Viven en un cisco permanente que parece no tener salida. Hablo con
tres dirigentes de Ferraz y me quedo con la impresión de que tiene
difícil salida, y que en la caída pueden arrastrar a muchos. Ahora un
grupo de militantes, inspirados por el jefe, se marcan una petición en Change.org.
“Militantes, votantes y simpatizantes en general del PSOE
pedimos a los medios de comunicación como televisiones, periódicos,
algunos barones y ex presidentes, que aunque les respetamos, tengan más
respeto hacia nosotros y hacia nuestro secretario general, por el acoso y
derribo que lleva últimamente. Nosotros los socialistas estamos con
Pedro en el NO a la abstención, y él NO es NO a Rajoy. Un saludo”. Y
están recogiendo firmas. Llevan 538 cuando escribo desde el andén.
Al margen de que es para nota lo mal redactada que está la petición,
me admira la facilidad con la que tanto personal habla en nombre de
todos. No sucede solo en el PSOE. Y el cisco el el que andan metidos
todos en el PSOE desde hace tiempo les lleva a ver campañas y
conspiraciones y a dirigirse a la prensa y a los socialistas críticos
reclamando que no se expresen libremente. Han perdido el norte.
Una joven veterana me comenta: “Desde Ferraz mezclan el No es NO con
el apoyo a Pedro y aprovechan el viaje para atacar a Susana. Que asco
dan”. Así de claro. Cruz de navajas por el futuro de un partido más que
centenario, en el que Pedro Sánchez naufraga y se muestra implacable en
el desatino. Descentrado, nervioso, inquieto, sin brújula, Pedro Sánchez
traslada la impresión de que cambia cada día de parecer, aseteado por
tierra mar y aire por su gente para que de una vez por todas evite que
vayamos a unas terceras elecciones en las que el desastre puede ser
mortal de necesidad.
Tras Felipe González, varios ex presidentes autonómicos, otros
actualmente al frente de Comunidades Autónomas y no pocos dirigentes de
todo signo, ahora sale el ex presidente Rodríguez Zapatero, que reclama
un debate interno en serio sobre la necesidad de que el PSOE se abstenga
para hacer posible la investidura de Rajoy y un mínimo de esperanza de
que España salga del atolladero de la crisis política,económica, social e
institucional que padecemos. Sánchez da la sensación de no tener prisa,
y me recuerda a Zorba el griego cuando ve derrumbarse la presa y
comienza a bailar el sirtaki mientras grita “que desastre más
maravilloso”. Porque él, aunque cada día se presenta más tenso, envarado
y nervioso, está encantado de haberse conocido.
No hay duda de que si el PSOE mantiene su no, habrá terceras
elecciones. Porque a estas alturas parece descartado que Sánchez trate
de formar un Ejecutivo con los independentistas catalanes y con los
desaparecidos de Podemos, unidos o desunidos, pero de vacaciones.
Y llegados a este punto, en el PSOE sucede como en el PP tantos
meses. Hay una responsabilidad ineludible del jefe, pero también tienen
la suya tantos dirigentes que no ponen pie en pared y fuerzan al número
uno a entrar en razón para evitar el desastre. Planteaba Pablo Sebastián
que si no, Sánchez debería dimitir, “que es lo que debió hacer en la
noche del 26-J tras su segunda derrota electoral”. Discrepo de nuestro
director.
Sánchez debió dimitir tras la flagrante derrota del 20-D,
cuando cosechó el hasta entonces peor resultado de la historia del PSOE.
Esa hubiera sido su obligación, eso es lo que habría hecho cualquier
otro dirigente de un partido en cualquier democracia solvente. De haber
actuado de ese modo no estaríamos todos ahora dónde estamos. Esto es lo
que hay. Un cisco formidable en el PSOE cuyas consecuencias afectan
seriamente a España.
(*) Periodista
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