El candidato socialista Pedro Sánchez ha iniciado este lunes, a
cuatro días del inicio oficial de la campaña electoral del domingo 26 de
junio, una auténtica ofensiva para movilizar a su electorado,
profundamente desanimado por los resultados de las encuestas que están
publicando todos los medios (especialmente las de este fin de semana)
que colocan al PSOE, no sólo como víctima del llamado “sorpasso”, sino
en la peor situación desde las primeras elecciones democráticas
españolas, las celebradas en 1977 cuando obtuvo el 29,32% de los votos,
118 diputados y 47 senadores.
Sánchez cuya principal objetivo es movilizar, sobre todo, a ese
millón largo de tradicionales votantes socialistas que se quedaron el
pasado 20 de diciembre en su casa, porque no le convencía ninguna de las
opciones y quiso dar un voto de castigo a su partido de toda la vida,
cree que ante la posibilidad de que se pueda producir en España lo mismo
que ocurrió en Grecia con el histórico partido socialista PASOK,
absorbido por Syriza, se producirá la consiguiente reacción, y que eso
tendrá más efecto que toda una serie de propuestas sociales que se harán
públicas este martes en Sevilla ante la presidenta de Andalucía Susana
Díaz, en clara competencia con el programa social de la coalición Unidos
Podemos.
De todas formas, Sánchez sacando fuerzas de flaqueza ha confesado a
Carlos Alsina director y presentador del programa Más de Uno de Onda
Cero que si consigue movilizar a su electorado el PSOE puede ganar las
elecciones del 26 de junio y ser la primera fuerza política del país,
algo que parece difícil, ya que ninguna encuesta hasta ahora refleja ese
remontada que dadas las circunstancias, y especialmente tras las
imputación de Chaves y Griñán en el escándalo de los ERE (Expedientes de
Regulación de Empleo) en Andalucía, se presenta prácticamente como
imposible. A lo máximo que podría llegar seria a un empate técnico con
Unidos Podemos.
La única encuesta que aún reconociendo que la Coalición de izquierdas
Iglesias Garzón, va por delante en porcentaje de voto (con una
diferencia de tres puntos a favor de Unidos Podemos) es la que ha
realizado para La Razon NC Report que adjudica a la Coalición
Podemos-Izquierda Unida, entre 80 y 84 diputados y al PSOE entre 80 y 83
escaños. Por bloques, el bloque de derechas, la suma del PP y
Ciudadanos se movería entre los 162 y los 169 escaños, quedándose entre
13 y 5 escaños de la mayoría absoluta (175).
En esta tesitura, los
partidos constitucionalistas deberán contar con la abstención del PSOE
para llegar a La Moncloa. Por otra parte el bloque de izquierdas con la
suma de PSOE y Unidos Podemos oscilaría entre los 160 y los 167 escaños,
por lo que seguiría necesitando apoyos externos -de soberanistas y
nacionalistas- para alcanzar la mayoría absoluta. Sánchez ya se negó en
marzo a ser investido con los votos de ERC y DiL por imposición del
Comité Federal del partido, que estableció esa línea roja con los
partidos que defendían el referéndum de autodeterminación.
En fin, dentro de este ambiente, no ha sido lo mejor para el futuro,
el aviso de Pablo Iglesias al PSOE de que su supervivencia depende de
que alcance un pacto con Podemos, sabiendo como sabe, las líneas rojas
con las que tiene que desenvolverse el candidato socialista. Suena igual
que cuando en el primer intento de investidura, cuando Iglesias le dio a
Sánchez el futuro gobierno casi formado, los presentó en público con la
advertencia de que se abría “la posibilidad histórica de que Pedro
Sánchez sea presidente es una sonrisa del destino que siempre tendrá que
agradecer”. Aquella era una advertencia-propuesta envenenada, que abría
simplemente el proceso para una investidura frustrada que daría paso a
la firma de la Coalición con Izquierda Unida y a esta segunda vuelta del
26 de junio, la del deseado “sorpasso”.
(*) Periodista
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