Corría el año 1908 en Cartagena. En el barrio Peral se casaban el
torero cordobés Rafael González ‘Machaquito’ y Ángeles Clementson, hija
de un acaudalado empresario de nacionalidad inglesa que vivía en la
ciudad portuaria. Era la primera vez que en España contraían nupcias un
célebre diestro y una joven de la alta burguesía, todo un evento social
que atrajo a periodistas de varios países europeos y suramericanos. Como
amigo y testigo del novio, a la boda acudió Benito Pérez Galdós.
Es más
que probable que esta anécdota sea conocida por la nueva alcaldesa de
Molina de Segura, la socialista Esther Clavero. Ella realiza su tesis
doctoral sobre el clericalismo y el anticlericalismo en la obra del
insigne escritor y cronista, cuyas visitas a la Región pueden contarse
con los dedos de una mano. Entonces no pasaban desapercibidas. En 1903,
el autor de los ‘Episodios Nacionales’ ya estuvo en Cartagena, donde
leyó en el Círculo Militar un discurso provocador que proponía una
alianza entre España y Gran Bretaña, país que cinco años antes, en 1898,
apoyó a Estados Unidos en la guerra donde perdimos Cuba.
Más de andar por casa, pero polémico, mediático e igualmente
singular, ha sido el enlace político que inesperadamente dio el bastón
de mando de Molina de Segura a esta estudiosa de la obra de Galdós. El
motivo de la controversia no es Esther Clavero y su grupo, que supo
aprovechar la oportunidad abierta con la dimisión del alcalde Eduardo
Contreras, sino otro de los contrayentes de este ‘sí quiero’: el grupo
municipal de Ciudadanos. Su líder local, Estanislao Vidal, es sin duda
un político que abre caminos. Edil del PP durante ocho años, fue de los
pioneros que migraron a Ciudadanos, donde se convirtió en el primer
concejal electo del partido de Rivera fuera de Cataluña. Y ya es el
primero que respalda en la Región una coalición ‘a la valenciana’ entre
el PSOE y los nuevos partidos de izquierdas para investir a un candidato
que no forma parte de la lista más votada, poniéndose por montera las
directrices nacionales de su formación en materia de pactos de gobierno.
Ahora deberá explicar su decisión al Comité Ejecutivo Nacional de C’s
y, lo que es más difícil, a sus votantes en Molina. Vidal ya ha
adelantado que votó «en conciencia» porque el «PP no cumplía nada» y
Molina de Segura necesita un «revulsivo». Con esos romos argumentos, y
dado que no formará parte del nuevo Gobierno municipal ni participó en
el pacto programático de la izquierda, quien se votó a si mismo en junio
pasado viene a dar la razón a quienes interpretan su decisión como un
rejonazo de castigo al PP, que éste atribuye sencillamente a su negativa
a convertirle en primer edil.
El PP se siente toreado por quien cambió
de novia al pie del altar. En otro momento quizá pudo haber acabado de
alcalde con el apoyo de los populares, pero en la probable antesala de
elecciones, todos los partidos nacionales tratan de mostrar coherencia.
No solo por los pactos de gobierno y sus expectativas en las urnas sino
porque se están jugando sus liderazgos internos. Desde Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias a Rajoy. A Rivera nadie le cuestiona internamente, pero
no está exento del examen en las urnas. Al saltarse la directriz de
facilitar la elección de un candidato propio o de la lista más votada
(salvo que se llame Mariano Rajoy), Vidal le ha hecho un flaco favor a
Ciudadanos, enfrascado en demostrar que no es un partido de aluvión y
que es fiable porque es predecible, sus flancos más débiles. Pese a sus
esfuerzos no siempre lo logra. C’s mira a izquierda y derecha desde el
centro, aunque a veces lo hace de forma simultánea o con un particular
criterio. Y eso genera estrabismo político, balbuceos discursivos y
batacazos. Como sucedió en Molina de Segura.
El PP tiene buena parte de responsabilidad en su pérdida de la
alcaldía. Los políticos también tienen fecha de caducidad, como los
yogures, escribía esta semana Manuel Alcántara en ‘La Verdad’. Y aunque
no la lleven escrita en la frente o en el dorso hay que estar ciego para
no verla. Tras veinte años como regidor, Contreras debía haber
anticipado su relevo. Es verdad que hoy todo se ve más cristalino, pero
la necesidad para el PP de un caballo de refresco era muy plausible. Al
final gana quien tenía posibilidades remotas. El PSOE suma así otra
alcaldía. Y ya van 23 de 45.
Otra cosa será la gobernabilidad a partir
de ahora del municipio, con la oposición de nueve concejales del PP y
cinco de Ciudadanos votando en «conciencia» desde la oposición. Clavero
no pudo brillar mucho a su paso por la Asamblea porque los protagonismos
estaban muy concentrados en su grupo, pero es uno de los activos más
valorados dentro del PSOE. Ahora tiene el bastón y la oportunidad de
demostrar que no es una eterna promesa. Como a todo cargo electo le
deseo la mejor de las fortunas, sobre todo por los molinenses. Churchill
decía que la «suerte es el cuidado de los detalles» y la nueva
alcaldesa deberá atender muchos y complejos estando en minoría. Pero
ella ya sabe, porque lo aseveró su viejo conocido Galdós, que la
«experiencia es una llama que no alumbra sino quemando». De modo que
valor y al toro, como hacía aquel otro Rafael González.
(*) Periodista y director de La Verdad
http://blogs.laverdad.es/primeraplana/2016/04/03/episodios-regionales/
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