El general Charles De Gaulle siempre se opuso a la entrada de Gran
Bretaña en el seno de la UE. Decía que los ingleses no eran de fiar y
que el Reino Unido era el caballo de Troya de los Estados Unidos en el
continente europeo. Su profecía se ha cumplido y será exacta en casi
todo si Donald Trump triunfa en los EEUU con su aislacionismo proverbial
y se aleja de la UE, lo que tampoco hay que descartar, en pos de
imágenes de los tiempos del viejo imperio inglés que solo existe entre
quienes no han entendido los cambios y consecuencias del mundo global en
el que vivimos.
Los ingleses lo van a pagar muy caro en su economía y en su propia
convivencia interna al tiempo que se abre una crisis de enormes
proporciones políticas y económicas a los pies de la Unión Europea
después que el pueblo británico votara ayer en contra de la permanencia
de Gran Bretaña en el seno de la UE (52-48), y de las consignas del
Gobierno de David Cameron. El gran culpable de esta situación por
convocar tan temerario referéndum en un tiempo en el que la crisis de la
economía, descontento social y del impacto de la inmigración en el
Reino Unido han ocupado la primera línea del este debate nacional.
Un debate donde la reina Isabel II también echó su cuarto a espadas
en favor del Brexit cuando alguien le escuchó -y se publicó- decir:
‘deme tres razones para seguir en la UE’. Pues hay muchas más de tres y
desde luego muchas mas de las que justificarían la permanencia de la
monarquía en Inglaterra.
Vuelven los populismos y vuelven los nacionalismos en toda Europa. Lo
hemos visto recientemente en Italia, durante sus elecciones
municipales, lo acabamos de ver ahora en el Reino Unido y pendientes
estamos de lo que ocurra ahora en España en la noche del 26-J, donde sin
duda el Brexit podría tener consecuencias (¿en favor del PP y en contra
de Podemos?) en la jornada electoral de este próximo domingo. Desde
luego lo ocurrido en Gran Bretaña ocupará los titulares de los últimos
mítines de hoy al cierre de la campaña electoral.
Naturalmente los mercados internacionales han acogido el Brexit con
el mayor de los temores y se espera que en toda la UE (y España
incluida) las bolsas se hundan y corra cierto pánico ante la
incertidumbre creada en Gran Bretaña, donde la libra se ha desplomado y
donde, sin lugar a dudas, van a sufrir las peores consecuencias de su
propio aislamiento político.
El que va a provocar, entre el resto de los ciudadanos de la UE, un
sentimiento de impotencia pero también de rechazo a todo lo británico
por el daño que nos han causado. Y no solo ahora sino desde que
ingresaron en la UE de la mano de Edward Heath, un paso que no fue
definitivo porque desde entonces Wilson, Thatcher y Cameron no han
dejado de renegociar las condiciones de la presencia británica en el
marco europeo por el descontento de su población y por intereses
electoralistas como los que ahora le costarán el cargo de primer
ministro a Cameron.
En cuanto a las consecuencias del Brexit para España hay que decir
que pueden ser muy malas para las arcas del Estado y para el turismo, el
comercio, la banca (Santander y Sabadell tienen una fuerte presencia en
el Reino Unido) y la inversión extranjera en nuestro país. Además, esta
situación volverá a dar alas a la independencia de Escocia y con ello
también a la de Cataluña.
Ahora bien, falta por ver ahora que hacen los líderes de la UE y
especialmente la señora Merkel, que también tiene su parte de
culpabilidad por sus políticas de extrema austeridad que impuso en el
territorio europeo (España incluida), y que están en la base del gran
descontento popular imperante en todo el territorio europeo, Gran
Bretaña incluida. Austeridad que ha generado un caldo de cultivo para
que florezcan populismos y nacionalismos como los que hoy acaban de
triunfar en Reino Unido, en lo que los promotores del Brexit han llamado
su ‘Independence Day’.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario