Esto no ha hecho más que empezar y ya
lleva una velocidad de vértigo. Rajoy desayunó ayer su correspondiente
sapo: el PSOE no lo inviste y se niega a facilitarle la investidura.
Empieza a comprender que la realidad no es como él quisiera y se le ha
agriado el ya torcido gesto que luce habitualmente.
Cuatro años de
gobierno de abusos, arbitrariedades, mentiras e inmoralidades, a cargo
de unas gentes que lo que tienen de estiradas lo tienen de patibularias,
agrediendo a todos los sectores sociales, excluida la oligarquía de
banqueros y empresarios y sus apoyos, los curas y los militares; cuatro
años esquilmando el erario (legal e ilegalmente, pues la densidad de
ladrones en el PP es pavorosa), destruyendo los servicios públicos,
reprimiendo a la gente a palos y multas y dejándola sin derechos han
servido para que el país entero esté deseando perder de vista a esta
cuadrilla de indeseables y que no tengan ni un apoyos para formar
gobierno, no ya con mayoría absoluta sino en minoría aunque lo
intentara. Los 178 diputados del PSOE, Podemos, IU, ERC y DiL quizá no
serán capaces de ponerse de acuerdo para formar un gobierno de
izquierdas, pero sí para tumbar uno de derechas.
Estoy
esperando el momento en que Rajoy vaya a ver al Rey a poner su cargo a
disposición y confesarle que no tiene posibilidad de formar gobierno. Lo
disfrutará el país entero que, por fin se librará de la vergüenza de
tener a este inútil y presunto corrupto de presidente. A ver si esto se
normaliza un poco y el presunto se convierte en una ridícula memoria.
Luego
tocará la vez a Sánchez. Desde el máster en gobierno de izquierda que
está haciendo en Portugal, pidió un "gobierno de progreso" para España.
Contaría con Podemos, siempre que se olvidara del referéndum, cosa que este pareció aceptar por la mañana, solo para desdecirse por la tarde y sostener, aunque sin mencionar la terrible palabra, que el carácter plurinacional de España debe respetarse.
Mucha gente, entre ella, "El País", pide a Podemos que renuncie al
referéndum. No se da cuenta de que, como era de esperar, en lo tocante a
este asunto, Podemos es No Podemos porque, si se desdice del referéndum, los 12 diputados catalanes de En Comú Podem y
algunos de otras confluencias de taifas se rebelarán, votarán en
contra, no habrá gobierno de izquierda y dejarán al descubierto la
superchería de Podemos que, en verdad, tiene 42 diputados. Los otros 27,
depende de lo que se trata, pueden hasta votar en contra.
Con
claridad meridiana: si se pide referéndum el PSOE no formará gobierno
con Podemos; si se niega el referéndum, el gobierno "de progreso"
contará con 90 diputados del PSOE, (más o menos) 52 de Podemos y 2 de
IU, o sea 144, porque tampoco se sumarían los 9 de ERC y los 8 de DiL. Y
144 son menos que los 163 que sumarían PP y C's.
Como
están las cosas, no hay gobierno posible en España, salvo el de la gran
coalición que, según parece, propugna Felipe González a quien hacen hoy
más caso en el PP que en el PSOE. O sea, debemos prepararnos para
nuevas elecciones en mayo.
Palinuro
desiste de la idea de convencer a la dirección socialista de la
necesidad de aceptar la idea del referéndum por ser lo democrático y lo
que, al final, habrá que hacer cuando hasta los socialistas comprendan
que no hay otra salida en Cataluña. Vamos, pues, a nuevas elecciones.
Sin
embargo, de aquí a la disolución de las Cortes, la izquierda, aunque no
pueda formar gobierno por causa del referéndum, sí puede hacer algo
útil por el bien común y, de paso, demostrar que este le importa. Los
178 diputados de la izquierda tienen la obligación moral de derogar ipso
facto la Ley Mordaza, la LOMCE y la reforma laboral. No es de recibo
que los españoles no puedan manifestarse en los espacios públicos sin
que los forren a palos y multas por decisión de una pareja de
psicópatas; tampoco que los niños tengan una enseñanza disparatada,
manejada por lo curas; ni que los trabajadores hayan de seguir sufriendo
un minuto más las condiciones de arbitrariedad y explotación a que
están sometidos.
Hagan algo, ya que no consiguen formar gobierno.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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