Rajoy y Soraya se tienen que marchar. Porque la última gota fría de
la corrupción valenciana del PP derramada sobre la espalda del PP, ha
desbordado el vaso-‘los vasos son los vasos’- de la paciencia, muchos de
los propios y cercanos del Partido Popular, y abierto el abanico de las
apuestas sobre los que podrían protagonizar el relevo del Rajoy al
frente del PP y también del Gobierno si finalmente se retira Rajoy y se
abre la posibilidad de un pacto con el PSOE y Ciudadanos.
Así y a la espera de acontecimientos y la celebración de un Congreso
nacional del PP -que lleva más de seis meses de retraso- la persona que
podría asumir la dirección del Partido es Cristina Cifuentes, cuyo
prestigio al frente de la Comunidad de Madrid ha crecido de manera
exponencial en los últimos meses, al tiempo que representa un cambio
político hacia el centro y una garantía de regeneración democrática en
el seno del PP ajena y enfrentada a los protagonistas de la corrupción
de los últimos años.
Para la presidencia del Gobierno circulan dos nombres: José Manuel
García-Margallo y Alfonso Alonso. El primero con gran experiencia en el
ámbito internacional y conocimiento de las cuestiones económicas; y el
segundo, Alonso, por su juventud y moderación. Y ambos dos desde sus
posiciones más centradas y dialogantes que las ya exhibidas estos años
por Rajoy y su adjunta Soraya Sáenz de Santamaría.
De manera que si se va Rajoy debería acompañarle en su ‘exilio’ la
vice Sáenz de Santamaría que cuenta con escasos apoyos en el PP, además
de con una batalla frontal con Dolores de Cospedal, otra que está fuera
de juego. Pero sobre todo porque Soraya ha sido el brazo duro y ejecutor
de políticas de ajuste despiadado de la crisis, y autora de la
involución democrática, judicial y de libertades, con larga mano en los
medios y sobre todo en el CNI.
Un CNI donde se dice que, por órdenes de Soraya, se han elaborado
ciertos informes políticos y empresariales que podrían estar al salir.
Lo que de confirmarse -Podemos podría presentar pronto una petición en
el Congreso- sería el colmo de los abusos de la era Rajoy (recuérdese el
cese de Narcís Serra de la vicepresidencia de Felipe González por
aquello de las ‘escuchas aleatorias’ del anterior Cesid).
Por otra parte la reciente dimisión del subsecretario de la
Presidencia, Federico Ramos, mano derecha de Soraya en la Moncloa, ha
acabado manchando su departamento dentro del escándalo de Acuamed, donde
veremos si también acaba tocado el comisario europeo Arias Cañete.
Además la actuación de Soraya en el debate ‘a cuatro’ en Antena 3 TV
no aportó nada sino que más bien evidencia su nivel tecnocrático y su
escasez política salvo para toda clase de intrigas monclovitas en las
que, en tiempo record, parece que aprendió lo peor de la política en
menoscabo de la vida democrática. La utilización de la portavocía del
Consejo de Ministros para atacar a otros partidos y tapar la corrupción
del PP es otro abuso de Soraya, máxime cuando el Ejecutivo está en
funciones.
Rajoy y Soraya van en el mismo ‘paquete’ y creemos que tanto Rivera
como Sánchez lo saben y no deberían de aceptar un relevo de Rajoy por
Soraya, porque seria más de lo mismo y no un cambio sustancial. De hecho
Soraya, que ha jugado e intrigado con inusitada energía para ser la
sucesora de Rajoy, está, de un tiempo a esta parte, más callada y con el
discurso imposible y un tanto hipócrita de la permanencia de Rajoy al
frente del Gobierno y del PP.
El tiempo de Mariano y Soraya ya pasó y mal porque lo desperdiciaron
con modales autocráticos, convencidos como parecían que la mayoría
absoluta del PP sería eterna, mientras promocionaban a Podemos para
hundir al PSOE. Ahora ambos dos están perdidos en el laberinto de los
pactos y el festival de la corrupción del PP y todo apunta a que alguien
deberá pagar los platos -‘los platos son los platos’- rotos si quieren
que el PP siga en espacios de poder.
(*) Pseudónimo de un veterano periodista cordobés
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