domingo, 10 de julio de 2016

Las terceras elecciones / Ramón Cotarelo *

Quiere el saber convencional que, si hay terceras elecciones, el PP alcance la mayoría absoluta y Podemos se dé una buena castaña. No sé de dónde salen estas ideas, pero tienen mucha aceptación. Tanta que las partes directamente concernidas actúan en consecuencia. El Sobresueldos ha perdido ya quince días -cosa que se le da de miedo- y está dispuesto a perder los que le queden de aquí al siglo que viene, sin moverse, en espera de que la incompetencia de todos los demás le resuelva la papeleta de ser investido presidente del gobierno. Ya lleva doscientos días de bóbilis bóbilis. En esto, como en todo lo demás, le secunda C's, si bien este ve la hipótesis electoral con aprensión pues teme le suceda lo que a Podemos.

El nudo de la cuestión se ventila en la izquierda, PSOE y Unidos Podemos (UP) y en primerísimo lugar el PSOE que sigue siendo el eje en torno al cual giran todas las combinaciones posibles. Incluida la decisión última de ir a terceras elecciones. Parece como si, en estas segundas, los socialistas hubieran encontrado la fuerza y la decisión perdidas, lo que cambia mucho las cosas. El "no" rotundo de ayer de Sánchez a la triple posibilidad de favorecer por activa o por pasiva al PP ha clarificado el panorama. Lo que siga ahora dependerá de la capacidad del PSOE de mantenerse en esta gallarda actitud de "no" al Sobresueldos, no al gobierno del PP en ningún caso. De la capacidad de resistirse a los cantos en favor de la abstención no de sirenas sino de los viejos cachalotes del mar de los sargazos. 

Con ese "no" en el frontispicio, vayamos a las combinaciones posibles.

Deben descartarse, creo, gobiernos en minoría porque nadie se fía de nadie y los gobiernos minoritarios tienen que contar con una mínima lealtad a los compromisos que entre estos políticos de liviano fuste no se da en absoluto.

En ausencia de gran coalición solo hay dos combinaciones que den mayorías absolutas: a) PSOE+Podemos+C's= 188 escaños y b) PSOE+Podemos+indepes catalanes+PNV+Bildu = 180. La primera combinación fracasa ante la animadversión mutua entre Podemos y C's. La segunda ante la negativa cerrada del PSOE a permitir un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Por lo tanto, si no se da revisión alguna en las posiciones de las tres fuerzas, las terceras elecciones serán un hecho. Y lo serán porque todavía hay una posibilidad más siniestra que la nueva votación y es la continuidad del desgobierno del Sobresueldos con la asociación de presuntos malhechores del PP. Hipótesis que podría realizarse en la no muy descabellada posibilidad de una alianza PP+C's+Canarios con el añadido de un par de tamayos. Si se hizo en Madrid, rompeolas de las Españas, también podrá pasar en una de ellas, la más cutre e inmoral.

Para Palinuro está claro: lo mejor es la combinación PSOE+Podemos+Indepes+PNV+Bildu, pero, si trata de imponerse la continuación de este gobierno ignominioso, apoyado en un partido de corruptos y presuntos delincuentes, y no hay combinación posible de mayoría absoluta, lo mejor son las terceras elecciones.

Con una condición inexcusable: ninguno de los cuatro ineptos que han sido incapaces de formar gobierno por segunda vez, puede volver a presentarse como candidato. Eso sería lo unico que verdaderamente rompiera el maleficio de una política española dominada por la inoperancia, la incompetencia, la corrupción y la mentira sistemática.

Mañana hablaremos de la refundación de Convergència en un partido republicano e independentista y también de esos curiosos cónclaves habidos en el PSOE y UP para encontrar una explicación a sus respectivos fracasos electorales. 
 
 
 
 
Todos, todos, políticos, periodistas, dirigentes, personalidades, profesores, expertos, pierden el trasero por presentar la llegada de Obama como una visita oficial, aunque no se sabe qué caracter tenga, si es de Estado o no porque, a la hora de decidir algo en relación con el hecho, España no pinta nada. Lo cual molesta mucho al chusquero africanista que tenemos de ministro de Exteriores porque no sabe a qué carta quedarse. Como siempre, por lo demás. Hay unidad en la tropa al presentarlo como un asunto de relaciones internacionales entre dos países que mantienen estrechas relaciones (la expresión es obligada) y no como una visita que el emperador gira a sus guarniciones en una de sus colonias. No como lo que es: una humillación, tanto más lacerante cuanto el país ni siquiera puede permitirse lo único digno, esto es, vistas las circunstancias, cancelar la visita tout court.

Porque Obama no viene a España y prácticamente no pisa suelo español. Viene a Torrejón, se aloja en la embajada de su país, que es territorio de los EEUU, hace un par de escapadas al palacio de Oriente y a La Moncloa, como el que va al zoo y luego se larga a Rota, territorio norteamericano, a arengar a los soldados gringos. Entre medias y si ha lugar, recibirá a los tres mindundis de la oposición en Torrejón a las tres de la tarde (es decir, los dejará sin almorzar) y les dedicará el tiempo que cabe imaginar teniendo en cuenta que a las cinco ha de estar en Rota. Por supuesto, los tres mindundis tendrán que estar en permanente posición de alerta desde la mañanita por si hay cambio de planes. Y ninguno de los tres se atreverá a plantarse y negarse a ir de comparsa a donde le digan.

Desde luego, las comidas, los banquetes, los festejos, los engolados discursos, los regalos, los abrazos, las revistas de tropas, los himnos, todo eso a hacer gárgaras. Un encuentro de 50 minutos con el Sobresueldos, una declaración conjunta... y si te he visto, no me acuerdo. Todo lo que los españoles van a conocer del pensamiento de Obama pueden leerlo en una entrevista que, muy ufano, trae hoy El País, que, en realidad es un cuestionario escrito que el equipo del presidente respondió también por escrito con las vaguedades y simplezas de rigor y sin decir prácticamente nada de España.

Porque España no existe en el concierto de las naciones. Es como un apeadero al que acude la vicepresidenta del Gobierno, la ratita hacendosa, a aligerar el calor de Obama con un abanico más grande que ella quien, a su vez, recuerda mucho a Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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