Hoy, 85º aniversario de la IIª
República, último régimen legítimo que ha habido en España, merece la
pena honrar su memoria y ver cómo lo llevamos los republicanos que
queremos volver a traerla para dejar de ser súbditos de una monarquía
borbónica impuesta por decisión de un dictador genocida.
Porque,
a ver, ¿en qué se diferencia la situación en el Estado español de la
que había en la dictadura, cuando el padre del actual Rey, Felipe V + I,
juró fidelidad a los principios del Movimiento Nacional? En nada salvo
en que, por la existencia de la libertad de expresión y los medios de
comunicación (los privados, porque los públicos son máquinas de
propaganda de la derecha) ahora las barrabasadas, los latrocinios, las
corrupciones de los gobernantes se saben.
Se
saben. Pero nada más, no pasa nada. Nadie dimite. Ninguno de estos
ladrones devuelve lo robado y se marcha a su casa. Incluso cuando entran
en la cárcel quieren seguir dando lecciones. Como ese Mario Conde, el
Beau Brummel de la derecha española, que estaba blanqueando dineros
robados, según parece, mientras daba lecciones de moral y savoir faire
desde uno de esos canales de TV en que unos tipos encorbatados y
engominados enhebran unas estupideces que abochornarían a los
chimpancés.
¿Se acuerdan del Texas ranger,
Ansar, diciendo que el PP "era incompatible con la corrupción"? Le han
pillado haciendo trampas para ahorrarse unos euros en impuestos. ¿A ver
si le van a decir a él los impuestos que tiene que pagar? Eso es cosa de
comunistas totalitarios. Lo que hacen los neoliberales es no pagar.
Para eso están los pobres, los que no tienen la suerte de relacionarse
con regidores y políticos de talla, como Botella, la esposa del
incorruptible, capaz de vender la Cibeles a un fondo buitre por veinte
euros sosteniendo que es un buen negocio para las arcas municipales. Ya,
es obvio que se trata de un caso de estupidez profunda pero, caramba,
está claro que no lo es de corrupción. Ningún político se ha quedado un
dinero que jamás se ingresó en el Ayuntamiento, gracias a la fabulosa
gestión de la esposa del hombre-milagro.
Los
ayuntamientos son lugares ideales para que los peperos practiquen su
más profunda vocación de robar hasta el ultimo ochavo que encuentren. De
otro modo, no merecería la pena sacrificarse por la patria o la
tierruca. La administración municipal hace más humanos a los políticos,
los acerca a los ciudadanos y pueden deplumarlos con más eficacia.
Escuchar a Rita Barberá es escuchar al eslabón perdido con un bolso de
Louis Vuitton. En los círculos del hampa, frecuentados por gente de
sangre azul, ya se había corrido la voz de que un mozo bien plantado
podía sacarle 400.000 euros al eslabón perdido siempre que fuera
convincente.
El
alcalde de Granada, trece años en el cargo y ahora, víctima de una
persecución política, probablemente de la Mano Negra, entra en prisión
con el fatalismo del último Abencerraje. Es de esperar que se haga
justicia y resplandezca la verdad, mostrando la acrisolada honradez de
este regidor municipal que tiene pinta de no haberse llevado jamás una
cucharilla. Podía aprovechar ahora que Marhuenda acaba de ascender de la
condición de chivato a la de comisario honorífico para encargarle la
investigación. Seguro que en esa acción de la Mano Negra está la de
Podemos, que quiere desviar la atención de los bolívares de la vergüenza
arrastrando por el lodo el buen nombre de un caballero nazarí.
En
la época de internet y la sociedad mediática, los gobernantes deben
estar siempre en pantalla, siempre dispuestos a facilitar el trabajo de
los periodistas. El ministro Soria, por ejemplo, en cuanto se le acerca
alguien con una grabadora le cuenta una historia que no tiene nunca que
ver con la anterior. Es consciente de la importancia que tiene la
novedad y la originalidad para que prosperen los reporteros. Si los
políticos siempre contaran la misma historia, ¿de qué iban a vivir los
periódicos?
Lo
esencial son las historias, los relatos. Es lo que dicen los
postmodernos. Por eso tenemos a Esperanza Aguirre con un libro bajo el
brazo, largando a los cuatro vientos, como si viviera en una corrala.
Ella no se calla. No, desde luego, lleva veinte años sin hacerlo. Hace
falta, dice ideología porque sin ideología, un partido está en crisis.
Otro cualquiera, menos inteligente que Aguirre pensaría que el PP está
en crisis porque anda sobrado de ladrones. Pero ese no es el problema.
El problema es la falta de ideología. Nadie sabe si Rajoy es liberal o
conservador. Nadie se explica cómo hemos podido sobrevivir cuatro años
sin averiguar tan fundamental extremo.
Definitivamente,
esto no es el franquismo, en donde los gobernantes robaban a manos
llenas pero nadie se enteraba de nada. Con lo que nos gusta a la gente
saber cómo nos roban, con qué mañas o artes, si conservadoras o
liberales. Menos mal que la transición nos trajo la democracia y la
comunicación.
Por cierto, menuda foto la de Sánchez en El País. Lo que hay que hacer en precampaña electoral.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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