Lo que va de un punto de vista a otro.
Los de Podemos fueron a la reunión tan contentos, pensando que habían
hecho 20 generosas concesiones y se encuentran que los de C's no quieren
ni oír hablar de ellas, que les parecen un insulto y que con Podemos no
van ni al rellano de la escalera. Les ayuda generoso El País que tilda las propuestas de los morados de inasumibles para Rivera. Añade el diario que la primera reunión de negociación de ayer será la última, que el intento ha fracasado.
Supongo que es lo que quiere C's: cortar con Podemos y llegar a un acuerdo con el PP. Y, según se ve, El País
también. Recuerda la actitud del matón tabernario que se niega a
considerar ninguna oferta de negociación que no sea la sumisión más
absoluta. ¿Que el gasto público propuesto por Podemos les parece
excesivo? Propongan ustedes otro más a su gusto. Hagan contraofertas.
Toda negociación es un tira y afloja y solo los prepotentes dan un
puñetazo sobre la mesa y se cargan las reuniones. En su celo
anti-Podemos, El País miente bellacamente afirmando que los
morados piden la autodeterminación de Cataluña. Lo que hacen es diferir
el asunto a una reunión de Domenech (que es de los suyos) con Iceta, un
socialista catalán y se comprometen a aceptar lo que salga que será más
bien una birria. Estando Iceta, nada de autodeterminación, así que el
periódico podía dejar de mentir.
En
fin, los de C's muestran su pelambre de la derecha pepera y tras haber
incumplido ya ese pacto con el PSOE que, sin embargo, frotan por los
morros de Podemos, carecen de autoridad para imponerlo a lo bruto, sin
negociación de ningún tipo.
El
PSOE, a su vez, está en posición de hacer un gobierno de izquierdas:
PSOE, Podemos, IU, CC, voto favorable del PNV y abstención de la minoría
catalana. 168 escaños. Tendría 185 votos si aceptara el referéndum. Y
eso sería lo que habría que hacer para recomponer el panorama español
porque tarde o temprano, ese referéndum va a celebrarse.
El pito del sereno
Estos del Parlament tienen dos cosas que
faltan en el orgulloso cogollo mesetario: ideas claras y sentido del
humor. No crean que son tan dispares. Las ideas están claras: el
Parlament se reafirma en la declaración independentista del 9 de noviembre pasado.
Quiere la independencia. Pero no aturulladamente, así que la cámara ha
votado afirmativamente la propuesta de la CUP, pero quitándole dos astas
peligrosas que podían dar pie a que las autoridades españolas empurasen
a los votantes por incitacióna la desobediencia, o sedición. Una, el
propósito de no obedecer las decisiones de las autoridades legales
españolas y otra el de inducir a los funcionarios armados de la
Generalitat a no realizar las funciones que esas autoridades les
encarguen. Supongo que desde el exaltado punto de vista de la CUP, esta
prudencia demuestra el carácter burgués y timorato de los otros
independentistas de ERC y CDC. Es posible. Todos tienen sus puntos de
vista y el miedo guarda la viña.
Además,
la decisión parlamentaria muestra sentido del humor. El Tribunal
Constitucional había anulado la primera declaración independentista del 9
de noviembre y ahora tendrá que anular está también y por los mismos
motivos, porque el Parlamento ha decidido ignorar la presencia del dicho
Tribunal. Puede parecer un poco estrafalario que un Parlamento ignore
un Tribunal Constitucional. La verdad es que ese Tribunal Constitucional
en concreto no goza de especial simpatía ni autoridad o prestigio en
Cataluña. Su actividad se ha limitado a cumplir diligentemente los
deseos del gobierno que, careciendo de iniciativa política frente al
nacionalismo catalán ha preferido hacer como que judicializaba el conflicto, lo cual es falso porque el Tribunal Constitucional no es un órgano judicial, sino político.
El
sentido del humor de los parlamentarios catalanes que, al parecer, se
toman las decisiones del dicho tribunal por el pito del sereno, adquiere
su auténtica dimensión cuando se observa que, a diferencia del catalán,
el Parlamento español ve con gran respeto el Tribunal Constitucional y
acude a él en un conflicto de competencias con el gobierno central que, a
su vez, se toma el Parlamento por el pito del sereno y sabe que ese
conflicto no va a parte ninguna porque el Tribunal Constitucional
imparte la justicia que place al príncipe.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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