las terceras elecciones, ofreciendo su abstención a
un pacto de las izquierdas.
Pero,
en todo caso, son los emergentes los que tienen que hablar (y, en el
caso de Iglesias, insultar y amenazar) menos y buscar soluciones por la
cuenta que les trae ya que para ellos las terceras elecciones sí que son
muy desaconsejables. Pero solo para ellos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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