No recuerdo haber visto un caso mayor de
desvergüenza, de manipulación, de falta de profesionalidad y de
absoluta idiocia. Aunque no se lo crean, El País basa su
conclusión de que la mayoría de los votantes del PSOE prefiere que su
partido se abstenga en esa inenarrable pregunta. Por supuesto, el hecho
de que la abstención del PSOE sea elemento imprescindible para que siga
gobernando el presidente de los sobresueldos y su asociación de
presuntos malhechores, que es lo que El País desea, es aquí el elemento decisivo.
Por qué quiere El País
que España siga esquilmada por esta organización imputada por los
jueces, es algo que pertenece al secreteo de las buenas relaciones entre
el periódico de Prisa y la presidencia del gobierno. Dada la falta de
escrúpulos de un tipo como Cebrián, que es quien manda en el diario, lo
más probable es que se esté negociando trato de favor económico a
cambio del apoyo de este a las tropelías del desgobierno de la derecha.
Todo
lo anterior era sabido, pero se mantenía en un discreto silencio para
no exponer a la luz pública el giro dado por el diario, que no es otra
cosa que una traición al espíritu crítico y de independencia que lo
orientó desde el principio, cuando vivía Jesús Polanco, a quien este
Cebriancillo no llega a la altura del zapato. Muy mal tiene la derecha
que ver las cosas para que obligue a El País a quitarse la careta
y salir pidiendo expresamente la abstención del PSOE a favor de un
gobierno del PP que más de dos tercios de los votantes rechazan.
No
merece la pena analizar mediante crítica de texto o algún otro
procedimiento el enunciado de esa pregunta. Es tan manipulador, sesgado,
abusivo y, en el fondo, estúpido, que entretenerse con él es perder el
tiempo. Un aplauso especial merece ese "a cambio de una serie de
reformas" que debe de habérselo dictado el gabinete de comunicación de
La Moncloa. La próxima vez, que las explicite. Total, las conocemos ya:
todo se puede revisar excepto la reforma laboral. Como era de suponer.
Si el PSOE cae en la trampa de esta gente y permite gobernar al partido del saqueo de España, se suicidará.
El nombre y la cosa
Refundación de CDC que sale del empeño
convertida en Partit Demòcrata Català. El bautizo tuvo su anecdotario.
Puigdemont y Mas hubieran preferido el nombre de Partit Nacional Català.
Pero son tiempos en los que mandan las bases, los congresos, asambleas,
colectividades y el nombre de PDC goza de más simpatías. Curiosamente
parece ser el mismo con el que se presentó por primera vez a elecciones
Jordi Pujol, a fines de los setenta.
Pero eso no quiere ya decir nada.
Sí, en cambio, el baile de términos "nacional" o "demòcrata". El primero
atestigua voluntad nacionalista/independentista, pero no suena bien y
no solo por sus connotaciones conservadoras sino porque es una
contradicción en los términos. Un partido no puede ser "nacional" porque
entonces no es un "partido". Más que a partido, "nacional" se acomoda a
"movimiento", pero eso sí que pone los pelos de punta.
El
adjetivo "demòcrata" tiene connotaciones siempre positivas. Además,
presenta un efluvio nacional en la medida en que remite a la existencia
de uno de los dos grandes partidos en los EEUU. El hecho de que, a su
vez, los partidos estadounidenses -demócrata y republicano- hayan
cambiado a veces de nombre, incluso se hayan intercambiado el nombre,
abunda en este sentido.
Decisivo
es que en este congreso de refundación, el partido se haya proclamado
republicano e independentista. Anecdóticamente también que el otro
partido independentista catalán se llame "republicano" pone nominalmente
a los dos partidos catalanes bajo el ejemplo estadounidense.
Y, de
paso, al margen de toda perspectiva federal porque si difícil (aunque no
imposible) era imaginar una monarquía federal, innecesario decir una
federación que sea monárquica y republicana al mismo tiempo. Lo esencial
aquí es la República Catalana que pone de relieve la cobardía de la
izquierda española frente a su propia República.
Sociológicamente,
el nuevo partido simboliza la definitiva adscripción de las clases
medias al independentismo y el abandono de toda clase de autonomismo al
estilo Pujol y CiU. Un punto de apoyo muy importante a favor del proceso
independentista.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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