En Valencia se libra una batalla en el socialismo muy de fondo que no
es cuestión local o regional, nada baladí, en la que Pedro Sánchez se
juega mucho más de lo que parece. Lo que se está cociendo en el Partido
Socialista del País Valenciano (PSPV) no es una cuestión de cuitas
personales entre Ximo Puig y Pedro Sánchez, ni son unas discrepancias en
materias secundarias, o problemas de agenda o de encajar actos que se
solapan. No.
Es una guerra que está planteando Puig con el objetivo de
independizar al PSPV del PSOE, en la línea de los socialistas catalanes.
Vamos, que Puig no se entera, no aprende de errores de sus vecinos y
colegas y trata de montárselo por su cuenta con los resultados
previsibles. Y claro, buena parte de la militancia está que fuma en
pipa.
Ximo Puig aspira a dirigir un PSPV independiente de Ferraz, que no
esté obligado a seguir las consignas del PSOE, que enarbole en cada
momento la bandera que se le ponga en gana a él, con el fin último de
articular con los nacionalistas e independentistas valencianos una
alternativa de izquierda. Tiene Puig, el pancatalanista, tan poca
confianza en sí mismo y en su partido que se ha montado esta operación
creyendo que en ella salva su cabeza, y sin importarle una higa que el
socialismo valenciano se vaya por el desagüe. Y por ello le echa un
pulso ahora a su partido.
Sánchez ha estado en Burjassot en un acto al que no asistió Ximo
Puig, que, eso sí, no se cansa de hacer declaraciones negando que exista
el más mínimo problema entre él y Ferraz o Sánchez, y justificando su
ausencia en Burjassot en que “vamos a estar juntos otros días durante la
campaña y tengo muchos actos institucionales miércoles y jueves que no
puedo modificar, y lo primero son mis obligaciones como presidente de la
Generalitat. La realidad es que desde la presidencia se ha hecho un
boicot evidente a Sánchez, que pone en evidencia la tensión existente.
En esta operación, Puig cuenta con el asesoramiento inigualable de
las cabezas pensantes del socialismo catalán que han pactado
históricamente con el nacionalismo y el independentismo catalán hasta
llevar al PSC a la ruina. Los mismos que para no desaparecer se han
puesto en manos de Ada Colau y los suyos. Los mismos que, como él,
anteponen sus intereses a los intereses de su militancia y a los
generales. Pan para hoy y hambre para mañana, pero claro, cuando llegue
el hambre él tiene lo suyo resuelto y se jubila con el riñón cubierto y
el currículo repleto.
La batalla de Ximo Puig es contra Ferraz. Contra el PSOE, y a Sánchez
no le perdona haberle impedido formar coalición con Compromís, Podemos y
Esquerra Unida en las listas al Senado. Me cuentan que Susana Díaz está
muy atenta a la jugada y le ha advertido a Pedro Sánchez que no puede
doblar el brazo, que ha de imponer su autoridad y que en ello le va
mucho más de lo que él mismo sospecha.
En el entorno de Sánchez me dicen
que “lo tiene todo controlado”, pero Puig se siente fuerte y no va a
parar, por lo que el choque de trenes va a ser inevitable. A ver si
Sánchez, experto en cerrojos, evita que el líder del PSPV le cierre la
puerta en las narices. A ver si Sánchez tiene los mismos bemoles que
tuvo para la operación contra Gómez en el Partido Socialista de Madrid
(PSM). Hay dudas y apuestas de todos los colores.
Entre tanto, en Valencia, Francesc Romeu, vicesecretario general y
portavoz del PSPV, y miembro del Comité Federal del PSOE, pelea con Puig
con buena parte de la militancia a su lado por mantener las esencias
del puño y la rosa, reforzar al partido y superar la crisis desde el
fortalecimiento del discurso nacional. No lo tiene fácil, porque desde
el control del aparato y de parte del Gobierno valenciano desde la
presidencia de la Generalitat se manejan mejor los hilos.
Romeu, que sí ha estado junto a Sánchez, parece contar con
bastantes apoyos. Un histórico del socialismo valenciano me decía ayer
tarde: “A ver si Puig, tan demócrata, tiene huevos de hacer una consulta
en la militancia para ver que apoyos tiene su proyecto, su
pancatalanismo. Caben todos en un taxi”.
Veremos quién gana el pulso, pero ya se puede aplicar Pedro Sánchez,
porque tiene enemigos de fuste y muchos frentes abiertos y a vista de
pájaro en ninguno de ellos se presenta con fortaleza y con los
pronósticos de su lado. La política depara sorpresas y hasta el rabo
todo es toro, pero Sánchez lo tiene crudo. A ver cómo termina la fiesta.
(*) Periodista
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