Si el otro día Iglesias escenificó la leyenda del beso en el
hemiciclo con su colega Domenech, ahora son Sánchez y Rivera los que
pasean de la mano por las calles de Madrid a la espera de ser recibidos
por Rajoy y por Iglesias a los que quieren invitar a su próximo enlace
que tendrá lugar en el Congreso de los Diputados en una segunda ronda
para la investidura, siempre y cuando el PP y Podemos les ofrezcan como
su regalo de bodas la abstención entre ambos partidos.
Difícil tienen su boda Pedro y Albert porque no parece que ni Mariano
ni Pablo estén por la labor abstencionista, ni por facilitar semejante
bodorrio que, dicho sea de paso, carecería de estabilidad suficiente una
vez que entre ambos solo suman 131 escaños y siempre estarían a merced
de Podemos o del PP. O sea, no se escucha por ninguna parte la marcha
nupcial de manera que por ahora no hay nada mas que amor a primera vista
que ya veremos lo que les dura al de C’s y al PSOE si de pronto suenan
tambores de batalla electoral.
Lo dice el refrán, ‘obra son amores y no buenas razones’. Y hasta
ahora todo lo que tenemos sobre la mesa son las cartas de amor que
Albert y Pedro se han intercambiado en una llamada ‘histórica’ sesión
ante el cuadro de El abrazo del Congreso de los Diputados, eso
que ellos han llamado ‘un pacto histórico’ y que a fin de cuentas solo
es una ilusión escrita sobre un pretendido plan de gobierno acordado
entre ellos dos.
Pero resulta que los invitados al convite nupcial, Mariano y Pablo. no
están por representar el papel de convidado de piedra sino que se oponen
a ese matrimonio reclamando, respectivamente, el uno la mano de Albert y
el otro la de Pedro, porque dicen que cada oveja ha de ir con su pareja
ideológica natural. Es decir el PP con C’s y el PSOE con Podemos.
Y así está de momento la situación. Hay dos novios pero les faltan
las arras, los padrinos, la música y los regalos de bodas. Y sobre todo
el gran oficiante de la ceremonia que debería ser el Rey Felipe VI. El
que en un principio vio con buenos ojos el noviazgo pero que al final le
ha retirado a Sánchez su bendición porque le exige que aporte a dicho
encuentro algo más a su nuevo amor. La garantía de un matrimonio estable
y bien avenido, lo que al día de hoy nadie está en condiciones de
garantizar. En definitiva, por el momento no hay boda y tendremos que
esperar.
(*) Pseudónimo de un veterano periodista cordobés
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