domingo, 3 de abril de 2016

Episodios regionales / Alberto Aguirre de Cárcer *

Corría el año 1908 en Cartagena. En el barrio Peral se casaban el torero cordobés Rafael González ‘Machaquito’ y Ángeles Clementson, hija de un acaudalado empresario de nacionalidad inglesa que vivía en la ciudad portuaria. Era la primera vez que en España contraían nupcias un célebre diestro y una joven de la alta burguesía, todo un evento social que atrajo a periodistas de varios países europeos y suramericanos. Como amigo y testigo del novio, a la boda acudió Benito Pérez Galdós. 

Es más que probable que esta anécdota sea conocida por la nueva alcaldesa de Molina de Segura, la socialista Esther Clavero. Ella realiza su tesis doctoral sobre el clericalismo y el anticlericalismo en la obra del insigne escritor y cronista, cuyas visitas a la Región pueden contarse con los dedos de una mano. Entonces no pasaban desapercibidas. En 1903, el autor de los ‘Episodios Nacionales’ ya estuvo en Cartagena, donde leyó en el Círculo Militar un discurso provocador que proponía una alianza entre España y Gran Bretaña, país que cinco años antes, en 1898, apoyó a Estados Unidos en la guerra donde perdimos Cuba.

Más de andar por casa, pero polémico, mediático e igualmente singular, ha sido el enlace político que inesperadamente dio el bastón de mando de Molina de Segura a esta estudiosa de la obra de Galdós. El motivo de la controversia no es Esther Clavero y su grupo, que supo aprovechar la oportunidad abierta con la dimisión del alcalde Eduardo Contreras, sino otro de los contrayentes de este ‘sí quiero’: el grupo municipal de Ciudadanos. Su líder local, Estanislao Vidal, es sin duda un político que abre caminos. Edil del PP durante ocho años, fue de los pioneros que migraron a Ciudadanos, donde se convirtió en el primer concejal electo del partido de Rivera fuera de Cataluña. Y ya es el primero que respalda en la Región una coalición ‘a la valenciana’ entre el PSOE y los nuevos partidos de izquierdas para investir a un candidato que no forma parte de la lista más votada, poniéndose por montera las directrices nacionales de su formación en materia de pactos de gobierno. 

 Ahora deberá explicar su decisión al Comité Ejecutivo Nacional de C’s y, lo que es más difícil, a sus votantes en Molina. Vidal ya ha adelantado que votó «en conciencia» porque el «PP no cumplía nada» y Molina de Segura necesita un «revulsivo». Con esos romos argumentos, y dado que no formará parte del nuevo Gobierno municipal ni participó en el pacto programático de la izquierda, quien se votó a si mismo en junio pasado viene a dar la razón a quienes interpretan su decisión como un rejonazo de castigo al PP, que éste atribuye sencillamente a su negativa a convertirle en primer edil. 

El PP se siente toreado por quien cambió de novia al pie del altar. En otro momento quizá pudo haber acabado de alcalde con el apoyo de los populares, pero en la probable antesala de elecciones, todos los partidos nacionales tratan de mostrar coherencia. No solo por los pactos de gobierno y sus expectativas en las urnas sino porque se están jugando sus liderazgos internos. Desde Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a Rajoy. A Rivera nadie le cuestiona internamente, pero no está exento del examen en las urnas. Al saltarse la directriz de facilitar la elección de un candidato propio o de la lista más votada (salvo que se llame Mariano Rajoy), Vidal le ha hecho un flaco favor a Ciudadanos, enfrascado en demostrar que no es un partido de aluvión y que es fiable porque es predecible, sus flancos más débiles. Pese a sus esfuerzos no siempre lo logra. C’s mira a izquierda y derecha desde el centro, aunque a veces lo hace de forma simultánea o con un particular criterio. Y eso genera estrabismo político, balbuceos discursivos y batacazos. Como sucedió en Molina de Segura.

El PP tiene buena parte de responsabilidad en su pérdida de la alcaldía. Los políticos también tienen fecha de caducidad, como los yogures, escribía esta semana Manuel Alcántara en ‘La Verdad’. Y aunque no la lleven escrita en la frente o en el dorso hay que estar ciego para no verla. Tras veinte años como regidor, Contreras debía haber anticipado su relevo. Es verdad que hoy todo se ve más cristalino, pero la necesidad para el PP de un caballo de refresco era muy plausible. Al final gana quien tenía posibilidades remotas. El PSOE suma así otra alcaldía. Y ya van 23 de 45. 

Otra cosa será la gobernabilidad a partir de ahora del municipio, con la oposición de nueve concejales del PP y cinco de Ciudadanos votando en «conciencia» desde la oposición. Clavero no pudo brillar mucho a su paso por la Asamblea porque los protagonismos estaban muy concentrados en su grupo, pero es uno de los activos más valorados dentro del PSOE. Ahora tiene el bastón y la oportunidad de demostrar que no es una eterna promesa. Como a todo cargo electo le deseo la mejor de las fortunas, sobre todo por los molinenses. Churchill decía que la «suerte es el cuidado de los detalles» y la nueva alcaldesa deberá atender muchos y complejos estando en minoría. Pero ella ya sabe, porque lo aseveró su viejo conocido Galdós, que la «experiencia es una llama que no alumbra sino quemando». De modo que valor y al toro, como hacía aquel otro Rafael González.


(*) Periodista y director de La Verdad 


http://blogs.laverdad.es/primeraplana/2016/04/03/episodios-regionales/ 

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