Las segundas elecciones, la particular segunda vuelta prevista en
nuestra Constitución, ha dado la razón a la estrategia de Rajoy tras el
resultado del 20D. No presentó su candidatura a la investidura y los
electores han comprobado durante estos seis meses cuál es la realidad y
la comparación con los demás candidatos.
Los electores del PP se han movilizado y los ciudadanos tienen ya una
experiencia acumulada que les permite valorar la deriva de los
gobiernos de izquierda en ayuntamientos y Comunidades Autónomas apoyados
por el PSOE. La izquierda radical, sectaria e indocumentada no es el
modelo que quiere este país, porque no crea nada positivo, detiene el
progreso y no traslada ninguna mejora a la sociedad. Ha sido un gran
error de la dirección de Ferraz la de aupar a Podemos a los gobiernos de
Madrid y Barcelona.
Tampoco es cierto que los nuevos partidos hayan sustituido o puedan
sustituir a los partidos dominantes que protagonizaron la Constitución
de 1978 y los 38 años de democracia. Se ha rechazado por segunda vez el
discurso de la dicotomía entre la casta y los nuevos partidos. La suma
de los diputados de PP y PSOE, 213 el 20D ha aumentado 9 escaños más,
222 el 26J, gracias al crecimiento de 14 diputados de los populares que
ha neutralizado los 5 escaños perdidos por el PSOE.
El resultado obtenido por los socialistas es claramente un fracaso
sin paliativos de Pedro Sánchez que ha llevado al histórico PSOE por
segunda vez al peor resultado desde 1978 con 85 diputados. En cualquier
democracia consolidada, el secretario general anunciaría esta misma
noche su dimisión, después de someter al país al esperpento de una
investidura fallida tras el 20D.
En su intervención ha culpabilizado a Pablo Iglesias del resultado
obtenido por el PP y por el del PSOE, olvidando que su partido tenía 110
diputados en 2011 y ha liderado la oposición desde entonces. Un
reiterado alejamiento de la realidad que no le van a permitir durante
muchos días sus compañeros de Andalucía que de él dicen de todo, menos
bonito. La presidenta de Andalucía ya le ha mandado un recado esta misma
noche.
En el PSOE hay sin duda personas capaces que tienen suficiente
experiencia acreditada en política para acordar con el PP una agenda de
reformas básicas que el país necesita y un marco de estabilidad,
especialmente con el reto de la redefinición de la UE tras el Brexit y
el lio de Cataluña. Y después a vigilar en la oposición la labor del
Gobierno, desde el rigor y la responsabilidad, para recuperar el espacio
político que le ha comido la formación de Pablo Iglesias.
Las elecciones han demostrado que en la política la aritmética es una
asignatura de difícil conjugación. La coalición de Pablo Iglesias y
Garzón no ha funcionado como preveían. Ni crecimiento ni sorpasso. IU o
lo que ha llevado en la mochila Garzón, no ha aportado nada, porque solo
ha sido el dinamitero de las estructuras de IU y sus electores se han
quedado en su casa.
El trió de perdedores lo completa Rivera que ha perdido una quinta
parte de sus diputados. Su estrategia ha sido equivocada desde el 20D.
Primero, convirtiéndose en el escudero y palafrenero de Sánchez en su
fracasada investidura. Y después en su agresividad con Rajoy en el
debate y durante la campaña.
A nadie se le pasa por la cabeza que un partido con el 13 por ciento
de los votos pretenda condicionar la dirección de un partido que tiene
el 30 por ciento de votos. Rivera además se ha equivocado en su
comparecencia imputando el mal resultado íntegramente a la ley
electoral. Con la misma ley electoral entró en el Congreso hace seis
meses con 40 diputados.
El problema en estas elecciones no ha estado en la ley electoral.
Ciudadanos si quiere permanecer en la política española tiene ser un
partido con una implantación general en todas las Comunidades que hoy es
muy desigual, con mejores políticos y algo más que Rivera only you.
Su trabajo en Cataluña ha sido muy meritorio, pero siendo la cuarta fuerza política con una diferencia de 105 escaños con el PP debe moderar la tendencia a dar lecciones a los demás. Ahora tiene la oportunidad de rectificar y comprender el momento político que vive España y Europa. Impulsar las reformas, apoyar críticamente al PP y madurar políticamente. Si se equivoca y no es útil a los electores puede acabar como Rosa Diez, en el averno de la política. Y si quiere ser un partido de centro debe tener clara que la equidistancia con el PP no puede ser el doble que la que practica con el PSOE.
Finalmente Rajoy sigue siendo fiel a sí mismo. La maquinaria del PP
funciona desde la oposición y desde el Gobierno, lo que no es
habitual. La recuperación de votantes es muy positiva, pero todavía
quedan electores a los que tiene que incorporar y evitar errores de
selección, de comunicación y de estrategia.
No va a ser fácil gobernar y la política de pactos tiene ser
inteligente que es lo que reclaman los ciudadanos, lo que puede
convertir un reto complejo en una oportunidad para el país.
(*) Abogado y Registrador de la Propiedad
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