Escribo desde la reflexión de unas horas, y tras confirmar lo que
escribí varias veces durante la campaña, que era muy probable que
hubiera sorpresas. Y vaya si las ha habido. Ya han hablado las urnas y,
de entrada, constato que ha habido varios perdedores. Evidentemente
Pablo Iglesias y Alberto Garzón y sus respectivas huestes. Y Pedro
Sánchez, claro. Y Albert Rivera. Y, así en general, buena parte de los
periodistas y los medios. Y las empresas que se ganan la vida haciendo
encuestas y cocinando sus resultados.
Porque ha quedado claro, en mi
opinión, que han funcionado varios miedos, el último el del Brexit, y
que el personal vota sin dejarse presionar y muy alejado de la
sociometría, de las redes sociales, de los medios de comunicación, del agit prop
y la propaganda, la antigua y la contemporánea, de la gran empresa y de
los diversos centros de influencia y pensamiento.
Y ha ganado Rajoy,
que ha derrotado a todos sus adversarios y, además, a todos los
derrotados mencionados unas líneas más arriba. Porque aquí el único
sorpasso que se ha producido es el futbolístico, tras la derrota de
España que pone final a un ciclo glorioso. Insisto, creo que en las
elecciones, vencer, lo que se dice vencer desde el convencimiento
profundo, no ha vencido ninguno. Pero ganar, ha ganado Rajoy. Y han
perdido todos los demás.
Ha ganado Mariano Rajoy Brey haciendo lo que domina, o sea, no hacer
nada, dejar que los demás se cuezan en su propia salsa, leer el Marca
y descojonarse de los periodistas, los medios, los empresarios y los
colegas que creen que debiera haberse ido hace tiempo. No lo ha hecho y
aquí está. Presto a intentar formar Gobierno tras un paseo por la Europa
desunida. Ha ganado votos pese a la corrupción y a la gestión
deficiente hasta el último segundo, pese a los escándalos incesantes (el
último el del ministro de Interior, aún pendiente de muchas
aclaraciones). Y pese a esa sensación de quietismo insoportable, a esa
estrategia mezcla de caracol y avestruz suya de siempre. Y se muestra
ufano de haber derrotado al PSOE en Andalucía.
Ahora quiere formar Gobierno. Sabe perfectamente que va a ser un
Ejecutivo débil, más que probablemente en una legislatura corta, pero
confía en la incapacidad de sus adversarios para darle la puntilla
política, y en el miedo de los muchísimos dirigentes críticos que tiene
en su partido, porque sabe que ahí nadie mueve un dedo. Y se dispone a
dejar pasar el verano, poner en marcha los Congresos regionales y el
Nacional, el bueno, el suyo, tomárselo con calma, y decidir los pasos
que opta por dar en la regeneración interna.
Tiene dudas, pero me
garantizan que no descarta repetir en la candidatura a presidente del
Gobierno en las próximas elecciones. Respecto al Ejecutivo, va a
intentar convencer a Ciudadanos y a PSOE, y le gustaría que ambos
partidos ocuparan asiento en el Consejo de Ministros, incluso quizá
alguno de ellos, o quién sabe si los dos, con vicepresidencia. Si no,
hay otros caminos, y ya ha comenzado a dialogar con PNV y canarios,
cuyos votos pueden terminar siendo decisivos.
Respecto al Gobierno, veremos a ver qué hace finalmente el PSOE,
donde hay insistencia en muchos dirigentes, sobre todo veteranos, en que
hay que dejar gobernar a Rajoy. Hay que ver si PSOE y Ciudadanos se
olvidan de la política de los vetos personales y afrontan una
negociación de programas, de contenidos, de reformas, para tratar de
arrancar una legislatura que probablemente sea corta, pero regeneradora
en la que con celeridad se afronten reformas que son ineludibles en las
que PP, PSOE y Ciudadanos están de acuerdo, aunque en el PP sea más por
necesidad que por convicción, porque Rajoy cambiaría por sí mismo muy
pocas cosas.
El PSOE, donde Pedro Sánchez debiera dimitir, parece que se aplaza la
batalla sucesoria tras la enésima debacle. Son conscientes de que les
ha salvado la campana y no ha sido por méritos propios, pero evitar que
les sobrepasara Unidos Podemos les hace sentirse un poco menos hundidos.
El partido del Pablo Iglesias verdadero no ha de afrontar una
renovación, sino una reconstrucción, y ya veremos cuando la pone en
marcha. En cualquier caso, ha de compatibilizar esa cuestión esencial
interna con liderar una oposición noble y dura para afrontar las
siguientes elecciones con posibilidades de no seguir en la cuesta abajo.
Unidos Podemos se ha dado un batacazo, y lo saben. Podemos ha perdido
el 20% de los votos allí donde está gobernando, y ese es un indicativo
importante. Se ha dejado por el camino un millón de votos, que no son
pocos, el pacto con IU ha sido un fracaso y ahora han de centrarse en
llevar a cabo una labor de oposición que les permita afrontar las
siguientes elecciones con posibilidades de ganar. ¿Podrán? Pablo
Iglesias comienza a ser seriamente censurado y la imagen de la fiestuqui
del domingo con la banda sonora de los años 70 a tope no les ha
ayudado.
Y Ciudadanos. ¡Ay, Ciudadanos! Albert Rivera y su equipo no han
sabido movilizar a los votantes que necesitaba. De nuevo la última
semana de campaña ha sido mala. Y ahora mantiene cierta relevancia,
tiene un papel que jugar, aunque no sea principal, y si tienen habilidad
les puede dar algún rédito. Pero hay algo de contestación interna, un
punto de desinfle. Algunas confusiones. Y el daño que les ha hecho la
Ley D´Hondt no es suficiente para justificar un resultado malo.
Esto es lo que hay. Ahora atentos a las negociaciones. Creo que habrá
Gobierno, pero termino apuntando a que en esta materia también puede
haber sorpresas. Lo veremos. En no mucho.
(*) Periodista
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