Albert Rivera y Pedro Sánchez fueron pareja de hecho en la anterior
legislatura y juntos se hicieron la foto al pie del cuadro ‘el abrazo’
de Genovés y anunciaron el principio de la ‘histórica segunda
transición’. De la mano se fueron con 130 escaños al Congreso de los
Diputados a ver si por caridad Pablo Iglesias les daba su bendición en
la investidura pero el podemita, que ya estaba soñando con el ‘sorpasso’
los burló.
Y ¿qué ha sido de esta joven pareja de la política nacional a la que
el Rey Felipe VI demostró su simpatía dándoles el visto bueno para ir a
la investidura sin tener los apoyos suficientes para ello? Pues ambos
dos, Albert y Pedro recibieron un severo castigo en las elecciones del
26-J que ellos provocaron al someterse a la votación del Congreso. El de
C’s perdió 8 escaños y el del PSOE perdió 5, mientras Rajoy subía 14.
Pero en la última campaña electoral aparecieron distancias en tan
singular pareja social-liberal a la que los unía una obsesión enfermiza
contra Rajoy al que los dos han pretendido echar. Y puede que sigan en
ello si el próximo jueves el desaparecido Sánchez va al palacio de la
Zarzuela y le pide al Rey, como si fuera Salomé, la cabeza de Mariano
servida en una bandeja de plata como condición para que se abstenga el
PSOE en la investidura de otro candidato del PP que no sea Rajoy. Y esa
es la condición que pone Rivera para pasar de la abstención de C’s al
voto favorable al gobierno del PP.
Si algo así ocurriera, lo que no hay que descartar, Sánchez diría que
él no bloquea la investidura de un gobierno del PP sino solo la de
Rajoy al que el llamó ‘indecente’ en el debate televisado previo a los
comicios del 20-D. Naturalmente Sánchez quiere que primero se presente
Rajoy a la investidura y que salga derrotado como lo derrotaron a el. Y
sería a partir de ese momento cuando, de la mano otra vez, con Rivera
daría su ‘sí’ al gobierno del PP pero sin Rajoy.
Cabe imaginar que está pinza de Rivera y Sánchez contra Rajoy ya la
tienen estudiada en Moncloa y que el ataque personal a Mariano será
respondido con dureza con frases como las que siguen: ‘Rajoy tiene el
mandato de las urnas, se presentó a las elecciones como el candidato del
PP a la presidencia del Gobierno y los perdedores del 26-J, los que
sufrieron castigo y retroceso, no pueden chantajear al PP ni a sus ocho
millones de votantes’.
También podrían decir: ‘el que tiene que dimitir es el señor Sánchez
porque lleva dos derrotas consecutivas, en las últimas elecciones Rajoy
aumentó la diferencia con Sánchez en 19 escaños y con Rivera en 22, ¡que
dimitan los perdedores!’. Hay una tercera posible respuesta: ‘Si
Sánchez y Rivera quieren unas terceras elecciones para su tercera
derrota que lo digan sin rodeos, pero Rajoy no se va y si hay nuevas
elecciones las volverá a ganar’.
Entonces aparecerán en el escenario nacional los cabezones de la alta
política, economía y finanzas y le pedirán a Mariano que de un paso
atrás y eso tan redicho de ‘la altura de miras’, o ‘¡por España!’. Y los
medios conservadores de la comunicación, atentos a lo que digan tan
poderosos señores del dinero empezarán a dudar, mientras desde la
extrema derecha del PP los predicadores audiovisuales le saltarán a
Rajoy a la yugular.
Y puede que en el seno del PP Soraya, Margallo y Feijoo se vistan de
luto y simulen un aparente enfado inicial, tras el que se ocultara una
desmedida ambición para ocupar el sillón de Rajoy. El que dicho, sea de
paso, no está dispuesto por nada del mundo a salir de mala manera de la
Moncloa, porque además sabe que acabaría en un juzgado en su calidad de
presidente del PP por Gürtel, Bárcenas, Génova 13, por los ordenadores
vaciados o incluso por Rita Barberá.
E insistimos: ¿se ven en secreto Rivera y Sánchez para montar la
pinza contra Rajoy e intentar culparlo de que no haya un gobierno del
PP? No se sabe a ciencia cierta pero nadie lo debería descartar.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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