Han pasado ya diez años desde aquel
Consejo de Gobierno de 26 de mayo de 2006 que autorizó el contrato del
Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia a Aeromur. Dado que ha
habido tantas vicisitudes en estos años vamos asistir como en el cine a
una saga por partes. Igual que en el cine vimos un Tiburón 1, después
hubo un Tiburón 2. E incluso un tercero...
Así, en la primera
parte de la saga, hemos visto como 'el tiburón' de la sociedad
concesionaria del aeropuerto se tragó el aval de 182.628.000 de euros
que finalmente tuvo que ejecutar la Comunidad Autónoma, esto es, todos
nosotros. Pues lo que Tiburón 1 devoró fue dinero de todos los murcianos
y murcianas que estamos pagando a ritmo de 22.000 euros diarios. A los
que ahora se suman los costes de mantenimiento que en los presupuestos
de 2016 se afrontan con una partida que no es ninguna broma: 425.000
euros para gastos de conservación y vigilancia.
¿Y
cuándo empezo la segunda parte de esta saga aeroportuaria? Pues a
partir del día 23 de diciembre de 2014, que es cuando se dieron por
finalizadas las negociaciones para la consecución del acuerdo
transaccional con Aeromur. En esta segunda parte, vemos cómo la película
se inicia con la Comunidad Autónoma tomando posesión del aeropuerto
casi de forma heroica y se anuncia el comienzo de los trámites para
sacar a concurso la nueva licitación de la gestión de las
instalaciones?.
La cuestión ahora, y lo que nos preocupa, es saber si en esta segunda parte de la saga aeroportuaria asistiremos a un Tiburón 2 que termine tragándose de nuevo dinero y derechos de la ciudadanía murciana.
Lo malo de los segundas partes de una película es que los personajes de la primera parte siempre repiten. Y me temo que aquí, con lo del aeropuerto, nos podría pasar lo mismo, que tuviéramos de nuevo a Tiburón entre nosotros.
¿En qué condiciones puede volver a crecer de nuevo un segunda parte del tiburón aeroportuario murciano?
La cuestión ahora, y lo que nos preocupa, es saber si en esta segunda parte de la saga aeroportuaria asistiremos a un Tiburón 2 que termine tragándose de nuevo dinero y derechos de la ciudadanía murciana.
Lo malo de los segundas partes de una película es que los personajes de la primera parte siempre repiten. Y me temo que aquí, con lo del aeropuerto, nos podría pasar lo mismo, que tuviéramos de nuevo a Tiburón entre nosotros.
¿En qué condiciones puede volver a crecer de nuevo un segunda parte del tiburón aeroportuario murciano?
Una primera condición de tipo política, esto es, si no se dieran suficientes garantías de regulaciones y apoyos de las instituciones estatales y europeas. Pues aquí ya empezamos mal. Empecemos por lo que apunta el reciente informe del Tribunal de Cuentas. La secretaría de Estado de Infraestructuras se comprometió por escrito un 22 de julio de 2014 "a un proceso negociador que culminaría con el cierre del aeropuerto de San Javier en un plazo de 6 y 24 meses".
Lo cierto es que el Aeropuerto de San Javier permanece abierto e inclusive se consolida en cuanto a número de viajeros: en los últimos tres años no ha bajado nunca por debajo del millón de pasajeros, ocupando la posición número dos en el ránking de los aeropuertos de Aena de su categoría. Además, en el periodo 2007-2013 se han realizado inversiones cercanas a los diez millones de euros en el aeropuerto de San Javier procedentes del fondos Feder.
Aena ha dicho por activa y por pasiva que su aeropuerto es el de San Javier y que no piensa cerrarlo. Por ello, el Tribunal de Cuentas Europeo advirtió del solapamiento existente entre las zonas de influencia del aeropuerto de San Javier y los de Corvera y Alicante que podría dar lugar a excesos de capacidad y poca rentabilidad.
Estas duplicidades en las inversiones llevadas a cabo en los dos aeropuertos, junto a la falta de coordinación y planificación entre la Administración estatal y regional, tal y como advierte el informe de Tribunal de Cuentas, ponen ya un primer elemento para las aguas de las cuales emergerá Tiburón Segunda Parte.
La segunda condición es de tipo económica. Tendremos una réplica de un nuevo tiburón devorador de dinero y derechos ciudadanos si la nueva sociedad concesionaria no obtiene suficiente viabilidad económica y pretende revertir el déficit de explotación al erario público. En primer lugar, el Tribunal de Cuentas recuerda que los litigios por la liquidación del contrato con la actual concesionaria no han terminado ni mucho menos. Y alerta sobre "las posibles contingencias derivadas de la eventual reclamación del lucro cesante y daño emergente".
En segundo lugar, no está claro quién asume: 1) lo que que queda por amortizar del préstamo de 182 millones; 2) los diez millones de fondos Feder invertidos en el aeropuerto de San Javier que habrán de devolverse; 3) compensaciones a Aena y a Defensa por el hipotético cierre de San Javier; y finalmente 4), tal y como recuerda el Tribunal de Cuentas, «las expropiaciones pendientes de pago que le correspondía pagar a la anterior concesionaria».
Dos cosas deberían urgentemente ser aclaradas a los murcianos y murcianas por parte del Gobierno de Pedro Antonio Sánchez:
La primera, quién va asumir todos los costes anteriormente enumerados. Y la segunda cuestión: el Gobierno regional debería dejar bien claro que si hubiese déficit de explotación por parte de la nueva concesionaria, las pérdidas no serán asumidas por el presupuesto público. No queremos alimentar un nuevo Tiburón 2 con nuestros derechos y con nuestro dinero.
La rentabilidad del denominado 'aeropuerto internacional de la Región de Murcia' requiere como condición previa el cierre del aeropuerto de San Javier. Si el mismo no se cierra políticamente (y no parece), el Gobierno regional confía en la lógica del mercado y de la competencia privada para que se produzca tal cierre.
Esta situación es más que dudosa. De hecho la rentabilidad de los aeropuertos de Aena se garantiza por organizarse como una red en el que las pérdidas de unos aeropuertos se compensan con las ganancias de otros. El sistema actual se caracteriza por una llamada caja común de todos los aeropuertos de la red de Aena, en el que los 23 aeropuertos con ganancias compensan las pérdidas de los 23 aeropuertos deficitarios. Es más que dudoso que un aeropuerto de gestión privada pueda competir por sí mismo en el mercado aeroportuario. Solo hay que ver en lo que han acabado los aeropuertos de gestión privada en España: Ciudad Real, Teruel, Castellón.
Además, están las restricciones que impone el ministerio de Defensa a los vuelos civiles en un espacio aéreo que abarca a toda la Región de Murcia. Indudablemente los vuelos del hipotético aeropuerto de Corvera habrán de asumir los costes que se derivan de esas restricciones.
En
medio de estas incertidumbres, el aeropuerto de San Javier recupera
paulatinamente el número de pasajeros que perdió en los años más duros
de la crisis. De hecho este mes de marzo de 2016, el aeropuerto de San
Javier registró un total de 51.025 pasajeros en marzo, lo que supone un
aumento del 78,7% respecto al mismo mes del año anterior, según datos de
Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena).
Si se dan estas condiciones tendremos las aguas adecuadas para que se geste un tiburón de buen tamaño y tan depredador como el de la primera parte. Estaremos muy vigilantes.
(*) Sociólogo, profesor de la UMU y diputado regional de Podemos
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