“Cómo vivir cien años” es el título del libro que escribió el
médico hindú Swami Sivananda, que se puede leer gratis en español en
este enlace:
Dicho
título se ha quedado corto tras salir publicado recientemente el libro
“Morir joven a los 140 años” de María A. Blasco, directora del Centro
Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Me he
preguntado muchas veces por qué la vida humana se ha hecho tan corta
para los que estamos jubilados, y he leído que con un código genético
perfecto y restaurado podríamos vivir hasta 1.200 años, en teoría. Pero
creo que para ello tendremos que esperar a la “Jerusalén celestial”
prometida por el Apocalipsis de San Juan.
El ADN actual tiene
sólo dos hebras, cuando debería tener doce hebras, lo que avala la
hipótesis de que hemos sufrido una gran degradación genética. ¿Es éste
el “pecado original” de la Biblia? Ya están naciendo niños con tres
hebras.
Pero aparte de los defectos genéticos que todos
tenemos, también existen razones éticas. Imaginen el daño que haría
Alcapone si viviera doscientos años. La Humanidad no tiene un desarrollo
ético suficiente para asumir la responsabilidad de una vida centenaria.
Recuerden el dicho de que todo poder conlleva una gran responsabilidad
ética.
Es legítimo desear una vida larga y saludable pero
siempre con una motivación altruista de ayudar a los demás y tener más
tiempo para la auto-realización.
Hay muchas teorías sobre las
causas del envejecimiento celular pero la ciencia médica está muy verde
todavía para vendernos un “elixir de larga vida”. No me atrevo a hablar
“de eterna juventud” porque en la vida no hay nada eterno.
Pero
donde no llega la ciencia, llegan las tradiciones medicinales de China e
India especialmente, que han convertido a este periodista en un devoto
del ginseng y de la jalea real, entre otros muchos remedios naturales
que explica Fernando Sánchez Dragó, padre a los 75 años con 70 pastillas
diarias:
en su nuevo libro titulado “El elixir de la eterna juventud”:
Dicho
'elixir' se compone entre otras cosas de cordyceps del Tíbet, caparazón
de crustáceo, melatonina, resveratrol, gingsen, palmito para la
próstata, etc.
Merece la pena invertir un diezmo de nuestros
ingresos en estas maravillas de la naturaleza para mantenerse en forma,
sin olvidar nunca la dieta y el ejercicio físico adecuados, así como
cuidar las emociones para mantener un corazón puro y sin espinas, porque
no hay nada más destructivo que las emociones negativas.
Este
periodista es devoto de un secreto de la alquimia muy poco conocido, el
Oro Monoatómico u ORMUS (Orbitally Rearranged Monoatomic Elements):
que
lo estoy tomando con excelentes resultados. Tanto es así que en
Alemania han creado la Iglesia del Oro Monoatómico, pero eso ya es otro
tema, como crear la Iglesia de Maradona en Argentina o la Iglesia de
Elvis Presley en EE.UU.
La conclusión es que hay que cuidar el
cuerpo porque es el instrumento más maravilloso que nos ha regalado el
Creador. ¡Cuídense!
(*) Periodista
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