Innegociable. In-ne-go-cia-ble.
¿Ven
ustedes como el problema catalán (y vasco y gallego) no era el problema
catalán (ni vasco, ni gallego) sino el problema español? Aquí hay un
partido español, el PSOE, que no se habla con otro partido español,
Podemos, a causa del referéndum catalán que este último propugna. ¿Por
qué lo propugna, siendo un partido español? Porque es de izquierda,
digan sus jefes lo que digan. Pero esta es una larga historia. En un
primer momento, desconocedor de la profundidad de la cuestión pero
asustado de las consecuencias electorales negativas en España si echaba
mucho cuerpo fuera en este asunto, Podemos intentó trampear. Se dio una
castaña en las elecciones catalanas de 27 de septiembre.
Giro radical de
180º y defensa del referéndum catalán probablemente sugerido, si no
impuesto por su confluencia con En Comú, de AdaColau, que
gobierna un ayuntamiento adherido a la declaración de independencia del
Parlament, aunque con su abstención. Presidir algo que propugna algo
sobre lo que te abstienes es hazaña que dejaría bizco a Maquiavelo. Lo
demás de Ada Colau tiene este mismo grado de certidumbre. A día de hoy
nadie sabe qué opina en concreto sobre el proceso de la independencia.
Por si acaso, defiende el referéndum de autodeterminación, cosa tampoco
tan arriesgada pues lo propugna el 70% de los catalanes. Y, con ella, su
aliado en En Comú Podem, Pablo Iglesias.
Pero
Iglesias no se presenta a las elecciones en Cataluña sino en España y
en España, eso del referéndum unilateral de autodeterminación no se ve
con buenos ojos. Más bien al contrario, con ojos asesinos. El PSOE, cuyo
presidente rivaliza con Aznar a ver quién saca la bandera más grande,
no quiere ni oír hablar de Podemos mientras este no abjure de su herejía
referendaria y haga la correspondiente penitencia. Es un problema
típicamente español: hacer a alguien abjurar de una idea en un auto de
fe. Rajoy, el de los sobresueldos, jefe del otro partido dinástico, sí
habla con Iglesias pero es porque le merece menos consideración que a
Sánchez. La prueba es que, cuando lo recibió, no salió a su encuentro a
las puertas de La Moncloa, como hace con los caballeros, Sánchez por
ejemplo. Un caballero español que se niega a hablar con la Antiespaña.
Pues,
nada, gente de Podemos, bienvenidos al club de los malditos, como
Palinuro, con quienes las gentes imperiales no hablan, porque están
empeñados en respetar el derecho de los catalanes a decidir por su
cuenta lo que quieren ser. Eso en España está muy mal visto porque los
catalanes tienen que ser lo que los españoles quieren que sean. Y punto.
De nada sirve argumentar que si los escoceses y los quebequeses han
podido decidir por su cuenta, lo mismo pueden hacer los catalanes. De
nada argumentar que si en unas elecciones libres casi dos millones de
ciudadanos de un total de siete millones de habitantes han votado por
opciones independentistas, algo habrá que hacer al margen de ignorarles o
decirles que se callen o algo peor. En realidad de nada sirve
argumentar nada. La posición española, compartida como una piña por PP,
PSOE y C's es que de referéndum nada. Y punto. Que para eso tienen la
sartén por el mango, o sea, el BOE, las Cortes, los tribunales, la
Iglesia católica, intelectuales orgánicos a punta pala, centrales y
sucursalistas, los servicios secretos, la policía, la guardia civil, el
ejército.
Aquí
nadie habla de autodeterminación porque no. Un problema típicamente
español. Cuando haya que hablar, ya será tarde. Como siempre.
El
PSOE niega la palabra a Podemos si este no abjura. Por otro lado,
Sánchez no tiene intención, dice, de pactar con el PP. Pues si Podemos
no se echa para atrás en lo del referéndum, Sánchez tiene que permitir
un gobierno del PP de alguna manera o habrá nuevas elecciones. Unas
nuevas elecciones que, según parece, pillarán al PSOE en pleno drama
shakesperiano de asesinato de Duncan-Sánchez, a manos de Lady
Macbeth-Díaz. Nadie creería que en los comités federales explotaran las
pasiones con la furia de las tragedias, pero así es. Ciegos por sus
rencillas personales, sus intereses creados de caciquillos y sus
ambiciones personales, los barones y la baronesa dejan inerme la
fortaleza ya muy derruida del PSOE cuando más falta hace que esté
mandada por alguien que controle su retaguardia, que no es el caso.
Añádase
a ello la complicación catalana, que no es menuda. Tanto si la CUP
finalmente inviste a Mas como si hay nuevas elecciones en Cataluña, la
situación en el conjunto de España no puede ser más comprometida. Nadie
al mando y con un sobresueldos amortizado en La Moncloa que solo sirve
para balbucear a quien quiere escucharle (poca gente ya) que le
corresponde gobernar porque así se ha hecho siempre desde que el mundo
es mundo: quien gana las elecciones, cáspita, gobierna. Nadie se toma ya
la molestia de explicarle la complejidad de la situación. En su momento
se irá con la misma falta de dignidad con la que ha desgobernado estos
cuatro años.
Bien,
y del ultimatum del PSOE a Podemos (porque es un ultimatum) ¿qué?
Iglesias puede renunciar al referéndum o no. Ambas opciones merecen
reflexión.
Si
renuncia al referéndum (y ahórrese toda monserga de que va a intentar
convencer al PSOE porque el PSOE cree que no le interesa dejarse
convencer) podrá hacer una coalición de izquierdas con los
socialistas, quién sabe, incluso gobernar algún Ministerio. No es
asaltar el cielo, pero sí un cachito. Y, en el caso de que no quepa
formar coalición de izquierdas y haya que ir a nuevas elecciones, tendrá
un buen punto de enganche en el electorado español aunque seguramente
perderá todo el catalán y la amistad con Ada Colau y, con la amistad, la
obediencia de los miembros de la confluencia En Comú Podem que, aunque los medios al servicio de Podemos la consideren propia, no lo es y tendrá grupo parlamentario aparte.
Si
no renuncia al referéndum, bien claro está, adiós el gobierno de
coalición de izquierdas. Bueno, dirán los morados, siempre hemos sabido
que, en el fondo, el PSOE es la pareja de baile del PP y Sánchez el
alter ego de Rajoy, como antes lo fue Rubalcaba. Si no gobierna el PP,
habrá elecciones. Podemos mantendrá su alianza catalana y se enfrentará a
una difícil tarea en España, en concreto, la de hacer pedagogía del
derecho de autodeterminación de las naciones del Estado español. Para
esta tarea, Podemos puede contar con Palinuro, firme defensor del
derecho de los catalanes a decidir por su cuenta. No es que sea mucho
por cuanto el pobre Palinuro carece de los potentes altavoces mediáticos
al servicio de Podemos, aunque le augura que, si mantiene el referéndum
catalán, los perderá
Que
un referéndum de autodeterminación no prejuzga el resultado, que se
puede votar "sí" o "no" y que Podemos, sin dudarlo un instante, votará
"no", no es suficiente para que el PSOE levante el veto. Solo se admite
la abjuración: referéndum vade retro. Palinuro, en cambio, ve con
simpatía esta fidelidad a los principios. Si Podemos tuviera además el
valor de declararse republicano y propugnar el restablecimiento del
último régimen legítimo que ha habido en España, la República, Palinuro
aplaudiría emocionado y si, por último, se propusiera separar
definitivamente la Iglesia del Estado y obligar a la primera a
financiarse por su cuenta cumpliendo con sus obligaciones fiscales, como
una asociación privada más, Palinuro también se compraría una corbata
morada, como el Rey, aunque no se la pondría salvo el miércoles de
ceniza.
¿Qué
posibilidades tiene Podemos de salir ganador en unas elecciones en
España si defiende el referéndum catalán, la República y la separación
de la Iglesia y el Estado, es decir, si se presenta con un programa de
izquierda?
En
realidad, muchas, si se tiene en cuenta que el PP es un partido
amortizado por la corrupción y el fabuloso desgobierno que ha producido,
empezando por la ruptura de España, que le es achacable. Y más aun si
también se advierte que el PSOE, habiendo desaparecido en Cataluña, País
Vasco y Madrid, en realidad no existe y queda reducido a un partido de
ámbito regional andaluz (si acaso) a las órdenes de esta inenarrable
señora de cirios y procesiones cuyo altísimo concepto de sí misma no es
compartido por nadie más en el mundo. Nadie.
Atrévase
Podemos a intentarlo, a defender los derechos pisoteados de una minoría
nacional que los defiende pacífica, democrática, dignamente. A lo mejor
los españoles tienen más confianza en la nación española que los
políticos dinásticos que se llenan la boca con su nombre pero no la
respetan. Y, en último témino, más vale intentar ganarlo todo que no
unos cuantos escaños con los que cambalachear coaliciones más o menos
fugaces.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario