Pedro Sánchez se niega a reconocer el fracaso de su investidura y el
hecho de que ya no es el candidato del Rey para formar gobierno con el
argumento de que él tiene 130 escaños, como si los 40 de Ciudadanos
fueran propiedad del PSOE.
Y con ese argumento Sánchez se arroga ser la única persona a la que
corresponde convocar a todos los partidos para una segunda ronda de
negociaciones en la que exige la presencia de Albert Rivera al tiempo
que pregona que éste no es tiempo de hablar del reparto de sillones del
Gobierno, pero advirtiendo al PP que nadie de ese partido puede llegar a
ser presidente (porque ese sillón está reservado para Sánchez), y a la
vez dice a Podemos que la pretendida vicepresidencia de Iglesias no es
posible (porque le está reservada a Rivera, se entiende).
Y con semejantes argumentos Sánchez y Rivera pretenden que el PP o
Podemos anuncien su abstención y los dejen gobernar, lo que resulta
asombroso porque todo eso ya lo dijeron en el debate de investidura y
los dejó en 131 escaños (contando uno más de Coalición Canaria) y con
rotundo fracaso político de Sánchez que se suma a su derrota electoral
del 20-D. ¿Hacia donde va esta extraña pareja?
De momento a intentar ganar la batalla de la opinión pública culpando
a Rajoy e Iglesias de su fracaso político con vista puesta en
elecciones anticipadas que son al día de hoy la única salida posible
porque está claro que Sánchez ha decidido que si él no es presidente del
Gobierno el PSOE no apoyará ninguna otra alternativa.
Al fondo de la ruidosa verborrea de Sánchez empiezan a oírse rumores
de ciertos dirigentes y barones del PSOE que no ocultan su malestar y
preocupación por el bloqueo institucional de España -que Sánchez dijo
que ya estaba arreglado- y por el riesgo que corre el PSOE en caso de
una nuevas elecciones anticipadas, sobre todo si Podemos e IU logran un
acuerdo para acudir juntos a las urnas.
En el PP también se detectan algunos movimientos internos en torno a
Rajoy, pero la agresividad de Rivera y Sánchez contra los populares ha
provocado un cierre de filas con el líder.
¿Qué puede ocurrir ante este permanente desencuentro? Al día de hoy
no se sabe, pero cabe imaginar la entrada en la escena política de otros
actores que ejerzan funciones mediadoras al margen, o de un manera
paralela, a los actuales líderes políticos que son incapaces de llegar a
acuerdos. Eso es el menos lo que empieza a circular por Madrid como la
que sería la última posibilidad de pacto de gobernabilidad antes de la
convocatoria de nuevas elecciones.
Y ello supondría ante todo que tanto Sánchez como Rajoy estuvieran
dispuestos a dar un paso atrás porque está clara su enemistad y su
incompatibilidad. Veremos qué ocurre porque la segunda fase de esta
negociación acaba de comenzar. De momento el Rey, que es quien sí podría
impulsar la entrada en la escena política de nuevos actores, ya ha
dejado claro que no volverá a nominar a otro candidato a presidir el
Gobierno hasta que alguien no demuestre tener apoyos suficientes en el
Congreso de los Diputados. Algo que quizás debió haber exigido el
monarca a Sánchez antes de nombrarlo candidato a la investidura.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario